Fotopress: Xavi Sancho

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«Eliminaría la música de todos los espacios públicos, menos de Ikea, donde subiría el volumen para así no poder discutir con la señora. Todos estamos a una visita a Ikea del divorcio»

 

Xavi Sancho lleva años dedicado a esto del periodismo musical y cultural: comenzó en AB, y desde entonces ha pasado, entre otros medios, por «La Vanguardia», «Avui», «Go Mag», «Time Out». Ahora se le puede leer en «Primera Línea», «Esquire», «S Moda», «Grazia», «En Barcelona», «Marie Claire», «Rolling Stone» y en diversas secciones y suplementos de «El País». En su currículo también destaca haber sido, durante unos meses, corresponsal en barcelona para temas futbolísticos de «The Sun».

 

 

Fecha y lugar de nacimiento.
Barcelona, 1972

¿Qué música sonaba en tu casa cuando eras niño?
Por un lado, Brel, Aznavour, Moustaki… Por otro, Quilapayún, Víctor Jara… En casa queríamos la cultura francesa y la revolución latinoamericana. Por eso supongo que salí medio anglófilo.

¿Cuál fue el primer disco que compraste?
«Nuevas mezclas», de El Último de la Fila. En la tienda vendían vinilos y trastos para la playa. También me llevé una sombrilla verde para mi abuela.

¿Y el último?
Llegaron juntos en un paquete: «Forever 22» de TV21, «A thousand day dream» de The Verterbrats y «Remain in Light» de Talking Heads, que lo perdí y lo echaba mucho de menos.

Selecciona tres discos internacionales esenciales de tu colección.
«The village green preservation society» de The Kinks, «Searching for the young soul rebels» de Dexy’s Midnight Runners, «The holy bible» de Manic Street Preachers.

Selecciona tres discos nacionales esenciales de esa misma colección.
«De un país en llamas» de Radio Futura, «Tormentas imaginarias» de 091y «Gran fuerza» de Astrud.

Un disco doble al que no le sobra nada.
«London calling», de The Clash.

Un grupo o cantante a quien rescatarías del olvido.
The Rainmakers deberían haberse convertido en megaestrellas. Como letrista, Bob Walkenhorst creo que está ahí arriba, junto a Warren Zevon y Billy Bragg.

¿Cuál fue el primer concierto al que asististe?
Hombres G en las fiestas patronales de Benicarló. Mi madre se hizo fan. Creo que jamás he vuelto a lograr influir en los gustos musicales de nadie.

¿Y el mejor concierto que has visto?
My Life Story en el viejo Astoria de Charing Cross. Era 1995, en pleno subidón britpop. Parecía que iban a comerse el mundo a violinazo limpio.

 

Elige y razona tu elección:

Serrat/Aute.
Serrat, por proximidad, y porque es el único de los dos que escribió ‘Mediterráneo’.

Sabina/Robe Iniesta.
Pues ninguno, la verdad. Sabina me irrita sobremanera y Robe supongo que debe ser un buen poeta y eso, pero jamás me ha llamado la atención.

Radio Futura/Los Planetas.
Radio Futura. Hasta «La canción de Juan Perro» fueron invencibles.

Nacho Vegas/Quique González.
Ninguno me encanta especialmente, pero si debo elegir, me quedo con Vegas. Creo que hay hecho algunas cosas realmente especiales, aunque como personaje me resulta inmanejable. González huele demasiado a establo, a carretera solitaria, a perdedor que muerde el polvo… En fin, a todas esas metáforas de rock yanqui que tanta pereza me dan.

Jacques Brel/Serge Gainsbourg.
Ambos me encantan, pero me llega más Brel. Es parte de mi educación sentimental; Gainsbourg, de la estética. Supongo que hace diez años me hubiera decantado por Gainsbourg.

Frank Sinatra/Elvis Presley.
Francis Albert, sin duda. Tiene un disco junto a Antonio Carlos Jobim. Fin de la discusión.

