El disco del día: Vinicio Capossela

Autor:

«A este tío tendrían que estudiarle ya en todas las universidades y manicomios»

Vinicio Capossela
«Rebetiko gymnastas»
LA CUPA RESISTENCIA

 

 

Texto: GERNOT DUDDA.

 

 

Maravilloso de principio a fin, “Rebetiko gymnastas” es la lógica consecuencia de “Marinai, profeti e balene”. Porque lógico es pensar que tras pasarse un tiempo cazando ballenas al sur de las Aleutianas, Jack London y Herman Melville también acabarían recalando en puerto más pronto o más tarde. Pues de “puertos” va este “Rebetiko gymnastas”, que se vale con mucha coña de la imagen portuaria de un puñado de músicos de “rebetiko” para glosar uno de los puertos más antiguos y característicos que se recuerdan: el Pireo ateniense. De aquí parten todas las expediciones, que pueden llegar hasta la mismísima isla de Mindelo para cantarle a Cesaria Evora esa última ‘Morna’ pendiente (con toda esa melancolía que cabría esperar), otro de los puntos álgidos del disco. Música para cicatrizar las heridas que inflige el mar y la lejanía de las almas que se quedaron atrás, en tierra.

Por supuesto que suenan bouzoukis a mansalva y a la manera griega, pero esto no es música griega (como tampoco griegas son las canciones que canta precisamente en griego y a lo mejor sí en italiano), por mucho que haya sido esta la intención “al traducir” a “rebetiko” algunos de sus clásicos personales, desperdigados en discos como “Il ballo di St. Vito”, “Canzoni a manovella”, “Camera a sud” o “All’una e 35 circa”.

Vinicio sabe a estas alturas que las muchas conquistas sonoras hechas con el tiempo no pueden ser sacrificadas por muy interesante que sea gráficamente el concepto en el que se mueve, y su música sigue plagada, bendecida cabría decir mejor, de esa extraordinaria profusión instrumental. Se sirve de sus recién reclutados músicos griegos –Manolis Pappos, Vassilis Massalas, Ntinos Chatziiordanou–, pero seguimos de pleno en ese maravilloso universo caposseliano, que empieza en su propia forma, socarrona y jugleresca, de encarar vocalmente los temas, y que prosigue en su genial visión musical global. Un poco de “exótica” siempre hay, está claro (esos Farfisa, pianos, vibráfonos, guitarras trémolo, percusiones…), aunque paradójicamente el tema que más a huevo podría sonar a tal, que es su versión de ‘Misirlou’, va por otro camino, abriendo una nueva vía, décadas después de las respectivas aportaciones de Martin Denny y Dick Dale And His Del-Tones (aunque cerrando el círculo, ya que se trata de una de las canciones más internacionales y legendarias del “rebetiko”). ‘Abbandonato’ es una de las inéditas y es una versión libre de una canción de Atahualpa Yupanqui. ‘Non è l’amore che va via’ nos recuerda vocalmente al gran Paolo Conte, pero solo de partida. En ‘Signora luna’ disfrutamos de cierto deje dylaniano pero también de uno de esos espectaculares cierres a lo Morricone/Sergio Leone que tanto gustan a Vinicio. Y cómo no, sin faltar a esa pieza que nunca echamos de menos en sus discos y que sobresale por encima de todas: ‘Con una rosa’, tan sublime y magistral como lo fue ‘Polpo d’amor’ en la anterior entrega.

Y todo para que al final haya cosas que no se puedan ocultar por mucha sofisticación greco-latina que haya: el tan publicitado corte oculto que aparece al final del álbum es ‘Come prima’, de Tony Dallara, un tema ye-yé de los años sesenta. A este tío tendrían que estudiarle ya en todas las universidades y manicomios.

Anterior disco del día: The Patinettes.

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