Fabián: el secreto mejor guardado del pop español

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«Tengo conciencia de clase, mis padres han currado toda la vida, son trabajadores, son obreros y no sé si llama la atención algo relacionado con eso, pero puede que a mí me emocione hasta tal punto de escribir sobre ello»

Con su tercer disco, «Después del incendio y otras cosas así», Fabián confirma porqué es el cantautor (pop o rock, como quieras llamarlo) más interesante y original que ha dado el pop español en los últimos años; aunque pocos parezcan saberlo. Juan Puchades conversa con el músico leonés.


Texto: JUAN PUCHADES.
Foto. JUAN MARIGORTA.


Sigo a Fabián Díez desde sus primeras maquetas, y no deja de maravillarme cómo ha ido creciendo como compositor, como músico, como intérprete, cómo sus discos han ido haciéndose cada vez más complejos pero sin abandonar la sencillez más emotiva, la de las cosas próximas, hechas con cariño. Sinceramente, desde la quinta capitaneada por Quique González, Amaral o Xoel López (antes Deluxe), uno no ha encontrado a un creador como Fabián, alguien capaz de ponerle la piel de gallina con sus canciones, de tocar la fibra sensible, de ser rotundamente original, de tener las ideas clarísimas en cuestiones sonoras. Sin embargo, víctima de estos tiempos en los que parece que basta con estar en internet para hacerse oír, las dificultades de Fabían por darse a conocer son enormes. Seguramente uno de los casos más flagrantes que uno ha conocido desde que sigue de cerca la actualidad musical. Pero así son las cosas, y a Fabián le está tocando bailar con la más fea: con la opacidad mediática, con la incapacidad para dar a conocer su obra.

Fabian actúa esta noche en Valencia, y por la tarde, antes de la prueba de sonido, tomamos asiento en un bar próximo a la sala en la que tocará horas después. Es uno de esos bares típicos de barrio, de los de bocata, caña, café, copa y señores con palillo en la comisura de los labios. Y, como tantos otros, tan autóctono producto de la tierra, ahora está regentado por una famila asiática a la que, imagino, en el traspaso le fue dado a conocer el secreto de la tortilla de patata. Mientras nos sirven las bebidas (cerveza y Coca-cola) comenzamos a charlar sobre cómo le está yendo a Fabián la gira de presentación de «Después del incendio y otras cosas así» (La Viejita), su tercer e inexcusable disco. Conciertos, pese a lo muy elaborado y preciosista de la producción del álbum, que no tiene más remedio que afrontar con la sola compañía de su guitarra. Así que la primera pregunta, viene sola:

¿Fastidia estar tocando un disco, con tales arreglos, solo con la guitarra?
Un poco sí, la verdad, porque está muy trabajado a nivel de banda. Pero, bueno, tocar así también tiene su rollo, de hecho, cuando voy con banda siempre hay un espacio para mí solo con la guitarra. Pero sí, me fastidia un poco tener que tocarlo yo solo, pero es lo que hay.

¿Esto de tener que ir solo con la guitarra te influye a la hora de componer y de pensar en el disco, ya que los directos tendrán que ser solo con guitarra?
Sí, pero lo que ocurre con mis canciones es que, afortunadamente, funcionan de base así, ahora estoy componiendo con piano y funcionan con piano o con guitarra, y luego está el trabajo de producción, más o menos elaborado, porque hay canciones que podemos hacerlas solo con dos acústicas y voz y funcionan igual. Pero sí que coharta un poco a la hora de componer el pensar la distancia que habrá entre el disco y el directo.

Llevas tres discos y unos cinco años, ¿cuál es tu balance de este tiempo? ¿La cuesta está siendo muy dura de subir?
Sí, creo que sí, la gente que lo descubre, responde, pero hasta que lo descubren, es un rollo, es una movida, es muy complicado que descubran mi música. De repente te encuentras con mensajes en el mail o en el Facebook, y me encanta, del tipo: «¡cómo no te he descubierto antes!». «Cómo no estás aquí, cómo no estás allá». «¿Por qué no vienes a México con banda?» [risas].

