El Tío Manuel, o las nuevas aventuras de Manuel Malou

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«La rumba la puedes cantar en francés o como quieras, porque en realidad es pop, la rumba no es flamenco, para mí, vamos. La rumba es pop. Está más cerca de Paul Anka que de Camarón»

Ahora, Manuel Malou es El Tío Manuel y Los Sobrinos, pero, en realidad, es el mismo de siempre, solo que algo más acústico. Pero dedicándose, como siempre, a lo suyo, como constata el título del nuevo disco: «Todo por la rumba». Juan Puchades conversa con el ex Golfos, ex Toreros After Olé…


Texto: JUAN PUCHADES.


Manuel Malou ha regresado a Madrid tras un periodo de seis años en Cartagena de Indias, donde ha dejado casa y estudio de grabación. Acostumbrado a reinventarse, ahora se hace llamar El Tío Manuel y Los Sobrinos. Pero antes fue el adolescente mayor de Los Golfos, el Manolo de Manolo y Jorge, el vocalista de Plástico y Toreros After Olé, el solista Manuel Malou y, por en medio, algunos proyectos más, como Rumba Bumba y Mixa Cooltura. Siempre, en todo caso, un tipo aferrado a su guitarra y adicto a la rumba en su más amplia acepción. Tras probar mixturas de todo tipo, ahora reivindica los sonidos clásicos y acústicos en «Todo por la rumba», el álbum con el que estrena esta nueva etapa.

Cuando uno ha sido un ídolo infantil, ¿luego lo tiene más o menos difícil para defender sus propuestas?
Bueno, a mí es que lo de ídolo infantil tampoco me ha afectado mucho porque, en realidad, llevo cantando desde que tengo uso de razón, hice mi primer disco con catorce años y tuve mi primer éxito con catorce años, pero llevaba cantando desde muchísimo antes y para mí siempre ha sido un juego. Además, Los Golfos tampoco es una cosa que me haya marcado muchísimo, porque ahora mismo es un pequeño paréntesis en mi vida, todo aquello pasó muy rápido.

Sin embargo todo el mundo conoce ‘Qué pasa contigo, tío’, y a la pareja de chavales que la cantaba.
Claro, eso es lo que hace la popularidad de un tema, o de una canción de verano, que en ese caso fue eso.

¿El dúo junto a tu hermano fue un invento discográfico?
No, no, mi hermano y yo ya funcionábamos juntos desde antes, de hecho tenemos un disco anterior que no lo conoce nadie y que nunca hablo de él, entonces nos llamábamos Los Rumberitos. Sacamos disco con RCA, y debo de ser el único que tiene una copia de eso.

¡Anda! ¿Fue un single o un LP?
Un LP, sí señor. Salió un año antes que el disco de Los Golfos.

Tras Los Golfos, volvisteis a cambiar de nombre: Manolo y Jorge. ¿Por qué?
Es que a mí lo de Los Golfos me pilló justo en la época de adolescencia, yo vivía en Vallecas, que siempre ha sido un cocedero de inquietos y nos llegaban discos de Deep Purple, el primer «Made in Japan», Hendrix, evidentemente Suzy Quatro, los Rubettes, todo ese tipo de cosas llegaban a los guateques, así que ya escuchaba otras cosas. Además, como cualquier adolescente, estaba escuchando cosas distintas a las que había oído de pequeño, porque mi padre es flamenco a tope y yo he escuchado flamenco tradicional toda mi vida, y mucha rumba, porque también le encanta la rumba. Vamos, que el hilo musical de mi casa siempre ha sido rumba y flamenco; claro, cuando tengo quince años y me voy a los guateques con un disco de Camarón bajo el brazo y me echan a patadas, pues como que no cuadra… Así que me metí en ese otro rollo, y me gustó tanto que dejé la guitarra española y empecé a hacer pop y rock, y dije en la compañía: «Oye, que ya no me mola esto de hacer rumba»; y ellos, «pero qué dices, si nos va de puta madre», y dije, «sí, ya, pero yo paso». Por eso cuando me preguntabas por lo del éxito, es que no me afectó mucho, además mi padre siempre me ha educado en que uno ha de hacer en la vida lo que le gusta. Por eso me daba igual el mensaje de que Los Golfos estaban vendiendo, me dijeron de intentarlo e hicimos Manolo y Jorge, que no tuvo tanto éxito, y fui más lejos con Plástico.

