El disco que unió y separó a Pablo Milanés y a Víctor Manuel

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«Pablo dijo que se marchaba de vuelta a La Habana, una despedida que frustraba la posible gira latinoamericana»

 

El disco que recogía la gira de Víctor Manuel y Pablo Milanés, En blanco y negro, ha cumplido treinta años. Luis García Gil regresa a él para desentramar todo lo ocurrió en aquellos días de escenarios y canciones.

 

Texto: LUIS GARCÍA GIL.

 

Fue en el verano de 1995 cuando el cubano Pablo Milanés y el asturiano Víctor Manuel decidieron girar juntos por iniciativa del segundo, vía fax con dirección a La Habana. Víctor se encontraba girando con Ana Belén por Ecuador y tenía claro el título de aquel futurible mano a mano: En blanco y negro, título resultante que Joaquín Sabina convertiría en letra de canción con la que empezar aquellos conciertos.

A imagen y semejanza del mano a mano de Luis Eduardo Aute y Silvio Rodríguez de un par de año antes, Víctor y Pablo fortalecían lazos ciertos e inquebrantables entre lo que se llamó Nueva Trova Cubana y lo que se dio en llamar canción de autor en castellano.

Diez años antes de En blanco y negro, Víctor había producido un doble elepé titulado Querido Pablo en homenaje al cubano. En blanco y negro cruzaba repertorios y canciones compartidas con ese olfato característico de Víctor para los proyectos conjuntos, verbigracia el coetáneo Mucho más que dos o el posterior El gusto es nuestro. Con Pablo la experiencia no va a terminar precisamente bien, pero quedó el registro en vivo de un doble disco, grabado en la Plaza de Toros de Málaga un 3 de agosto de 1995, y en donde las canciones rutilantes de ambos se hermanaban, dejando espacio también a novedades que versaban sobre el propio título de confraternización que inspiraba el espectáculo. En esa tanda, además de la canción “En blanco y negro”, Víctor y Pablo cantaban “Imágenes en blanco y negro” del canario Pedro Guerra, que servía de epílogo de los conciertos, y “Dos colores: blanco y negro”, del uruguayo Jorge Drexler, que despuntaba entonces por los mentideros musicales de Madrid con Vaivén, su disco de debut en España.

“La vida no vale nada”, “Pobre del cantor”, “Amor” o “De qué callada manera”, del repertorio de Pablo, convivían con “Sube al desván”, “No hemos inventado nada” o la excelente y menos transitada “Parque Berlín”, de Víctor. Curiosamente, en el disco, se imponía el repertorio de Pablo con joyas como “Para vivir”, “Yo pisaré las calles nuevamente”, “Años” o “Yolanda”, entre las que se intercalaba “Soy un corazón tendido al sol” o el guiño a Cecilia en “Un ramito de violetas”.

Todo ello con un septeto de músicos de distintas procedencias con Mariano Díaz a los teclados, el argentino Osvi Grecco a las guitarras, Javier Saiz al bajo, el muniqués Andreas Prittwitz al saxo y a la flauta, Miguel Núñez a los teclados y al piano, el cubano Osmany Sánchez a la batería y el también cubano Eugenio Arango a la percusión. La dirección del espectáculo recayó en José Carlos Plaza, de absoluta confianza para Víctor.

La gira de verano En blanco y negro tuvo muchas paradas, lugares donde se fue definiendo hasta llegar a la Plaza de Toros de la Ventas de Madrid. En las páginas de El País, Ricardo Cantalapiedra lo definió de espectáculo brillante y barroco, nacido de una mutua admiración artística.

Hubo que sortear en el escenario, desde el principio, los problemas de movilidad de Pablo, que no llevaba bien lo de los bises en las postrimerías de los conciertos. Ahí se cerraba en banda y le cedía el testigo a Víctor. El cubano, ante el estupor del asturiano, se mostraba tajante y concluyente en su posicionamiento en una época de acuciantes problemas físicos y notables desencuentros con el régimen castrista. Algo empezó a resquebrajarse en los conciertos por el carácter más bien huidizo de Pablo Milanés, que tampoco se prestaba a comparecer ante la prensa una vez finalizaban los recitales.

A falta de cinco conciertos para culminar la tournée española, Pablo dijo que se marchaba con el tren en marcha, de vuelta a La Habana; una despedida con nota de disculpa sin posibilidad de enmienda que frustraba la posible gira latinoamericana. Ahí terminó, bruscamente, este canto al mestizaje que constituyó aquella gira, «canción arco iris pintada en el cielo», tal como la definió Drexler en su letra, cruce de universos cantados que Sony Music reeditó en vinilo en 2022.

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