¡Pero si no puedes ir a Albacete con banda!
Claro, por eso [risas]. Hay mucha gente que me dice que vaya a Sevilla, nunca he girado por el sur, por ejemplo, y me llegan mails prácticamente todos los días, pero no hay nadie que quiera llevarme al sur. Creo que en otoño haremos algo en Málaga. Lo mismo pasa a nivel discográfico, antes de editar el disco tuve contacto con sellos pequeños, y no tan pequeños, estuve hablando con Subterfuge, y no me conocían, no tenían ni idea de quién era.

Es que para ti no hay tele, no hay radio, no hay nada, es ir a pelo.
Totalmente, a pelo en toda regla, no salgo en la radio, no salgo en la mayoría de los medios musicales, y cuando la gente lo escucha se sorprende, porque lo que hago no es algo extraño, no es algo raro, no es algo que digas «este tío está encerrado haciendo música con siete latas y un móvil», no, estás haciendo música comercial, porque en realidad es música comercial. Así que la gente se extraña de no conocerte.

La experiencia fue nefasta con los dos primeros discos, a nivel de sellos, ¿no?
Sí, a nivel de sellos, sí. Con el primero me encontré con gente que además se quedó pasta, gente dura, eran dos socios, uno que se desentendió cuando vio el rollo, y el otro que nos robó, fue muy duro. Con el segundo, di con una gente maravillosa pero que no supieron trabajar mi proyecto. Son gente muy maja, de hecho toqué hace poco en un local que tienen en Barcelona, yo los quiero un montón, y ellos a mí, pero es un amor imposible, a nivel discográfico no puede ser con ellos. Y a la hora de editar el tercero, pues ya te digo, en Subterfuge estaban interesados pero me decían que tenía que esperar un año para editar el disco, y yo no podía tener el disco un año parado. El año pasado estuve currando de community manager para la gente del sello, precisamente, pero cuando me plantee editar el disco, lo dejé todo y comencé a tocar, yo tengo que sacar algo de pasta, y no podía esperar un año. La verdad es que estoy ganando bastante más dinero que con cualquiera de los otros dos discos juntos, tampoco es que esté ganando dinero, pero al menos el disco se mueve.

En realidad, La Viejita Música, el sello que has montado y en el que has editado «Después del incendio y otras cosas así», es un proyecto de Manolo Tarancón y tuyo.

Sí, nos lo planteamos en Colombia, donde hicimos unos conciertos juntos, once horas de avión dan para mucho, bueno, veintidós contando la vuelta. Los dos estábamos bastante hartos de cómo nos trabajaban, y decidimos hacérnoslo nosotros, porque las tiendas no venden discos, eso es una realidad, como lo es que las distribuidoras no logran colocar los discos. Mira, en mi tienda online y en los conciertos, ya he vendido más discos de los que vendí de los anteriores. En un mes he vendido quinientos discos, que me parece una pasada, nunca había vendido tantos discos en un mes. Solo está en tiendas de discos de amigos, de colegas. Hemos tenido ofertas de distribución, pero no merece la pena.

En el aspecto técnico, o estrictamente musical, desde el principio se notaba que tú te curras las grabaciones, los tuyos son discos que, imagino, cuesta dinero grabarlos.
Sí, lo que pasa es con Yuri [Méndez, su coproductor] no tengo ningún problema, y con Pepe [López, músico, en su estudio se han realizado algunas de las grabaciones] tampoco, Pepe me ha cobrado muy poco por las grabaciones de este disco, pero todas las voces y las guitarras las he grabado en mi casa, y cada vez lo voy a hacer más. Bueno, ahora Yuri está currrando en un estudio en Madrid y probablemente el próximo disco lo hagamos más en plan estudio. Pero yo seguro que llevaré mis cosas grabadas en casa, porque me gusta, tengo un pequeño equipo, que cada vez lo voy ampliando más, y me gusta mucho todo el rollo de microfonía, de previos, de ordenadores, y como desde el primero lo hice así, he ido cogiendo práctica.

