First date, de Adele & The Chandeliers

Autor:

DISCOS

«Pura vitalidad y energía, pura magia»

 

Adele & The Chandeliers
First date
PRETTY OLIVIA RECORDS, 2020

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

Debe de haber unos cincuenta sellos en España de pequeño calado. Sellos que comparten plataformas de internet con la mayoría de las majors —ese punto ya lo tienen ganado—, pero que no tienen ni la misma distribución ni la misma promoción. Ese punto, perdido para siempre. Y el caso es que deberían prestarles atención, si son devotos de las canciones, porque su baza fundamental es que editan canciones maravillosas. Uno de esos sellos es Pretty Olivia, desde la zona de levante, que ha sacado a la luz brillantes muestras de pop de guitarras y ha forjado, con ello, un brillante catálogo.

En esta ocasión, se trata de Adele Pickvance, que tomó el bajo con The Go-Betweens cuando estos se volvieron a reunir en el nuevo milenio y que aquí se presenta en formato trío —a sus dos compañeroes los conoció a raíz de su programa de radio— con algunas colaboraciones como la de Karin Bäumler, la pareja de Robert Foster, que se encarga de los textos en alemán de “German on my mind”.

Hablan las crónicas sobre el disco y señalan que es nuevaolero, post-punk… No, es mucho más que eso. Ya desde la recién citada “German on my mind”, que abre el disco, encontramos toda la historia del pop concentrada en dos minutos treinta. Ahí está ese bajo de los primeros veinte segundos que puede sostener cualquier melodía de cualquier época, cualquiera de los Kinks, del glam-rock, el “My sharona”, Teenage Fan Club… Sobre ella, las guitarras levemente psicodélicas y una voz, la de Adele, sincopada, tal que Debbie Harry cantando algo en el CBGB.

Esta es la primera, hay nueve más igual de fantásticas. “Treasure”, por ejemplo, un soberbio ejercicio de sencillez aliada con energía, como una Patti Smith en un día de calma. O “1234”, un recuerdo a los girls groups que poco a poco, y apoyada en los teclados, se va convirtiendo de un tema high school en una canción cercana a The Monkees y que recorre todo el río que canaliza el pop juvenil de los sesenta. También es high school “Looking for something”, con toda la ingenuidad natural de Lesley Gore, por ejemplo.

En ocasiones son más barrocos, “Swimming with sharks” es pura magia, un encanterio, enredada en perfectas florituras, puentes luminosos y guitarras intensas, y en “Gourami fish” esa misma guitarra te lleva por pasajes balanceantes mientras los teclados caminan con alegría. Todo en frascos de pequeño tamaño, dos minutos y poco más, que se convierten en minuto y medio al entrar “Love you more”, versión de Buzzcocks efectiva y vitaminada, que concentra una explosión de melodías azucaradas y enérgicas a la manera de Nikki and The Corvettes.

Como he referenciado, hablan de post punk las reseñas sobre el grupo. Alguna etiqueta le tendrían que poner. El post punk no fue más que la manera de trabajar con más oxígeno y más amplitud la crudeza de lo que fue el punk, de llenar sus fraseos directos de cierto encanto melódico. Eso es en esencia una de las mejores canciones, “Breaking all the rules”, y eso es todo el elepé de Adele & The Chandeliers: pura vitalidad y energía, pura magia.

Anterior crítica de discos: Spare ribs, de Sleaford Moads.

 

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