«Never mind the bollocks here’s the Sex Pistols», de Sex Pistols

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«Se capturó el sonido deslabazado y rabioso de un cuarteto de dementes que facturaban canciones como el que escupe a un adversario»

Sex Pistols
«Never mind the bollocks here’s the Sex Pistols» (Deluxe edition)
UNIVERSAL

 

Texto: JUAN PUCHADES.

 

Hoy, que los Sex Pistols y el punk parecen tan domésticos como un pack de ocho latas de Coca-Cola, quizá cueste situar esta burrada de disco en su tiempo, que no cambió el mundo en 1977, pero sí fue esencial para renovar el rock del momento, para transformar ideas y refrescar el ambiente sonoro de una década que, analizada en perspectiva, no resultó tan letal como los mismos Sex Pistols la consideraron (visto lo visto y escuchado lo escuchado, los ochenta fueron bastante más dañinos en lo musical). Durante dos años, 1976 y 1977, el punk rompió las reglas del juego, transformó los esquemas y todo parecía posible. Aunque bien es cierto que en 1978 la new wave y sus muy aseadas pulsaciones rítmicas eran una realidad asentada y que, sin irnos muy lejos, en 1981 grupos como Duran Duran o Spandau Ballet dominaban la tierra del pop, incluso los infaustos U2 ya andaban poniendo la oreja con atención en las grabaciones de Simple Minds. Es decir, por mucha revolución de las crestas y los imperdibles, el mundo continuó girando como siempre y el punk pasó a ser un recuerdo o, lo que no sé si es peor, un género más del rock; lo que vendría a ser como la máxima expresión de la decadencia para quienes pretendían romper con todo: que lo suyo se asentara por los restos. Incluso, como los viejos dinosaurios que tanto odiaron en su juventud, desde finales del siglo pasado los Sex Pistols no han dudado en regresar periódicamente a los escenarios. Si eso no es ser engullido por el sistema (o abrirse de piernas ante él), que Vicious suba desde el infierno y nos diga cómo lo ve.

En 1977, los Pistols (dirigidos inteligentemente por Malcolm McLaren) llevaban fogueándose en directo desde el año anterior, y dando el espectáculo allí por donde pasaban: escenarios, programas de televisión o de radio. Su primer sencillo, ‘Anarchy in the U.K.’, lanzado en el 76, no fue del gusto de EMI y les rescindieron el contrato, ficharon con A&M, donde solo duraron un mes y fue Virgin la compañía que, finalmente, se hizo con sus servicios y la que en 1977 pondría en la calle el primer elepé (y en la práctica único de estudio): «Never mind the bollocks here’s the Sex Pistols» (algo así como «no importa unos cojones, aquí están los Sex Pistols», título que resultó polémico y algunas tiendas se negaron a vender el álbum por incluir el ya famoso término testicular), que ahora se presenta en coqueta edición deluxe (¡otra ironía del tiempo!), remasterizado, con caras B de singles y el añadido de un segundo cedé con tomas en vivo de 1977 que resultan puro salvajismo sonoro.

«Never mind the bollocks here’s the Sex Pistols» es una pieza incendiaria que cualquiera que pretenda atesorar en su discoteca los discos más influyentes de la historia del rock debería atesorar (o como mínimo, debería escucharlo una vez en su vida): en el estudio (sin el bajo de Sid Vicious) se capturó el sonido deslabazado y rabioso de un cuarteto de dementes que facturaban canciones como el que escupe a un adversario, y donde importaba más la actitud que el contenido y las formas, porque de eso se trataba, de actitud, de inconformismo (y de mucha cara dura y ganas de provocar). El álbum recogía desde la canción del single de estreno de 1976, ‘Anarchy in the U.K.’, a la archifamosoa ‘God save the queen’ (grabada antes que el elepé) o trallazos como ‘Holidays in the Sun’, ‘Seventeen’ o ‘Pretty vacant’. Canciones que reflejan tiempos de cambio en el rock, y un sonido inconcebible solo dos años antes.

Los Pistols demostraron que todo era posible, incluso llegar al número de las listas de ventas. Pese a proclamar el clásico «no future», al final fue que no, que sí había futuro, por lo menos lo ha habido, y lo hay, para el legado de los Sex Pistols. Y los tipos hicieron historia, que no es poco.

Anterior disco del día: Mark Eitzel.

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