«¿Pulp merodeando las listas de los mejores discos de 2025? Cosas más raras hemos visto. Y esta se la merecen»
A propósito de la publicación del nuevo disco de Pulp, More, tras veinticuatro años sin material nuevo suyo, Carlos Pérez de Ziriza se embarca en un análisis del mismo y del buen estado de salud que atraviesan últimamente.
Texto: CARLOS PÉREZ DE ZIRIZA.
Foto: TOM JACKSON.
A ver, almas de cántaro: ¿de verdad os creíais que el tipo que escribió “Help the aged” (asumiendo que un día él también lo sería: un venerable anciano, digo) iba a envejecer mal? ¿Os pensabais que el desmañado larguirucho que fue tan perspicaz como para desafiar todos los tropos del britpop y las claves de su propia cima con una obra maestra del bajonazo —como fue This is hardcore, 1998— nos iba a regalar una extemporánea y prescindible adenda a su currículo?
No, si yo lo entiendo, y soy el primero en sumarme veces al bando de los escépticos: me acerqué al bolo de Pulp del Primavera Sound del año pasado con cierta desgana, como por inercia. Ya los había visto antes —en su época de esplendor— en Valencia, Bournemouth, Benicàssim y Barcelona. Hay que ser cretino: a los tres minutos ya me tenían abducido, pegando botes y certificando que siguen siendo únicos. Pero ojo, ni siquiera eso me tenía preparado para un disco tan exuberante y sólido como este. Tremendo, a veces.
Llega con el aval, claro, del gran productor de nuestro tiempo en cuanto a renovar discursos añejos, un James Ford que es responsable del sonido de los mejores discos de Depeche Mode, Blur y Pet Shop Boys en décadas (sus últimos), amén de su trabajo para Beth Gibbons, Arctic Monkeys o Fontaines D.C. Son venticuatro años los que han transcurrido desde la última entrega de Jarvis Cocker y los suyos, esta vez ya con la triste baja de Steve McKey, pero no lo parece.
Los dos primorosos adelantos, la arquetípicamente Pulp “Spike island” y la muy góspel “Got to have love”, ya anticipaban que se avecinaba algo gordo. Y basta escuchar el resto. Los coros casi easy listening de la distinguidísima “Tina”. La pujanza madurita de “Grown ups”. El pedazo de medio tiempo que es “Slow jam”. El magistral crescendo de “Farmers market”. La tan truculenta como sensual “My sex”. El guiño a la batería marcial del “Be my baby”, de The Ronettes, que se marcan en “Background noise”. El baladón crepuscular que es “Partial eclipse”. El bonito broche de “A sunset”.
Y me dejo para el final mi favorita, la joya de la corona, la majestuosa “The hymn of the north”: con ella se para el tiempo. Clase, prestancia, sabiduría, sensibilidad e inteligencia (de la emocional y de la otra, la más pragmática) aplicadas a un retorno sobresaliente. Desde una madurez total, extraordinariamente cristalizada. ¿Pulp merodeando las listas de los mejores discos de 2025? Cosas más raras hemos visto. Y esta se la merecen.