El disco del día: Sílvia Pérez Cruz & Javier Colina Trío

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«Los hielos no son los mismos después de este disco, capaz de emocionar y conmover por sí solo al más gélido de los mortales. Pero de puro gusto no queremos que nadie nos cauterice las heridas producidas»

Sílvia Pérez Cruz & Javier Colina Trío
«En la imaginación»
KARONTE

 

 

 

Texto: GERNOT DUDDA.

 

 

Hay asociaciones musicales que funcionan mal, regular, bien o muy bien, pero lo que han hecho aquí Sílvia Pérez Cruz y el trío de Javier Colina pertenece sin duda a otra categoría que no está en los mapas. La voz de la catalana es a la vez sincera y sensual, generosa en calor y muy rica en matices. Y está tan soldada a fuego a la actividad de sus compañeros que para este repertorio deja instantáneamente de importar el quién es quién y “sintonía” es una palabra que se queda corta. Desconozco cuanto tiempo llevan trabajando juntos pero escuchándoles pienso que ha sido “toda una vida”, como en el famoso bolero.

Para la ocasión, el contrabajista navarro ha seleccionado y arreglado una decena de clásicos de la música cubana, que es hablar de una de sus mayores delicadezas (de su otra “especialidad”, la música norteafricana, ojalá podamos disfrutar también alguna vez de algo igual de específico). Canciones como ‘Qué dirías de mí’ (María Grever), ‘Mi mejor canción’ (José Antonio Méndez), ‘Ella y yo’ (Oscar Hernández), ‘En la imaginación’ (Marta Valdés), ‘La tarde’ (Sindo Garay), ‘Llora’ (Marta Valdés), ‘Si te contara’ (Félix Reina) o ‘El panquelero’ (Abelardo Barroso).

Y al “expertise” de Colina y sus músicos –Marc Miralta a la batería, Albert Sanz al piano, el saxo de Perico Sambeat en tres piezas– se suman los tonos populares que aporta Sílvia, depositaria de un sentir presente en toda la cadena desde que alguien fundó la primera taberna. Escúchenla, toda pizpireta y criolla, en ‘Belén’ (Ernesto Grenet), «drume» bien esa negrita. O diciéndonos que debimos llorar (cuando al final sí hemos llorado) en ‘Debí llorar’ (Giraldo Piloto/Alberto Vera). Los hielos no son los mismos después de este disco, capaz de emocionar y conmover por sí solo al más gélido de los mortales. Pero de puro gusto no queremos que nadie nos cauterice las heridas producidas.

Anterior disco del día: Alfredo González.

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