Ese éxtasis, de Tulsa

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DISCOS

«Un cóctel de letras tácitas sobre un pop sintético con el quedan ganas de mover el esqueleto»

 

Tulsa
Ese éxtasis
TULSA / INTROMÚSICA, 2021

 

Texto: JAGOBA ESTÉBANEZ.

 

El pasado mayo vio la luz Ese éxtasis, quinto elepé de Tulsa, grabado en un estudio improvisado en una casa de campo en Daimiel (Ciudad Real) en verano de 2020, de nuevo producido por Ángel Luján y con sus músicos habituales: Ramiro Nieto, Álex Moreno, Betacam y Charlie Bautista. El disco fue mezclado en Estudios Reno y masterizado en Zaragoza.

Ese éxtasis es un cóctel de letras tácitas sobre un pop sintético con el que dan ganas de mover el esqueleto. Un disco cargado de potenciales hits que mejoran en cada escucha con atención, no solo a nivel melódico (eso lo hará por sí solo), sino también en lo que a letras y a holismo se refiere.

“Autorretrato”, la canción que inicia el repertorio, es una declaración de intenciones inspirada en la novela homónima del artista atormentado Édouard Levé, y Miren hace con el francés lo que él hizo con Angoisse (Angustia, en castellano): retratarlo. Las brillantes cuerdas de guitarra iniciales, llenas de luz, abren un bello manifiesto sobre la dependencia y el afrontamiento de la muerte, para cerrar con una celebración al rechazo de las creencias infundadas, haciendo honor al anteúltimo tema de Plastic Ono Band de John Lennon, “God”. Le sigue “Destrucción mutua asegurada”, una delicia sobre las relaciones de pareja —y el arrastre que estas suponen— sobre una base métricamente perfecta con aire glam de los ochenta y un acertado parón intermedio, a modo de estribillo, que recuerda a los inicios de Tulsa más asociado a la canción de autor, y en la que se aprecia otra forma de cantar.

Turno para una oda a la fogosidad en los inicios de las relaciones amorosas, “Os oigo follar” es una balada de medio tiempo y cánticos celestiales donde Miren ansía ser quien está al otro lado de la pared, follando en el piso minimalista de sus vecinos coetáneos, quienes alega que construyen bosques imaginarios pero todavía no se pierden en ellos. El costumbrismo en las parejas es una temática muy necesaria y presente que probablemente nunca antes había sido retratado de una manera tan precisa. Continuando con la misma tónica y estilo, la autora sigue sin situarse físicamente: no sabe si es ella quien está en casa de los vecinos o en “La piscina”, donde es demasiado tarde para que alguien reclame lo que desea, más entre carne y bañadores que entre bambalinas.

Subimos revoluciones e introducimos más electrónica con la mística “Tres venenos”, el primer adelanto de Ese éxtasis más de año y medio previo a la publicación del álbum, una canción muy redonda y melódica que parece una fábula medieval sacada de la Biblia y consigue algo muy complicado: tener más de un apogeo, varios momentos álgidos completamente diferentes entre sí.

Cruzamos el ecuador del álbum con “La boda”, sublime canción a la que Tulsa hace parecer popular, una de las máximas del folk, pero en este caso demostrando que hay cabida para sintetizadores entre instrumentos con una producción sobresaliente. Al escucharla me resulta inevitable imaginar la brecha de las clases sociales, con el coro representando al pueblo, cantando fuera del cristal que separa el mero olor a puerto del restaurante de marisco y perfume donde se celebra una boda de postín.

Una voz robótica con teclados y suave batería y una letra buscando la motivación en la mundanidad hacen de “Gran fuerza domadora” una bella canción futurista que se agarra al hueso por siempre, y es que Tulsa nos recuerda que «yo con este amor lo puedo todo». Después volvemos al pop folk con “Dinero caído del cielo”, probablemente la canción más floja del disco, una utopía sobre la consecución de dinero y placeres sin esfuerzo y las consecuencias de lo anterior, que pasa sin pena ni gloria para dar paso a “Yo no nací así”, el segundo single, un potente y pegadizo estribillo en el que parece que se detiene el tiempo para que nos cercioremos de lo moldeables que somos como seres humanos.

Los volcanes avisan” es una de las mejores canciones de Ese éxtasis, un hit electrónico con melodías pop pegadizas a lo New Order donde demuestra manejarse a la perfección, y una de sus canciones más bailables. Termina con la efímera “Yo no soy Penélope”, una coda llena de dolor y rencor sobre una sencilla pero insuperable base que consigue transmitir lo que se propone.

Además de rozar la excelencia, Tulsa ha conseguido crear un álbum que apetece escuchar con cualquier estado de ánimo. A pesar de que la melancolía reconfortante sea la cima en su obra, aquí cae por la ladera del positivismo, pero con pendiente suave.

Anterior crítica de discos: Sweep into space, de Dinosaur Jr.

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