Endless rooms, de Rolling Blackouts Coastal Fever

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DISCOS

«Se han abierto sutilmente a una nueva era, han trabajado cada canción como un universo propio»

 

Rolling Blackouts Coastal Fever
Endless rooms
Ivy League/Sub Pop-Popstock!, 2022

 


Texto: XAVIER VALIÑO.

 

Desde el lanzamiento de su epé debut Talk tight, en 2015, el quinteto con sede en Melbourne tomó los escenarios de medio mundo a un ritmo imparable. Después del éxito rotundo de su primer largo, Hope downs (2018), revitalizando el rock de guitarras, todo estaba preparado para crecer exponencialmente con Sideways to New Italy (2020)… hasta que llegó el confinamiento. Tras empezar a trabajar en ideas desde sus casas, enviándose archivos entre los cinco, aprovecharon que el encierro se levantó momentáneamente, a finales de 2020, para mudarse a una casa de adobe junto a un lago, en la región de Victoria, que los padres del guitarrista, Tom Russo, y del bajista Joe construyeron en los años setenta. Esa es la casa que aparece en la portada.

En aquel entorno rural compusieron su tercer disco, dejando en parte atrás el sonido característico del grupo a base de guitarras aceleradas, ritmos motorik y estribillos de pop chispeantes, para abrirse sutilmente a una nueva era. Así, acabaron introduciendo grabaciones de campo y más matices en un disco que se titula Endless rooms (habitaciones infinitas), por haber trabajado cada canción como un universo propio. Aquí las baterías suenan a Midnight Oil y, por momentos, evocan a los U2 de War (“Tidal river”), a MGMT (“Dive deep”) y al pop de los sesenta (“Open up your window”), permitiéndose incluso un corte soleado y casi bailable (“Blue eye lake”).

Anterior crítica de discos: Solo esta noche, de Luz Casal.

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