El disco del día: The Dodos

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«Disco con vida propia y autónoma. De esos que dictan sus propias leyes y su propio ritmo. De pulso nervioso, anfetamínico a ratos y a veces dulce, como una destilada refinación para los tiempos que corren de todo aquello que los Violent Femmes nos enseñaron hace muchos años. Sublime»

The Dodos
«No color»
WICHITA


Texto: CARLOS PÉREZ DE ZIRIZA.


Da gusto toparse con un disco de esos en los que cada canción te sorprende. De esos trabajos repletos de giros argumentales, de desarrollos inesperados, de canciones de las que se sabe cómo empiezan pero nunca cómo acaban. De esos discos en los que las melodías, casi siempre celestiales, acaban espolvoreadas en dosis tan pequeñas, casi agazapadas entre amasijos instrumentales, cambios de ritmo e imprevisibles codas, que cuando tienen apenas unos pocos segundos para resplandecer lo hacen con toda su capacidad cegadora. En cierto modo, todo eso ya ocurría con casi cualquiera de los tres trabajos anteriores de la banda de San Francisco, pero la diferencia estriba en que en este «No color» han sublimado la fórmula hasta dar con uno de los álbumes esenciales de los que llevamos de 2011.

Queda claro que gran parte de todo esto cabe achacarlo al nuevo voto de confianza dado a John Askew (productor de su aclamado «Visiter», de 2008, en detrimento del más comercial Phil Ek, ingeniero del tibio «Time to die», de hace dos años), porque lo cierto es que la exquisita delicadeza de ‘When will you go’, la desbocada vitalidad de ‘Black night’, los radiantes estribillos de ‘Going under’ o ‘Sleep’, la rugosidad de ‘Good’, los susurros y cuerdas de ‘Companions’ o los coros angelicales de Neko Case reivindican la luminosa primacía de las guitarras de palo cuando se ven cortocircuitadas por alambres de electricidad y apuntaladas por una percusión imprevisible y febril. Por suerte, esta vez sí, al servicio de grandes composiciones. «No color» es un disco con vida propia y autónoma. De esos que dictan sus propias leyes y su propio ritmo. De pulso nervioso, anfetamínico a ratos y a veces dulce, como una destilada refinación para los tiempos que corren de todo aquello que los Violent Femmes nos enseñaron hace muchos años. Un disco sublime.

Anterior entrega del disco del día: Robbie Robertson.

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