Plástico surgió en plena explosión de la nueva ola.
Exactamente. Plástico existía ya, Eduardo Benavente era el cantante, se fue a los Pegamoides y yo le sustituí como cantante en Plástico. Allí estaba Toti Árboles, que luego fue batería de La Frontera, Emilio Estecha, que fue bajista de Olé Olé, y mi amigo Rafa [Gutiérrez], que es guitarrista de Hombres G. Fue un grupo que duró muy poco.

¿En aquel momento estabas plenamente convencido de que en el pop y el rock estaba el camino?
Totalmente, hasta que empecé a viajar… Cuando empecé a viajar me di cuenta que no. A ver, a mí con un año me llevaron a Francia y estuve viviendo en París hasta un año antes de Los Rumberitos, llegué a España con catorce años, mi madre me presentó a un programa de radio y de ahí salieron Los Golfos. Tras Plástico monté los Toreros, que es cuando empecé a hacer rock y a salir de España, me metí en el punk, es una época en la que descubrí a Dead Kennedys, a los Damned, a los Stooges, MC5, todos esos grupos. En ese momento me dio ganas de irme hacia otro lado, porque, en realidad, yo nunca he sido un virtuoso con la guitarra, porque a mí me habría gustado hacer heavy metal, pero como no daban los dedos ni la técnica para hacer heavy, dije, venga, al punk; que eso le pasó a muchos punks, quieran decirlo o no. La estética punk fue la que luego me permitió salir con los Toreros del país, grabamos fuera de España, con un productor holandés y, joder, cuando terminábamos un concierto punk, en la típica fiesta después del concierto, me salía España y cantaba por rumbas y entonces era cuando a la gente le resultaba interesante: «Very good!»; los franceses, «cette superbe!». Y yo decía, «joder, si yo soy rockero, y estáis alucinando con esto», que para mí era una tontería, porque eso era lo que siempre había hecho, me salía de manera natural, y al final era lo que más les gustaba. Rápidamente me di cuenta que había perdido mi raíz y que tenía que volver a ella.

¿Llegaste a tener conexión en Francia con aquellos grupos previos a Mano Negra, tipo Corazón Rebelde o Ricky Amigos?
Sí, y también con Mano Negra, con los belgas de Vaya con Dios. Tuve relación porque toda esa peña era muy fan de los Toreros, porque en París fuimos un grupo muy respetado porque era muy innovador lo de que llegara un grupo desde España que se llamaba los Toreros, y yo salía a cantar con una chaquetilla de torero y empezaba con el ‘Porompompero’, pero era punk y tocábamos muy rápido y… está feo decirlo, pero también tocábamos muy bien. Y claro, decían, «esto tiene otro sonido». Los conciertos en París se llenaban de músicos, de gente de grupos. Para ellos era muy flipante ver a un grupo punk español, y tocando tan rápido. Pero, a fin de cuentas, cuando luego nos juntábamos a tomar unas copas, sacaba la guitarra española y eso era lo que más les gustaba, pero mucho más.

¿Tras Toreros decidiste lanzarte en solitario y apostando claramente por la rumba?
Sí, es que en realidad Toreros se acabó en París. El disco lo editó Cucha, la mujer de Mario Pacheco, y luego nos fuimos a tocar por Europa, estuvimos en Alemania, Holanda, Francia… Cuando se terminó la gira, en París, en una sala mítica de allí, todos los punkis nos fuimos a un restaurante español a comernos una paella, y ahí salí a cantar flamenco con el cuadro del local, con el pelo dorado, que era cuando tenía pelo, y con la chupa de cuero y las chapas, y me puse a cantar por bulerías, entonces el gitano que me acompañó flipó en colores, ¡y el dueño más! Tanto flipó que me contrató, y por eso me quedé en París. El tipo me preguntó que de dónde salía, le expliqué que eso era algo que llevaba en la sangre, pero que estaba en un grupo de rock y me dijo que me daba trabajo. Me ofreció, en esa época, ciento cincuenta francos por tocar una hora, y yo estaba canino, porque la verdad es que nos movíamos mucho pero no ganábamos mucha pasta, y le dije a mi hermano y a Quique, el bajista, «tíos, me voy a quedar una temporada aquí, que este tío me pone un apartamento arriba de la sala y me da pasta». Aparte, era algo que me apetecía. Allí estuve cantando, con el pelo rojo, por soleás y demás durante una buena temporada. Y de una cosa a otra cosa, me quedé en París dieciocho años. Empecé a hacer cosas en solitario y me puse a tocar como rumbero, y fue cuando hice mi primer disco, «Extraños seres», con Polydor.

