“Fuera del mapa”, de Alastair Bonnet

Autor:

LIBROS

“Un estudio ligero pero sutil, curioso pero productivo, que demuestra que los recintos imaginados por Ballard o por Bradbury no estaban tan lejos de la realidad”

 

fuera-del-mapa-15-11-17

Alastair Bonnet
“Fuera del mapa”
BLACKIE BOOKS

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

Desde siempre, me he sentido fascinado por los no-lugares. Imaginados en “La Odisea”, proyectados en utopías o llevados a la práctica en falasterios, hemos intentado pervertir aquello que consideramos más inmutable y cercano –el espacio– hasta hacerlo rebelde. La fascinación que ejercen los mapas escolares, con sus colores y sus líneas divisorias, lleva casi obligatoriamente a un deseo casi infantil de transgredir y de crear entidades espaciales propias –refugios, casas en árboles, cabañas–, esas que en el último capítulo del libro se comenta que te persiguen toda la vida.

De eso trata “Fuera del mapa”, de cómo esencialmente en el siglo XX y en el nuestro hemos pervertido ciertos territorios y la disposición fijada en las fronteras se ajusta a una realidad que a poco que pensemos se nos escapa. Pero por eso mismo, se trata de una obra de amor a los lugares, a los que no existen, a los no catalogados, a los no estables. Así se potencia la verdadera ilusión cuando todo está ya explorado: el asombro.

Para ello, el profesor de Geografía Social Alastair Bonnet divide la obra en varias secciones. En primer lugar, los espacios perdidos. Islas que nunca existieron pero que reafirman la voluntad de seguir explorando, territorios que ningún país quiere, aldeas abandonadas, ciudades que rebautizadas acaban siendo otras… Porque la ciudad es la verdadera protagonista, el caso extremo de modificación del paisaje que puede derivar hacia especiales distorsiones.

Así, en capítulos muy divulgativos, nos encontramos con enormes urbes cerradas en las que no está permitido entrar, otras más enormes construidas dentro de cementerios o de aeropuertos, otras nunca habitadas donde se encienden luces con temporizadores y se emiten sonidos con altavoces, retales sobrantes que son coleccionados como arte del siglo XXI… Incluso hay páginas dedicadas a cuestiones políticas como aquellas destinadas a reflexionar sobre ciudades montaraces –aquellas sin ningún tipo de control por parte de ningún estado– o sobre la Colombia de las FARC.

Por supuesto, se abordan también curiosidades: la posesión del aire que esta sobre cada vivienda, islas artificiales o transatlánticos que son hogares perennes. En definitiva, un estudio ligero pero sutil, curioso pero productivo, que demuestra que los recintos imaginados por Ballard o por Bradbury no estaban tan lejos de la realidad.

Anterior crítica de libros: “Bunbury experimental”, de Juanjo Ordás.

Artículos relacionados