El monte de Fito: Del lamento al rugido

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Fito: «Las diez canciones brotaron tristes, pero la banda consiguió transformar esa melancolía en un aullido»

 

Efe Eme acompañó a Fito y Fitipaldis en la presentación de su nuevo disco, El monte de los aullidos, el pasado jueves en La Sala del Movistar Arena. Allí estuvo Sendoa Bilbao.

 

Texto y fotos: SENDOA BILBAO.

 

La cita se celebró en La Sala del Movistar Arena, un espacio que se despojó de su grandilocuencia para ofrecer una escucha en formato de concierto íntimo. Sobre el escenario, el núcleo de la banda: Fito Cabrales, acompañado por Carlos Raya (guitarra), Coki Giménez (batería), Alejandro Climent «Boli» (bajo) y Javier Alzola (saxo). El ambiente olía a nuevo, a ese inconfundible celofán de vinilo recién abierto mezclado con el asfalto mojado de la calle, una atmósfera densa propia de las grandes citas. Fito, con su característica socarronería, rompió el hielo ante periodistas, amigos músicos y una selección de fieles seguidores: «Mejor dar un concierto y, como no os sabéis las canciones, da igual si salen mal».

Tuvimos el privilegio de presenciar la desnudez lírica de Fito Cabrales en su octavo álbum, El monte de los aullidos. Fito nos confesó que, si bien las diez canciones brotaron tristes, la banda, con la furia de las guitarras de Raya y los ritmos de rock and roll y swing, consiguió transformar esa melancolía en un aullido que, elevándose desde su montaña, consigue desafiar la adversidad y llegar a todos sin velos. Sus canciones se reconocen al instante, pero, en este disco, hay más melodías distintas, las guitarras son protagonistas absolutas y la voz de Fito se siente más trabajada, sonando mejor que nunca. Ese sello inconfundible, aunque la historia nos muestre el contraluz, la tormenta o el vaivén, al final siempre caemos con los pies en el suelo. La labor de Carlos Raya en la producción ha sido clave, cincelando el sonido hasta dejarlo crudo y elevando el oficio a lo sublime.

El show consistió en la escucha en directo de las diez canciones, interpretadas en el orden del disco, una progresión emocional que funcionó como una crónica de la intimidad y el rock and roll.

 

«“La noche más perfecta” y el eco springsteeniano de “A contraluz” marcan el cambio»

 

Las melodías de la montaña: el arte de transformar el dolor en rock
El despegue fue con el single ya conocido, “Los cuervos se lo pasan bien”, un riff marca de la casa. Aunque el estribillo fue coreado, el punto álgido llegó con el alegato a pulmón pleno de Fito en mitad del tema, que resume su esencia: «No, no, no, siempre me he sentido extraño, tan triste como afortunado». La gente acompaña la canción como si fuera ya un clásico de Fito.

A continuación, el título que da nombre al álbum, “El monte de los aullidos”. Un blues que empieza lento y pesado y se vuelve denso, con Fito confesando que era la primera vez que se escuchaban las canciones en público. La épica contenida se corona con un superpuente de Carlos Raya de más de minuto. De forma más terrenal, “Volverá el espanto” hizo que toda la sala empezara a mover la cabeza de arriba abajo. Fito confesó que esta es una de las pocas canciones que hizo «pensando en escribir sobre algo», concretamente sobre las guerras actuales, y tomó prestado Las uvas de la ira, escrita por el estadounidense John Steinbeck. «Nadie recuerda ya el principio / y nadie espera un final / Que nada cambió tanto que todo es así / que siempre lo que pasa es por encima de ti», expresó Fito, aludiendo a esa sensación de inmovilidad ante la desgracia global. La letra apela a la rendición, al descanso solo después de la lucha: «en cuanto pare el viento solo quiero descansar, nadie te quiere romper».

La dureza emocional de la primera parte se centró en el rock and roll de “Como un ataúd”. Fito nos desveló la inspiración y el gran sufrimiento que sintió por el protagonista: «alguien que no encaja, de repente se da cuenta de que tiene una vida que no es la que quiere llevar. En este caso, era una persona que no se sentía cómoda con el género con el que había nacido». Este corte, con su patrón rítmico implacable, recuerda a los temazos cuadrados y rolingas de Los Zigarros. El duelo de Javier Alzola al saxo y la guitarra de Raya es el desgarro.
El disco vira en su ecuador. “La noche más perfecta” y el eco springsteeniano de “A contraluz” marcan ese cambio. Fito, con humildad, confesó que fue Carlos Raya quien le empujó a terminar esta última, demostrando que la belleza se esconde en los detalles más pulidos: «Aprendí a pulir las comas!!». Por su parte, la tristeza se hizo melodía en «me acostumbré a vivir al lado de la tristeza».

 

Fito: «“Mentira y verdad” fue la primera, la que me dio la fe de poder hacer un disco más»

 

Sin embargo, el motor que encendió el álbum fue la emotiva “Mentira y verdad”, que Fito señaló como «la primera canción del disco, la que le dio la fe de poder hacer un disco más». El rockero de Bilbao se despojó de corazas, mostrando la pugna interna con un saxo ascendente y una guitarra descendente: «La soledad te va empañando los espejos, te quise tanto que después no quise nada. Y yo no quiero estar aquí…».

El cierre con “Ardi” fue un epílogo instrumental memorable. Una pieza que Fito confesó que la construyeron como si fuera la melodía de un programa, y que se convirtió en una de las mejores formas de terminar el encuentro. Es un ejercicio vibrante de capas, idas y venidas, respuestas sonoras y juegos instrumentales, un swing cargado de guiños al El sótano, de Radio 3, y al Nino y Bruno de la película Muertos de risa. Un broche maestro.

Abandoné La Sala con la certeza de que Fito, al fin, ha encontrado ese Monte de los Aullidos, ese lugar escarpado donde, como él dice, «crecen y se buscan las grandes canciones». Se lleva un buen puñado de ellas en este trabajo y sigue buscando en sus surcos, demostrando que el oficio de Fito y Fitipaldis sigue siendo intachable. Fito tuvo una mención especial para Juan Pérez Fajardo, a quien agradeció por haber grabado el videoclip.

La realidad es que Fito y Fitipaldis han agotado ya las entradas de muchas de las paradas de Aullidos Tour, la gira que comenzará el próximo veintiuno de noviembre en Santander. Y, ahora, solo quedan las ganas de llegar a casa para sacar el vinilo de la funda y ponerlo a sonar. Es la mejor de las noticias.

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