Son discos de manitas, casi, ¿no?
Sí, claro, pero es que cada vez controlamos más a nivel de producción, sobre todo Yuri, él es un mago; a Yuri le das cuatro pistas mal grabadas y te entrega un disco, es increíble lo que hace, a mí me parece brutal.

Con «Adios tormenta» ya era muy evidente, pero con este es evidentísimo, son discos de sonido absolutamente profesional. No tienen nada que envidiarle a los discos profesionales, o comerciales, como los llamemos.
Es que nosotros nos sentimos muy identificados con una manera de hacer que aquí, en España, hasta hace no mucho no se llevaba nada, que es grabarte tus cosas, pero hacerlo bien, no en plan «me pillo un pepino de ordenador pero no sé cómo usarlo». A nosotros nos da un poco de vergüenza grabar determinadas cosas y que se note que las has grabado en casa, hasta que no lo pulimos del todo, no lo damos a conocer, porque creemos que si alguien va a pagar por un disco, aunque tenga ese rollo de grabado en casa, ha de tener calidad. Tiene ese poso no de lo-fi, pero sí de cercanía, que yo noto en discos de Elliot Smith, de Iron & Wine, discos en los que se nota el rollo de cercanía, de ir probando el micro. Si te molestas en comprar un poco de equpio y tienes un poco de oído, hoy en día se pueden hacer cosas muy chulas.

Hablas de algunos de los músicos que escuchas, de tus influencias, del folk estadounidense, pero, y en este último lo noto mucho, escucho en tu música influencias de, por ejemplo, Cecilia. ¿Es así, una influencia, o es algo casual?
Es que tienes toda la razón, yo a Cecilia la escuchaba mucho de pequeño, porque a mis padres les gustaba mucho. A mí me parece de lo mejor que ha habido nunca en España, esa mujer era increíble. Hace poco escuché en Spotify una versión de Cecilia grabada en inglés, me sorprendió mucho escucharla en inglés, es que sonaba muy bien, molaba un montón, el rollo ese que tenía de reverbs envolvente era maravilloso. Por supuesto, la influencia de Cecilia está ahí, como la de los folkies de los sesenta y setenta, es esencial. Era lo que mis padres escuchaban, Brel, Brassens… de hecho se siguen escuchando en casa.

¿Uno es hijo de sus padres?
Por supuesto [risas]. Me siento orgulloso de esa música, de esas influencias.

En el nuevo disco veo como guiños generacionales, el más evidente es el de «Teníamos planes», cuando cantas lo de «teníamos planes, auténticos planes, ¿dónde se perdieron?». Casi que debería ser como un himno de tu generación.
Totalmente, y esa canción está gustando mucho. Un día estaba con Carlos Madrid –que, por cierto, está haciendo cosas muy interesantes, sé que te va a gustar lo nuevo que está haciendo–, y con Fran Cano, que a ellos les dedico la canción, y él estaba diciendo que acababa de ver una película, que era una mierda, pero que uno de los protagonistas, decía, «Teníamos planes, auténticos planes, ¿dónde se perdieron?». Y nos quedamos diciendo, «¡joder, qué frase! Hay que hacer una canción con ella». Y el primero que la hizo fui yo, y por eso está dedicada a ellos dos. Creo que nos impactó tanto porque tiene mucho que ver con lo que nos vendieron hace unos años y con lo que de verdad está ocurriendo, no vamos a hablar de situaciones de cada uno, pero en la música, por ejemplo, nos vendían determinadas cosas, que incluso podías dedicarte a ello, que todo era como mucho más fácil, el rollo este de los triunfadores, y, en realidad, no es así, en realidad todo es un mucho más duro, todo se ha ido un poco a la mierda, y eso es un poco esa canción.

Sí, una generación sin trabajo, y sin la menor perspectiva de tenerlo.
Sí, sí, es así. Además gente muy preparada, con dos carreras, másters y cuatro idiomas que está currando en un bar, si tiene suerte, porque la mayoría no están currando. Y dices, ¡joder, qué pasa aquí!

