Guadalupe Plata: Blues apto para indies

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«Hemos hecho lo que nos ha dado la gana partiendo del blues. No seguimos un patrón. Nos dejamos llevar. Si la gente nos ve muy estándar o muy modernos, es algo que se me escapa»

Abrazan la religión del blues, pero a su aire y, definitivamente, sin martirizarse. Llegan desde el sur de Andalucía pero en Estados Unidos ya han testado su descarado directo. Eduardo Tébar nos pone en contacto con este singular grupo con nombre de señora, Guadalupe Plata.


Texto: EDUARDO TÉBAR.


Guadalupe Plata se lo ponen fácil a los taxonomistas. Pantanosos, crudos, afilados. Adjetivación sugerente para retratar su imaginario de herrumbre y criaturas desdentadas. Establecidos entre Úbeda y Granada, el trío estudia el lenguaje del primer blues –se les ha visto rezando frente al retrato de Son House–, aunque inyectando potentes dosis de descaro y gamberrismo. La verdad, hubiesen cuajado en el Madrid de Los Coyotes. Pero Guadalupe Plata surgen en este siglo XXI de imperativo digital, así que mueven su debut en larga duración a través de Bandcamp mientras agotan la primorosa edición en vinilo. Paco Loco, Maxi Ruiz (miembro de los malagueños The Hollers) y Pablo Sánchez (técnico de confianza, entre otros, de Enrique Morente y Los Planetas) han destilado el sonido de este lanzamiento homónimo. Sus conciertos no han pasado desapercibidos. Ni siquiera en Estados Unidos, donde acaban de repetir. Hoy por hoy, Guadalupe Plata ofrecen el directo más creíble y arrollador del rock and roll en España. Una batería esquemática; un palo y un barreño de los de drenar sangre en las matanzas cumplen la función del contrabajo; y como centro de atención, el carismático Perico de Dios Barceló, portentoso chamán de la guitarra con slide. El arma con la que dispara mensajes de impacto (‘Qué se siente al matar a un gatito’). Filosofía de medio renglón. Reciclar e inventar.

Falso estreno, ¿no?
Nuestro verdadero primer disco fue el diez pulgadas que publicamos en 2009. Este largo apunta a lo mismo de antes, pero con un sonido más cercano a lo que queremos plasmar. Un sonido mucho más crudo y directo.

Y trece canciones: el número maldito.
Es un disco diabólico.

Algunas, como ‘Estoy roto’, ya las tocabais en vuestros primeros conciertos.

Hemos trabajado en tres estudios diferentes. Ha costado lo suyo por los intervalos de tiempo y las paradas. Sí, muchas de estas canciones no entraron en el primer disco, pero nos acompañan desde siempre en los directos.

Tres productores de sensibilidades enfrentadas. ¿Cómo unificáis criterios?
Les explicamos a todos ellos el sonido que buscamos. Es decir, fidelidad con nuestros directos. Nada de pistas. Tocamos todos a la vez. Se nota la diferencia de cada productor, pero el disco suena homogéneo.

¿Gracias al barniz final de Mike Mariconda?
Sí, desde luego. Él ha conseguido esa homogeneidad. La verdad es que ha quedado muy bien. Hace poco estuvo pinchando después de un concierto nuestro en la sala Planta Baja de Granada. Se lo pasó pipa. Fue una alegría tenerlo en casa y llevárnoslo de paseo por el Albaicín.

Seguís con la manía de no titular los discos.
Creo que nunca titularemos nuestros discos. A mí eso no me gusta.

Pero luego os salen títulos impactantes, como ‘Jesús está llorando porque has sido mala’.
Me he criado con muchas películas del oeste. A mi padre le gusta mucho el western. Son cosas que me vienen a la cabeza cuando me pongo a tocar. Te imaginas serpientes moviéndose y ese tipo de cosas.

¿Evolución?
Tenemos muy claro lo que queremos y siempre miramos al mismo sitio. Muchas de las canciones de este segundo disco ya las tocábamos antes de ser grabadas. Quizá haya sorpresas para el próximo. Nos gustaría grabar con una banda de Semana Santa de Úbeda, mezclando esos tambores con el blues del Delta. Creo que es una buena combinación. Son elementos que van de la mano. Me recuerda a los esclavos cuando hincan la pica en la tierra. Podría funcionar con nuestra idea del blues.

¿La Semana Santa ha influido en la fiebre rítmica de los grupos de Úbeda?
Yo también tocaba el tambor en el Santo Entierro, hasta los catorce o quince años. Es algo que se mama desde pequeño y se queda por ahí dentro, aunque parezca mentira.