Marvin Gaye/Bruce Springsteen.
Springsteen. Me he pasado toda la vida amando y odiando a Bruce, según la época. Por fin creo que he llegado a asumir que es un tipo maravilloso que posee un cancionero imperial. Cosas que en otros me parecen ridículas en él me resultan fascinantes. Mi problema con Gaye es que me gusta más el de «Stubborn kind of fellow» que el de «What’s going on». Primario que es uno.

Tom Waits/Lou Reed.
La verdad es que, musicalmente, me gusta mucho más Tom Waits, pero voy a escoger a Lou Reed, porque, aunque el 90% de su producción post Velvet sea una mierda, es un hijo de puta tan grande que no hay más remedio que admirarlo y reivindicarlo.

Michael Jackson/Prince.
Prince tiene más discos redondos y su excentricidad y megalomanía me resultan mucho más entrañables que las de Jackson, que casi siempre dio un poco de cosita, el hombre (o lo que fuera).

The Rolling Stones/The Velvet Underground.
La Velvet: por sonido, por actitud, por historia, por significado… Mi manera de entender la música cambió por completo el día que descubrí que podía gustarme un disco como el del plátano.

Paul McCartney/John Lennon.
Como seres humanos, los dos me resultan insoportables. Y la facción de sus fans que sigue dando la lata en 2013, aún más. Por una vez en la vida pensaré que la música es solo cuestión de canciones y elegiré a Lennon, que escribió ‘I am the walrus’.

Bob Dylan/Neil Young.
Aquí me pasa lo mismo que con Waits y Reed. Hay bastantes más discos de Young que me gustan que de Dylan. Sus solos de guitarra, junto a los de los Ramones, son los únicos que escucho con placer. Pero Dylan me resulta un personaje fascinante, y su primer lustro eléctrico es lo más grande. Por un pelo de coño de mosca: Bob.

Elvis Costello/Paul Weller.
Casi siempre que pienso en dios acabo con Paul Weller en la cabeza. Elvis Costello está envejeciendo fatal.

Miles Davis/Jimi Hendrix.
Miles Davies. Me cuesta entenderlo, pero cuando creo entrever lo que hace y busca, me fascina. De Hendrix no me gusta nada, ni siquiera la vena pirómana.

Camarón/Enrique Morente.
Camarón era un poco punk y Morente un poco indie. Camarón, pues.

 

¿Por qué decidiste dedicarte a la crítica musical?
Yo quería hacer crítica literaria, pero eso es para listos. Antes de dejar de colaborar con «El País» me gustaría que me permitieran escribir, al menos, un pie de foto en «Babelia».

¿Quién fue tu maestro periodístico?
Los que escribían en el «Melody Maker» durante los noventa: Simon Price, Taylor Parkes, Caitlin Moran, Andrew Mueller…

Un equipo de fútbol.
Real Sociedad y Tottenham Hotspur.

Un político.
Salvador Allende

Una ciudad para vivir.
Barcelona. No lo llames patriotismo, llámalo suerte. Si me echan, me voy a Buenos Aires o a Brighton.

El disco que detestas y que despierta alabanzas entre tus compañeros.
Contemporáneo: La mitad de la discografía de Radiohead, tres cuartos de la de Björk y toda la producción de Animal Collective. Clásico: Led Zeppelin, Queen y Bob Marley me desesperan.

¿Vinilo, cedé o mp3?
Me es absolutamente igual. Me gustaría, eso sí, comprar más vinilos, pero mi casero lo tomaría como una falta de respeto, con todo lo que le debo.

La película que nunca te cansas de volver a ver.
«Trust», de Hal Hartley

El libro que nunca te cansas de releer.
No acostumbro a releer, pero hay dos cosas cortas a las que sí vuelvo con cierta regularidad: «Franny & Zooey» de JD Salinger y «19 de septiembre de 1971» de Roberto Fontanarrosa.

Una serie de televisión.
«El ala oeste de la Casa Blanca».

Si estuviera en tus manos elegir la música que suena en los supermercados, ¿qué discos seleccionarías?
Eliminaría la música de todos los espacios públicos, menos de Ikea, donde subiría el volumen para así no poder discutir con la señora. Todos estamos a una visita a Ikea del divorcio.

Anterior entrega de Fotopress: Juanjo Ordás.

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