Disco grabado para el mercado francés, ¿no?
Eso es, aquí no salió.

¿Es la rumba el lenguaje musical con el que te sientes más cómodo?
Sí, en una de mis canciones digo que parece un ritmo sencillo, pero que no lo es. Es que tocar rumba es más complicado de lo que la gente se cree, tocarla con sabor, cuidado, porque hay gente por ahí tocando rumba con púa; y no se puede tocar rumba con púa, con púa no puede tener swing en la vida, porque no hay etapa, no hay dedos. Es un género que nunca me ha aburrido, además conozco un montón de tipos de ventilador, porque en Francia, en la Camarga francesa, también hay una forma distinta de hacerlo, con su propio swing, muy rumbero, pero que tiene un toque diferente con la mano que a mí siempre me ha gustado mucho. Aparte es que la rumba se parece mucho al pop, porque yo soy un compositor de pop y hago canciones metidas por rumba. Sí, efectivamente, donde más cómodo me siento es en la rumba.

Escuchando tu nuevo disco lo que sí se aprecia es que lo tuyo es rumba sin adjetivos, pero, a la vez, asumiéndolos todos: es decir, hay canciones en las que te vas a la catalana, en otras a la flamenca e incluso a la rumba de la Camarga, como decías. ¿No tienes manías ni prejuicios?
No, porque la rumba mientras tenga sabor y swing, es rumba. Me acuerdo la primera vez que canté una rumba en francés, que debí ser de los primeros en hacerlo, en el 92, con ‘Le métèque’, una versión de George Moustaki, me decían, «¡pero qué dices, la rumba en francés!». Claro que sí, la rumba la puedes cantar en francés o como quieras, porque en realidad es pop, la rumba no es flamenco, para mí, vamos. La rumba es pop. Está más cerca de Paul Anka que de Camarón.

¿No es un poco suicida el que te hayas cambiado de nombre y ahora firmes como El Tío Manuel y Los Sobrinos?
No, lo que pasa es que estoy un poco aburrido de que me pregunten si soy el hermano de Malú, la hija de Pepe de Lucía. Me ha pasado muchas veces, e incluso han escrito mi apellido así, Malú, con u. Malou, claro, el que no sabe francés y no sabe que viene de Francia lo escribe con u y me dicen, «ah, tú eres hermano de Malú». Eso me ha jodido bastante, porque, evidentemente, esta muchacha, a la que yo respeto y admiro muchísimo, al hacerse muy popular eclipsa mi nombre. Y hace año y medio o así, me dice un sobrinito mío, «Tío Manuel, cántame», y me quedé con la cosa, «¡Tío Manuel! ¡Cómo mola!», y me dio el punto: Tío Manuel. Además, volví a grabar ‘Qué pasa contigo, tío’, y me quedé con lo del tío. De todos modos, yo no soy tan popular como para que importe que me cambie de nombre.

Hombre, llevas muchos años de carrera y, por lo menos, en círculos profesionales o de aficionados te conocemos como Manuel Malou.
Sí, pero esa gente sabe que es la misma persona, mañana me voy a Francia, que toco al lado de Nimes, y me anuncian como El Tío Manuel, y entre comillas Manuel Malou. Siempre está ahí presente, en la trasera del disco también aparece. Pero prefiero hablar de El Tío Manuel y Los Sobrinos porque, primeramente, estoy aburrido de que escriban mi nombre con una u, me confundan con el hijo de Pepe de Lucía y porque, al fin y al cabo, también hice un grupo que se llamaba Bumba Rumba… Son etapas, tampoco le doy mucha importancia a eso, tampoco creo que tenga una carrera tan grandilocuente como para que la gente esté al tanto. Al que le gusta la música y le interesa lo mío, busca y sabe de Bumba Rumba y que el Tío Manuel es Manuel Malou.

