Fotopress: Darío Vico

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«Todas las semanas compro discos, como terapia y al mismo tiempo como adicción. Los discos siempre están ahí cuando quieres escucharlos o tocarlos. Las personas son ligeramente más volubles.»

Darío Vico es un todoterreno de gustos variados, tanto que a veces sorprende reivindicando las cosas menos imaginables. Ha pasado por publicaciones como la «Guía del Ocio» de Madrid, «Quo», «GQ», «Paris Match», «Ritmic» (de la que fue director) «Zona de Obras» y EFE EME. También colaboró en el sello discográfico Rama Lama, y en M80 como programador. Ha escrito libros sobre Bob Dylan, Pink Floyd y Alaska. En la actualidad es subdirector de la edición española de «Rolling Stone» y copropietario de un caballo de carreras, «El Mago».


Fecha y lugar de nacimiento.
12-8-65, en Bilbao (Vizcaya), aunque, en realidad, soy madrileño. Mi madre acudió allí meditando sobre si debía continuar con el embarazo, y unas monjitas la convencieron de que lo hiciera. Curiosamente, ni eso consiguió que no fuera ateo prácticamente de nacimiento (descreído, más bien), pero sí que me hace tener cierto respeto por los religiosos. No creo en Dios, sólo en la religión (y los religiosos en los que más confío, tampoco).

¿Qué música sonaba en tu casa cuando eras niño?
En casa de mi madre, fundamentalmente, radiofórmulas, pero era esa época en que en Los 40 sonaban Dylan y Umberto Tozzi. Mi padre escuchaba rock y tenía una buena colección de discos, en mi adolescencia se decantó por el reggae. Mi tío era mucho más abierto, escuchaba a Donna Summer, Supertramp, Kenny Rogers y Television… Escuchaba un disco que le gustaba y se lo compraba, sin hacerse más preguntas, yo heredé esa actitud, creo. Fui esquilmando desde crío las colecciones de ambos y finalmente me dieron los que sobrevivieron. Sigo distinguiendo los discos de cada uno, incluso de los que ambos tenían copia.

¿Cuál fue el primer disco que compraste?
Me regalaron un comediscos con 11 años y fui a El Corte Inglés. Me llevé el ‘Tú’ de Umberto Tozzi y el ‘Cambio de guardia’ de Dylan, que peleaban en las listas. Y para desempatar el single (sólo compraba singles durante mucho tiempo) de ‘La guerra de los mundos’, de Jeff Wayne. El primer LP, el “Tattoo you” de los Stones. No me volvió loco, yo consideraba entonces que los Stones eran especialmente buenos haciendo música disco, y aquel era un disco más rockero. Y para eso, prefería a Queen. Lo curioso es que un par de años después saldría “Another one bite the dust” y tuve que replanteármelo todo.

¿Y el último?
Todas las semanas compro discos, como terapia y al mismo tiempo como adicción. Los discos siempre están ahí cuando quieres escucharlos o tocarlos. Las personas son ligeramente más volubles. Prefiero a las personas, pero claro, ante un revés, siempre tienes tu copia de “Still”, en cartoncito rugoso, para acariciarla como una mantita de Linus. El último, ahora mismo, un par de box sets de Mayall y The LA’s y el vinilo de Arcade Fire, porque lleva el título como un rotulito brillante que me gusta mucho para mirar y tocarlo.

Selecciona tres discos internacionales esenciales de tu colección.
“Jazz” de Queen, creo que es el primer disco que me escuché varias veces de punta a cabo y que entendí como una «obra», como algo que requería mayor atención que una simple canción antes y después de otra.
“Lo mejor del tecno pop” fue un recopilatorio de serie barata de Virgin que incluía temas de grupos más o menos superventas como Human League y Heaven 17 con otros más «raros» como Japan, DAF, John Foxx… Descubrí muchos grupos que me gustaban y que un género no empieza y acaba según la popularidad, ni por exceso ni por defecto.
“Ocean Rain” de Echo and the Bunnymen, es para mí el disco más perfecto de los 80, que creo que es la década clave porque lo creativo y lo referencial mantenían el equilibrio justo, me parece que por eso es la verdadera era dorada del rock y, éste, su disco más perfecto. Para mí, Echo son, con mucho, mejor grupo y más influyente que Joy Division, musical y estéticamente. Creo que tienen algo de cada estilo y grupo que me gusta, y que aquí lo reflejan en cada canción.

Selecciona tres discos nacionales esenciales de esa misma colección.
“Grandes éxitos” de Alaska y los Pegamoides. Es como el doble blanco de los Beatles de la movida, con todos esos chicos tratando de meter todas sus ideas e influencias dentro.
“Alas sobre el mundo” de Aviador Dro, junto con los maxis coetáneos (“Programa en Espiral” y “Selector de frecuencias”) y aquí entra lo emocional de mi parte robótica, así que, por ambos extremos, no puedo explicarlo.
“El acero del partido”, de Esplendor Geométrico, porque siempre me han gustado los discos de ruido, siempre me han relajado mucho y me han servido para aislarme y entrar en contacto con mi parte extra-humana, por decirlo de alguna manera, con lo que los místicos llaman espiritualidad, los psicólogos subconsciente y yo lo veo más cerca de una especie de tocino cósmico.