Y el blues, ¿fue la música de vuestra pubertad?
[Jimena, batería:] Nos juntábamos con trece o catorce años y escuchábamos blues. El secreto de la escena de Úbeda se debe a tres factores. El primero es la cercanía con Torreperogil, donde vivía Fran, un maestro para nosotros. Tenía la colección de discos más impresionante que hemos visto jamás. Nos ponía una música increíble. También ocupamos una casa para ensayar. Venían amigos y cada uno cogía un instrumento. Además, está La Tetería, un sitio donde suenan canciones exquisitas.

Perico, ¿recuerdas el gusanillo inicial?
El blues me pone los pelos de punta desde que soy niño. La primera vez, la cabeza me dio un vuelco. El corazón me palpitaba.

¿Qué músico te causó ese efecto?
Sonó en la radio una grabación de B.B. King. A partir de ahí, indagué en los pioneros. Me fui a los guitarristas acústicos de los años 30: Charlie Patton, Leadbelly, Lightnin’ Hopkins… Vi el toque negro, la picaresca, la forma de expresar. Entré en un camino de perdición. Un camino sin retorno.

El blues de Guadalupe Plata es más catártico que doloroso.

Hemos hecho lo que nos ha dado la gana partiendo del blues. No seguimos un patrón. Nos dejamos llevar. Si la gente nos ve muy estándar o muy modernos, es algo que se me escapa.

Hay para todos: sois la única banda capaz de figurar en los carteles del Blues de Cazorla y en el del Primavera Sound.
Me parece bien. El blues tiene mucha importancia en la historia de la música popular. Es la raíz fundamental y debería estar presente. No podemos olvidar nuestro pasado. Si Guadalupe Plata ha llegado a diferentes sectores, que sepan que venimos de ahí, que sean conscientes de ese legado. Hay que mirar atrás para seguir hacia adelante.

Tampoco ofrecéis dos conciertos iguales.
Hay canciones que tienen unos ejes más claros, pero la mayoría están abiertas al desbarajuste. Puede ocurrir cualquier cosa. Intentamos crear una atmósfera de blues real. Y el blues se nutre del momento.

¿Momentos como actuar en un club de alterne?
Fue en León.
La música debería volver a este tipo de establecimientos. Recuerdo como algo alucinante el espectáculo de la chica en la barra mientras tocábamos ‘Baby, me vuelves loco’. Paco Luis [Martos], nuestro palanganero [bajista] tuvo que salir por patas. Estaba mareado. Fue una situación calurosa. La calefacción estaba muy alta.

¿Mejor la segunda visita a Estados Unidos?
[Jimena:]
Este año no ha sido tanto como la mili del rock. Hemos comido y hemos dormido en una cama. Austin es una ciudad muy recomendable, aunque se lía un buen follón con los conciertos.
[Perico:] Cuando terminábamos una actuación, la gente nos decía “you’re Austin!”. Eso nos da a entender que lo hacíamos bien. Les devolvíamos lo suyo, pero con cosas nuestras. El público respondía bien. De hecho, muchos de los que nos vieron el año pasado repitieron esta vez y se trajeron a más curiosos. Le damos importancia a esa repercusión porque allí se juntan hasta tres mil grupos.

Lo poco que decís, lo decís en castellano. Las letras de todo el álbum caben en un minuto enlatado.
Tengo como referencia el rock and roll. No somos cantautores ni contamos una historia. Intentamos decir algo que vaya con la canción. La letra es un ingrediente más, pero no un pilar básico. Siempre pienso en “auambabuluba balambambú” o ‘Tutti frutti’. ¿Qué coño significa eso? No lo sabemos, pero mola.

¿Y quién es ‘Lorena’?
Es una Lorena real. Un amor imposible.

Así que en Guadalupe Plata hay sitio para el demonio, pero también para el amor.
No hay demonio sin amor. Ni amor sin demonio.

Aquí puedes descargarte los discos de Guadalupe Plata.

Próximos conciertos de Guadalupe Plata:
23 de julio: Low Cost Festival (Benidorm)
30 de julio: Rockcumentary, Sala Honky Tonk (La Laguna, Tenerife)
12 de agosto: Sala Son (Cangas Do Morrazo, Pontevedra)
13 de agosto: Sonorama (Ribera del Duero)
20 de agosto: Kanina Rock (La Redondela, Huelva)
27 de agosto: Pijota Music Festival (Cádiz)
2 de septiembre: Sala Super 8 (Ferrol)
3 de septiembre: Antigua Estación (Oviedo)

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