Guía del Madrid de La Movida, de Jesús Ordovás y Patricia Godes

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LIBROS

«Las dos plumas vivieron el momento desde dentro y tienen el suficiente criterio para conocer la importancia de cada uno de los lugares»

 

Jesús Ordovás y Patricia Godes
Guía del Madrid de La Movida
ANAYA, 2020

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

La sacrosanta Movida ya ha llegado a las guías de viaje. Ha tenido discos, libros o exposiciones y ahora ya tiene un relato turístico, como podría ser el del blues en Memphis o el de los 80 en Manchester. O el del románico en Palencia, si vamos al caso. Calles, tiendas, locales de ensayo y sedes de compañías discográficas, luthiers, bares y salas de concierto —sobre todo esto—, pisos particulares o lugares menores —cierta esquina, cierto escaparate—, conforman más que un recorrido por los lugares de la movida, que fueron breves y se recorrían en una noche, todo el entramado de lo que fue Madrid en los 80, que la movida en sí daría para muy poco. Desde los barrios del Sur donde florece un rock bronco y borrascoso hasta el barrio de Salamanca donde la coctelería Balmoral servía de alivio a energéticos rockeros que buscaban estabilidad alcohólica y las galerías de arte acogían a pintores.

La gracia de estas guías no está tanto en lo sorprendente del espacio que convierten en turístico, sino en el pulso literario y vital de quien las escribe. En este caso hay suerte, pues las dos plumas que se encargan al alimón vivieron el momento desde dentro y tienen el suficiente criterio para conocer la importancia de cada uno de los lugares. Patricia Godes, que siempre me ha parecido que disecciona a la perfección lo que es válido y lo que no, sin orejeras, anteponiendo la emoción al estilo, y Jesús Ordovás, receptor bulímico de todas las historias de todos los grupos.

Como decimos, el recorrido turístico se divide por barrios; pero antes hay una pequeña introducción con las claves de la historia y al final, como epílogo, un recorrido por los lugares de los dos protagonistas más mediáticos: Alaska y Almodóvar. Las zonas se articulan todas tomando quizá como referencia un centro neurálgico, el Rastro, y se abren con una pequeña historia. Ello hace que acudan a la obra artistas que no pertenecen propiamente a las capillitas de los jóvenes ad hoc. Por ejemplo, en Malasaña se vuelca la cohorte del Gran Wyoming y Javier Krahe y en los barrios del sur el rock más combativo.

La propia estructura del género hace que se iguale todo a la baja. Lugares que darían para una monografía larga —como el Ateneo de Prosperidad— ocupan el mismo espacio que la tienda de confecciones donde Manolo Campoamor encontró por casualidad las chaquetas de Kaka de Lux. Pero esto, aparte de ser una marca de género, es algo utilísimo para el lector curioso. En ninguna historia oficial aparecerían datos tan anecdóticos como el lugar donde se conocieron este último y Bernardo Bonezzi, la imprenta donde se llevaban a fotocopiar los fanzines o la casa familiar de la familia Cano.

Así pues, la obra cumple dos funciones, por lo menos: la de complementar la bibliografía para los devotos de aquellos años 80, y la de acompañar al viajero en una ruta por lugares de Madrid que formaron un pequeño relato en el enorme entramado de la transición. Si todo ello se acompaña de fotografías abundantes, de buen tamaño e ilustrativas, nos encontramos con una obra de regocijada y amable lectura.

Anterior crítica de libros: En mi refugio interior, de Pedro Andreu.

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