Un disco doble al que no le sobra nada.
“Self portrait”, de Dylan, porque hay canciones buenas y canciones aparentemente horribles y ridículas, y yo creo que la belleza está en los extremos. Y este es un disco extremo. Ver la vida por un parabrisas impoluto es una aburrimiento. Los restos de lluvia y maleza que se quedan donde los deposita el limpiaparabrisas te dan la información sobre dónde has estado realmente.

Un grupo o cantante a quien rescatarías del olvido.
A The Sound (los de Adrian Borland), The Triffids, o Javier Bergia, por ejemplo.

¿Cuál fue el primer concierto al que asististe?
Creo que mi padre me llevó a uno de Radio Futura, en la etapa en la etapa post-primer LP en la que no grababan, y presentaron gran parte de las canciones que irían grabando luego, de ‘La estatua del Jardín Botánico’ en adelante, con Polanski como teloneros, creo que en su debut en sociedad. Muy buenos los dos. Pero no, creo que antes fui al parque de Atracciones a ver a Coz, aún con los hermanos De Castro. Me parece que después me atreví a montar por primera vez en los Siete Picos.

¿Y el mejor concierto que has visto?
Sun Ra en el San Juan Evangelista, John Cale en la Universal pequeña, de Fundadores, Fugazi en Revólver, Bunbury en el Foro Sol en DF, Sonic Youth en el Espárrago, Stephane Grappelli en el Salamanca, Camarón y PSBoys en el Palacio de Deportes, Aviador y Décima Víctima en Rockola, y hace poco, Kiss en el Palacio de Deportes. Con Dylan me he aburrido siempre como un mono, pero ha sido bonito verlo. Si tengo que elegir uno solo, un hippy tocando una tarde con su guitarrita canciones de Neil Young en la Plaza de las Descalzas (a la salida del Metralleta). Me acababa de dejar una chica (otra chica) y creía que me moría, y ese tío, no sé, estuve media hora viéndole y me di cuenta de que al fin y al cabo aún podía irme a casa y escuchar discos o ir a ver al Atleti con mis amigos. O conocer a otra chica. Me volví a casa andando porque le eché los veinte duros que me quedaban para coger el metro, y en absoluto me sentí desgraciado por el camino.

Elige y razona tu elección:

Serrat/Aute.
Serrat, puedo tararear más canciones de Serrat, sin duda.

Sabina/Calamaro.
Aunque me gustan, no me acabo de creer a ninguno de los dos, pero sé que si leyeran esto a Sabina se la traería floja y a Calamaro le jodería un poco. Así que me quedo con Sabina, aunque le creo un falso republicano y un falso atletista.

Nacha Pop/Los Planetas.
Nacha Pop. Los Planetas fueron el primer grupo con el que me di cuenta de que yo, emocionalmente, ahí no entraba. Y lo más importante, supe encajarlo y no lo disimulo. Sin eso, me parecen bastante mediocres, aunque reconozco que todo el envoltorio (títulos de canciones, portadas, etc) me gusta. Si fueran un grupo falso, me molarían más. De Nacha no soy devocional, pero tienen canciones que me gustan.

Nacho Vegas/Quique González.
Yo en los cantantes distingo los Wildeanos (no pueden evitar ser como son) y los Scott-Fitzgeraldianos (no tienen más remedio que intentar ser algo que no son) sin desdoro para ninguna de las categorías. El primero creo que es uno de la primera, aunque sin un talento aparente, me divierte mucho, me resulta de una ridiculez tan desprejuiciada que me acaba por gustar (en ese sentido, la existencia de su hermano Xabel y su noviazgo Rosenvingeiano ya acaba por rizar el rizo). Quique creo que teniendo más talento es de la segunda categoría, sería tan feliz si hubiera nacido en 1945 en Wichiquaua y se hubiera trasladado a los 18 a los suburbios de Detroit que… ¿por qué no intentar convencer (se) a todos de que es así? Le escucho más a él porque tiene canciones muy bonitas, pero cuando se pone peliculero, no me gusta nada. Uso varias canciones suyas para correr.

La Mala/La Bien Querida.
Ninguna de las dos me gusta, y la primera, además, siempre me ha parecido excesiva. Lo de LBQ, pues no sé, pues vale, pero luego la gente dice que Amaia Montero es un producto…

Jacques Brel/Serge Gainsbourg.
Brel era a Rimbaud lo que Gaisnbourg a Lino Ventura.

Frank Sinatra/Elvis Presley.
La dicotomía correcta, en nuestro país, sería ¿Jorge Negrete o Elvis? Que fue el verdadero duelo. Y ahí, creo que empatan, creo que ambos crearon el carácter del pop melódico español conjuntamente. Sinatra me gusta mucho, además, pese a tener una voz rara, creo que le imito, a la oreja, con cierta convicción, mi hit es ‘It was a very good year’.

