DISCOS
«Compacto, certero, casi adictivo, merced a la consistencia de unas composiciones que se envuelven en áureas ochenteras»

Calero
En la ciudad
BONAVENA MÚSICA / INFINITO DISCOS, 2025
Texto: CÉSAR CAMPOY.
Javier Calero es historia viva de la música valenciana desde hace casi medio siglo. En aquella ciudad prodigiosa de principios de los ochenta, repleta de anárquica creatividad y explosivo carrusel de variopintos sonidos, surgidos de unas ansias de libertad inexplicables, coqueteó con el punk para, en compañía de un heterogéneo grupo de amigos y conocidos (entre ellos, el mítico Burguitos), acabar creando aquel inclasificable Combo Potombo, de locos conciertos en los que el ragtime se fusionaba con el funk, el ska, la nueva ola, el tecno pop, lo latino, el soul o el agropop.
A partir de unas letras descacharrantes, el espectáculo estaba asegurado. Roto el Combo, apenas unos pocos años después de su nacimiento, su explosión supone la aparición de formaciones como Josito y La Salsa Guay, y unos Stilo Gráfico, verdaderos herederos del Potombo, que remozaron buena parte de su repertorio y, pese a su también efímera carrera, certificaron su pasión por los vientos y el ritmo en verdaderas joyas como aquellos “Pesadilla de un abstemio” o “Detective privado”. Sí, mucho cachondeo, pero también no poca elegancia y solvencia instrumental a la hora de brindárselo al respetable.
Ahora, mucho tiempo después, Calero vuelve a la carga con un En la ciudad compacto, certero, casi adictivo, merced a la consistencia de unas composiciones que se envuelven en áureas ochenteras que, en muchas ocasiones, nos retrotraen al ambiente y los lugares de aquella Valencia inquieta, innovadora y cautivadora.
Sin duda, en la construcción de tan sugestiva atmósfera ha tenido mucho que ver la sapiencia y buena mano de otro imprescindible de la escena local, un Pepe Cantó que (acompaña a Javier en la producción, y se encarga de la mezcla) dota a la criatura de un indiscutible halo de distinción. La misma que supuran todas y cada una de las creaciones originales del propio Calero, mecidas en una sabrosísima combinación de riffs guitarreros de altura, bravísimos teclados y sintetizadores, vibrantes metales, y una magna sección rítmica coronada con unas percusiones detallistas.
Este En la ciudad tenía todas las de ganar. Javier (lúcido en sus textos costumbristas) ha sido inteligente a la hora de rodearse de un buen puñado de amigos para darle vida. Algunos de ellos se encargan, también, de poner voz a varios temas del disco, dotando a la producción de un punto de amenidad que se agradece. De Karolina Driemel (exquisita en la evocadora “Noches de calor”) a Javier Baeza (y sus ecos antillanos en “De paso”), pasando por Payoh SoulRebel (por supuesto, como pez en el agua en el precioso reggae “Las leyes de la conducta animal”) o Patty Kitten (comodísima en el disco-soul “Nuestro momento”).
Además, el mismísimo Josito Genís lidera una efectiva sección de metales que arropa un proyecto muy serio, heredero hasta cierto punto de lo gestado por Calero hace cuarenta años y concretado en una criatura que rebosa fantástica madurez.
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