Has vuelto con este disco a las esencias del género, a la acústica. ¿Por qué?
También por cansancio, en este caso de mestizaje. Yo he hecho mucho mestizaje, prácticamente siempre he hecho mestizaje, pero ahora lo hace mucha gente y ya no me divierte, ya no tiene sentido, hay mucha gente que hace mestizaje y usa esa palabra sin saber ni qué están mezclando. El otro día me fui a ver a un grupo, no diré el nombre, hicieron un tema con entonaciones árabes, y luego, hablando con ellos, le comentó al guitarrista, que es el compositor, que ese tema está muy guapo y que si le gusta la música árabe y me dice que sí, pero le pregunto quién le mola y no supo decirme un puto nombre, joder. Es que a lo mejor lo más árabe que ha escuchado es la banda sonora de Alí Babá. Creo que se está haciendo mucho mestizaje sin criterio, solo porque está de moda. A mí ya no me mola, no me parece divertido, me parece más divertido volver a la raíz, volver al género, volver al sonido acústico y cerrar un poco un círculo: empecé siendo acústico, y vuelvo a ser acústico después de pasar por muchas cosas. Tampoco los tiempos están para tener una banda como podía ser lo que tenía con Mixa Cooltura, ahora mismo los tiempos están para ir haciendo cosas pequeñas, incluso solo, que así me he hecho este año tres o cuatro conciertos.

¿Eres consciente de que en un mundo normal tu disco tendría hits clarísimos, como ‘La llave’, por ejemplo?
Joder, macho, ¡me encanta la pregunta! Es que lo has resumido tal cual: «en un mundo normal». Pues sí, creo que hay hits en ese disco, francamente lo creo. Es más, yo creo que soy un chico que hace hits, porque tengo una noción muy clara de lo que es un buen estribillo y canciones que enganchan, pero me falta algo y no sé lo que es, hace muchos años que me lo pregunto, y no sé lo que es.

Yo te lo digo: Una discográfica potente, los 40 Principales y vivir en otro tiempo…
No sé, no sé lo que falta. Es que temas como ‘La llave’, para mí son hits clarísimos.

‘La llave’ sería una canción para arrasar.
Sí, pero pasará desapercibida, como pasó con Mixa Cooltura y ‘Candela’, en cada disco sucede eso. Por eso te digo que, al fin y al cabo, qué más da que me llame Manuel Malou que Rumba Bumba que El tío Manuel, es lo mismo, lo importante es hacer buenas canciones, que queden y que alguien, algún día, se fije en ellas.

¿Por qué has recuperado ‘Qué pasa contigo, tío’?
Porque cada vez me lo pide más gente, y como ahora toco solo, siempre digo que lo tenemos que hacer dos. Y hablando con mi sobrino, que es muy cachondo, me dice, «como no estás con el tío Jorge, que te llame por teléfono, que ahora hay móviles y lo hacéis por teléfono en los conciertos»; y dije, «hostia, qué buena idea», y por eso la he hecho de nuevo. A mi hermano casi no lo veo, él siempre está por ahí, tocando sus percusiones, tocando con mucha gente, con quien le llama, con Carmen París, con más gente. Es muy buen percusionista. Pero casi no nos vemos porque él siempre está de gira y yo también de aquí para allá con mis rollos. Además, volviendo a ‘Qué pasa contigo, tío’, estaba lo del cambio de nombre, que me hacía gracia la coincidencia de tío, de ahí que la haya puesto la primera, aunque ha habido gente que me ha dicho que he sido tonto por ponerla al principio. La idea era también regresar a la música acústica con el tema que me dio a conocer.