Marvin Gaye/Bruce Springsteen.
Por parafrasear a Ordovás, que estuvo magistral con lo de Marvin Gaye y Obama, Springsteen es el Bill Clinton del rock. Patti Scialfa acabará haciendo mejores discos que él. Me quedo con Marvin, aunque sea porque cada vez que me imagino sosteniendo a una exánime Tammi Terrell en vilo, me siento excitadísimo.

Tom Waits/Lou Reed.
Lou, sin duda. Me encantaría tener un souvenir del expolio del concierto aquel del Moscardó; si alguien conserva algo, hablamos. Creo que era un tipo con talento para hacer canciones, se notaba que antes de la heroína le gustaba el doo-woop. Laurie lo ha convertido en un zarrapastro, de verdad, qué manía la de leer libros, y ya no te digo la de declamarlos. Tom Waits es demasiado gutural para mí, y tiene tres canciones buenas. Estaría bien que un día se descubriera que Tom Waits es, en realidad, un mono.

Michael Jackson/Prince.

Prince, los ochenta de Prince me parecen acojonantes, los discos más poppies y psicodélicos, sobre todo, se pueden seguir escuchando muy a gusto. Michael es guay como personaje y para bailar, pero es un talento menor.

The Rolling Stones/The Velvet Underground.
Los Stones son un grupo muy bueno para follar si estás un poco gordo, te sientes más sexy. La Velvet igual, en un plan más de preliminares obsesivos.

Bob Dylan/John Lennon.
Las canciones sobre chicas de Bob Dylan son más bonitas. Además es un tío que, cuando le salen las cosas mal, casi es más interesante. Lennon en solitario, no sé, creo que hay discos que las canciones que me gustan son las de Yoko o con ideas de Yoko.

Neil Young/Elvis Costello.
Cuando Costello se empeña en hacer música americana deja ver que tiene talento, pero no es ni mucho menos un genio. Cuando Young hizo tecno pop, era buenísimo. Así que me quedo con él.

Youssou N’Dour/Fela Kuti.
Fela Kuti, era tremendo, un jazzman loco, habría sido un extraordinario dictador, de los mejores de la historia de África, no me quiero ni imaginar lo que se le hubiera ocurrido. Youssou me parece blandengue.

¿Por qué decidiste dedicarte a la crítica musical?
Pues supongo que por curiosidad, por preguntar cosas, por figurar un poco (aunque llevo 20 años y soy un poco como el hombre invisible, no me parece mal porque tampoco es que tenga nada nuevo que ofertar) y, sinceramente, porque Sardinita me dijo un día que regalaban los discos, y mi paga entonces era muy exigua. Por lo mismo me hice árbitro, por falta de talento y de dinero.

¿Quién fue tu maestro periodístico?
Don José Ramón Pardo, cuando ya decidí tomármelo como profesión. Creo que es la persona que mas cosas y más desinteresadamente me ha enseñado y se lo agradezco. Manrique es otro referente, claro, siempre que no pretendas imitarle, con admirarle es suficiente.

Un equipo de fútbol.
El Atletico de Madrid y el Levante, luego el Athletic de Bilbao (y el Estudiantes, y la cuadra del Duque de Alburquerque, y Lotus en la época de JPS).

Un político.
Don Nicolás Salmerón, Don Melchor Rodríguez y Don Julián Zugazagoitia.

Una ciudad para vivir.
Madrid. Ls casas frente al retiro, en la acera de Menéndez Pelayo, si tuviera pasta y chófer, y la influencia suficiente para que reconstruyeran los bulevares de cuando era pequeño. También reconstruiría el viejo barrio de Pozas, y me compraría un ático con vistas al hipódromo.

El disco que detestas y que despierta alabanzas entre tus compañeros.
Los de los Planetas, por lo que dije antes, pero reconozco que aquí a mi juicio no le asisten las necesarias razones emocionales.

¿Vinilo, CD o mp3?
Vinilo, aunque me gustan mucho las box-sets en CD bien hechas, con mucha información y gadgets.

La película que nunca te cansas de volver a ver.
“Hoosiers” y “Notting Hill”. “Solaris”, la rusa. Y “Annie Hall”. Varias de Wilder, como “Avanti”.

El libro que nunca te cansas de releer.
“Un tercio de siglo”, entre los de referencia. Es una historia de las carreras de caballos en España. Y “Papá Goriot” de Balzac, aunque me estoy haciendo mayor pare este.

Una serie de televisión.

“True Blood”, ahora mismo, es muy divertida e infame.

Si estuviera en tus manos elegir la música que suena en los supermercados, ¿qué discos seleccionarías?
“Metal machine music” de Lou Reed, y ahorraría un par de miles de euros al año seguro en cosas que no necesito.


Anterior entrega de Fotopress. Eduardo Guillot.

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