En la sombra, de Jordi Nopca

Autor:

LIBROS

«El juego que realiza es fascinante»

 

Jordi Nopca
En la sombra
DESTINO, 2020

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

Aunque la segunda de sus tres novelas ya había sido traducida al castellano, Jordi Nopca no es un autor con proyección más allá de la frontera lingüística del catalán. Todavía. Quizás se lo impide que, con una sola novela traducida hasta ahora, no haya podido aglutinar muchos lectores, o a su juventud; pero el caso es que se trata de un autor que deberían descubrir. Y descubrirse ante él.

El juego que realiza es fascinante. No es una novela, es un engaño. El lector se deja llevar por lo que discurre plácidamente como retrato generacional. Pere es un joven de veinticinco años que vive con sus padres —sin que las irritaciones diarias superen a la incomodidad de buscar independizarse— y proyecta con sus compañeros una página web de ocio y cultura. Entre bares, música electrónica, discotecas y una amante, Kate, que viene a la ciudad como violín de una orquesta británica, van pasando sus días, en los que no olvida a su antigua novia, Laura. La única salida del guion es que debe atender a una reforma de la cocina que han proyectado sus padres, mientras estos están de viaje.

Pero, de pronto, el lector asiste a un cambio de narrador que empieza a sorprenderle. Como un contrapunto, como dos realidades paralelas, de golpe toma la palabra su hermano Joan, algo mayor y profesor en una escuela de educación primaria en un pueblo a media hora de Barcelona. Joan sí que se ha independizado y relata algunos de los episodios que nos ha contado Pere desde otra perspectiva. O simplemente relata la parte que él ha tenido en esos sucesos. La historia comienza a tambalearse, lo que entendíamos como realidad en boca del hermano menor no es del todo transparente.

No se queda aquí la cosa. Hay una tercera vuelta de tuerca que consigue desplegar tres novelas sobre unas mismas vidas; porque en un momento determinado comienza a actuar la metatextualidad. El tema ya no son las vidas de una pareja de hermanos, sino la propia escritura. Se despliega con ello un abismo en que todo se ha de reinterpretar, en que la verdad y su solidez quedan separadas por kilómetros de distancia.

Ello podía excitar las tentaciones del autor para continuar explotando este juego intelectual de espejos. Y, sin embargo, no es así, porque tiene la soberbia virtud de ir abriendo paso a la sentimentalidad. Sin grandilocuencia, los sentimientos se van volviendo puros y desesperados hasta configurar una novela de un romanticismo moderno, en el que el juego de búsquedas y muertes no resulta trasnochado: resulta perfectamente ajustado a nuestra moral y nuestros lugares. En pleno siglo XXI, todavía hay tensiones de pareja y fraternales que van más allá del remedo de una soap televisiva.

Anterior crítica de libros: Un amor cualquiera, de Jane Smiley.

 

Artículos relacionados