También versionas a Gainsbourg en ‘La javanaise’. ¿Cómo ha sido eso?
Siempre he sido un gran fan de Gainsbourg, en cada disco meto mínimo una canción en francés, y a Gainsbourg he tenido la suerte de conocerlo…

Ah, ¡qué me dices! ¡Qué envidia!
Sí, me he tomado un par de vodkas con él.

¿Y algún Gitanes?
No, en esa época yo no fumaba, pero él devoraba los paquetes de Gitanes. La verdad es que era un tipo entrañable, y para mí era un gran punk dentro de esa estética que él tenía de mujeriego y de galán feo. Cuando me enteré de su muerte, yo me iba a tocar a Bretaña y lloré mucho, a mí es que ese tío siempre me gustó mucho, sobre todo su manera de ser, más que su música, que también me gusta mucho. Lo vi en concierto un montón de veces, he visto cosas de él impresionantes, me acuerdo de una gira que se llamaba «C’est ma tournée», «esta es mi gira», pero que tiene el doble sentido de «esta es mi ronda», como cuando pagas en un bar, y el tipo tuvo una entrada espectacular en el escenario: había una escalera que iba del escenario a los focos traseros, como si se la hubiera dejado el iluminador, entonces a Gainsbourg, con su famosa camisa vaquera, aquella de azul claro lavado, se le ve bajar por aquella escalera, tambaleándose la escalera, como con un moco de estos del quince, y hace rasssshhh, y se mete una hostia desde arriba de la escalera impresionante, todo el teatro se pone a gritar, todos con aquello de esto se ha terminado, y entonces aparece Gainsbourg por un costado del escenario, el de la escalera era un especialista. Fue espectacular. Era un tío muy entrañable, y de esta canción, concretamente, siempre me ha gustado mucho la letra porque está hecha en cuatro partes, como una sevillana, y se repite la melodía, lo mismo que en una sevillana, entonces un día tocando, me puse a cantarla y me dio el punto.

¿El disco se distribuye en Francia?
Se va a distribuir.

¿Porque piensas en los dos mercados?
Sí, incluso para cinco mercados. Esa es una de las cosas que a las compañías le he echado un poco en cara o en falta, que siempre ven solo España, solo piensan en España, y tú dices, «vale, España está de puta madre, pero España solo es un granito de arena en el planeta». Siempre tienen solo la visión de si va a sonar en Radio Olé o en Cadena Dial, y no vemos que ese disco se puede enviar a otros países, y siempre te dicen que las cosas no funcionan así, que primero tienes que vender aquí. Siempre he tenido una visión muchísimo más amplia que eso, y quizá por eso nunca he hecho más de un disco con una compañía. Tengo un disco con cada compañía, no llego a hacer el segundo porque me mosqueo con ellos.

Una curiosidad, he visto que en tu facebook tienes una entrevista en vídeo, realizada por ti, al productor José Luis de Carlos…
Claro, es que es mi gran amigo.

Ah, no sabía si era fruto de la pasión de fan.
También soy fan suyo, porque lo admiro hace muchísimos años. José Luis, cuando estaba en Sony, fue el que me permitió producir a Hakim, y el que me ha dado cuartelillo en su momento, y, bueno, me parecía una injusticia que siendo un personaje de ese calibre pongas en internet su nombre y no aparezca nada, lo que es nada, absolutamente nada. Y dije esto no puede ser, un tío que ha hecho tantas cosas por la música, que ha descubierto a Morente, que ha descubierto a Diego Carrasco, a tantísima gente, macho, y que ni los mismos artistas hablan de él en sus entrevistas… La labor del productor, que a veces es tan ingrata: a un tipo le haces un disco de puta madre, te comes el coco, te vas a buscarlo a su casa, le sacas de la cama y el tío empieza a tener éxito, a ganar pasta y en la vida habla del productor, es increíble esa falta de agradecimiento. Con José Luis me parecía una injustica, le llamé un día: «José Luis, esto no puede ser, te voy a hacer una entrevista y te voy a filmar»; le daba hasta corte, proque es muy así, muy generoso y muy tímido en el fondo. Hice la entrevista, la monté, se la enseñé y le caían dos lagrimones.

Desde aquí puedes acceder a la web de El Tío Manuel.

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