“Fantasía” (1940), de Walt Disney

Autor:

EL CINE QUE HAY QUE VER

 

 

 

“Es, y seguirá siendo, lo que Walt Disney siempre quiso que fuera: una obra de arte total”

 

Han pasado casi ochenta años desde su estreno, pero “Fantasía” sigue siendo un clásico imprescindible de la factoría creada por Walt Disney. Elisa Hernández nos recuerda por qué.

 

 

fantasia-27-08-17-b

“Fantasía”
Walt Disney, 1940

 

Texto: ELISA HERNÁNDEZ.

 

 

Producida por el propio Walt Disney, dirigida y realizada por muchos de sus colaboradores y procedente claramente del modelo de las “Silly Simphonies” (cortometrajes de animación acompañados de música alegre y divertida creados por Walt Disney Productions en los años treinta), pero buscando dar un paso más allá, “Fantasía” es una rara avis dentro del canon Disney. El film se compone a partir de un conjunto de segmentos cuya animación, base o historia (ha de constar que no todos son narrativos y que de hecho el primero de ellos es puramente abstracto) se conciben a partir de la música que buscan ilustrar.

 

 

 

La banda sonora, y este es quizás el elemento que más se recuerda de “Fantasía” y lo que la distingue del resto de “clásicos Disney”, no es original, sino que se trata de música clásica, desde una fuga de Bach hasta el “Ave Maria” de Schubert, pasando por algunos fragmentos de “El Cascanueces” de Tchaikovski y la sexta sinfonía de Beethoven, entre otros.

 

 

 

Los críticos subidos en ciertos pedestales la atacaron por el tratamiento “popular” que esto le daba a la música clásica, una de las grandes artes que todavía no había sido absorbida, masticada y regurgitada por la cultura de masas. Sus defensores alabaron el coraje y la originalidad de la propuesta. La elección no solo no es banal, ni tampoco fruto de la valentía de su creador, sino que encaja de forma estratégica en las pretensiones del propio Walt Disney de elevar la animación a los altares, de consolidarla como algo más que mero entretenimiento para niños. Unos anhelos que, lamentablemente, todavía no han sido del todo satisfechos. De esta compleja ambición de su productor proceden, quizás, algunos de los elementos que más llaman la atención por su singularidad casi caprichosa: la inclusión de secuencias muy estremecedoras, el tono didáctico con que el presentador nos informa de lo que vamos a ver o el uso de las imágenes de la orquesta y su director preparándose para tocar como hilo conductor y enlace entre las diferentes secciones.

Pero a pesar de este anclaje histórico, confirmado por la más que obvia metáfora que nos propone la escena que cierra el film, y de que algunos de sus fragmentos puedan resultarnos hoy algo naifs, “Fantasía” ha conseguido sobrevivir a las casi ocho décadas que han pasado desde su estreno (de hecho, si no fuera gracias a los exitosos re-estrenos en salas y a las ediciones y re-ediciones en formato doméstico, el film nunca habría recuperado la ingente inversión inicial), demostrando una capacidad de sincronización entre lo visual y lo musical inexistente en otras películas posteriores, un ritmo casi perfecto, una cadencia por la que dejarse llevar.

 

 

Al ofrecernos este espectáculo sin igual, “Fantasía” es, y seguirá siendo, lo que Walt Disney siempre quiso que fuera: una obra de arte total.

Anterior entrega de El cine que hay que ver: “Pozos de ambición” (2007), de Paul Thomas Anderson.

Artículos relacionados