Estoy recordando que en tus primeras canciones había algo más de relato social, y ahora es como que lo has ido diluyendo. ¿es así?
No, no es que lo vaya diluyendo, es que… a mí me gusta hacer música y me gusta la literatura, me gusta escribir. Además de las canciones, escribo poemas y  relatos –un día, si junto diez o doce buenos, igual los reúno… ¡en un blog! [risas]. Ya no digo en un libro–. Sí, me gusta escribir y escribo sobre las cosas que me impactan, que me afectan o que me llaman la atención, y a mí me llaman mucho la atención ciertas cosas. Yo tengo conciencia de clase, mis padres han currado toda la vida, son trabajadores, son obreros y no sé si llama la atención algo relacionado con eso, pero puede que a mí me emocione hasta tal punto de escribir sobre ello. Me sucedió con ‘Triunfadores’ [tema incluido en su primer disco, «Espera a la primavera», 2007] una canción que escribí para mis padres, en media hora, y se la toqué.

¿La hiciste para ellos?
Sí, habla de ellos, la primera estrofa es mi padre, y la segunda mi madre. Pero, vamos, no es algo que vaya buscando, si hay algo que me emociona, pues lo apunto, bien sea una chica o una situación, escribo sobre eso.

Un clásico: ¿te hiciste músico con la intención de follar?
Hombre, ¡claro que sí! [risas]. La verdad es que empecé a tocar porque teníamos un familiar que pasó por una situación bastante jodida y lo acogimos en casa durante un tiempo, y una de las maneras de sobrellevar toda esa cosa, fue aprender a tocar la guitarra; entonces, mi hermano, él y yo, nos compramos tres guitarras y aprendimos a tocar, pero por aprender, por pasar el rato, para que este primo mío se olvidara de determinadas cosas. Y yo fui el que siguió con ello, porque descubrí una forma de expresarme que no había encontrado nunca. Había algo muy especial ahí. Vi que se me daba medio bien y que la gente me escuchaba cuando empezaba a hacer cosas, y eso fue tomando forma. Pero sí, para follar también [risas].

¿Qué estás escuchando estos días?
Pues estoy escuchando mucho el último disco de Pájaro Sunrise, que lo acaban de editar y es increíble, es un colega, estoy escuchando mucho también a James Blake, es un tipo que en Ingalterra están con él que no mean, y no me extraña, porque mola un montón. También estoy escuchando los tres primeros de Neil Young.

¿Los tres primeros? ¿Como ejercicio?
No, es que me he puesto ahí con el Spotify, y, joder, cómo mola, se me había olvidado Young, incluso estoy con ‘Birds’ [incluida en «After the gold rush»], esa canción tan bonita, y la toco al piano, me gusta tocarla.

¿Utilizas mucho Spotify?
Sí, la verdad es que sí, porque yo curro mucho con esto de las redes sociales y las listas de correo. Porque sí, vale, yo hago canciones, pero soy programador informático. Bueno, en realidad no lo soy, pero me he convertido en tal, por necesidad: mi web la he hecho yo, me he hecho la tienda, es que lo he hecho todo, absolutamente todo. Todo lo que ves, lo he hecho yo, así que aprendes a programar. Estoy todo el día con el ordenador y, por tanto, con Spotify.

Pero, ¿sigues comprando discos?
Sí, incluso me compro vinilos, porque una cosa no está reñida con la otra. Pero hoy, por ejemplo, he estado seis horas en dos trenes, y si no es por eso, me vuelvo loco.

Unos días después de tener lugar esta entrevista, un amigo de Fabián descubrió en Torrevieja, en el top manta, que en un puesto estaba a la venta una copia pirata de «Después del incendio y otras cosas así»… Hablo con Fabián y no sabe cómo tomárselo, por un lado le hace gracia, y una cierta ilusión, ver que el disco está ahí, que alguien ha tenido el suficiente interés para copiarlo, pero, a la vez, su proyecto es tan mínimo, tan autogestionado que cada venta ilegal es como una navajazo en la débil colchoneta sobre la que navega. Pero, este es el sino de los tiempos. Y Fabián ya sabe cómo es la realidad.


Desde aquí puedes acceder a la web de Fabián.

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