El disco del día: Santy Pérez

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«No lo dudo: ‘Charlas de ética’ es el más redondo y prometedor estreno que he escuchado en muchos años. Y no dejo de asombrarme al pensar que Santy Pérez tiene solo 22 años, porque si esto no es un espejismo, cuando la vida le cargue la mochila de experiencias, puede ir dejando un tremendo cancionero por el camino»

Santy Pérez
«Charlas de ética»
AIRE

 

 

Texto: JUAN PUCHADES.

 

 

Desde hace días estoy enganchado a este disco. Al principio no tenía claro si era un producto de serie B o una caricatura, pero hubo algunas canciones con las que, de manera inconsciente, conecté desde el primer instante. Así que le presté más atención, lo escuché con calma y comprobé que no, que lo de Santy Pérez es de verdad. Solo que está fuertemente influido por Sabina. Mucho. Pero aquí viene lo bueno: a lo largo de los años, nos hemos acostumbrado a que las influencias sabinianas se dejen ver en gente que busca su lado más, digámoslo así, serio y poético, renunciando al rockero y canalla; sin embargo, Pérez indaga, precisamente, en esa manera de componer del de Úbeda más dislocada, irónica, golfa. Un lugar poco explorado y en el que este madrileño de 22 años se mueve con exultante desparpajo, desplegando enormes dotes para la ironía, para reírse de sí mismo, para fotografiar la sociedad que vivimos (bueno, que padecemos), para fabular relatos que podrían ser veraces, y que en algún caso lo son, como en ‘Y esta noche…’, el corte que abre el cedé y que narra las andanzas de un policía corrupto madrileño. Y ahí, en ese arranque a golpe de rock and roll de la escuela clásica, ya percibes que este tipo tiene algo especial: esa forma de cantar tan desenvuelta y segura, en su sitio, mientras interpreta las lindezas de un poli hijoputa. Sin darte cuenta, se establece la conexión, esa que te une con el rock básico y directo (uno es así de primitivo), el de guitarras eléctricas, en compañía de textos en los que se delata un cronista con excelente pulsación literaria, y con esa capacidad tan del primer Sabina por el ripio. ¡Pero qué bien sienta un buen ripio de tanto en tanto! ¡Qué agradable es una certera rima chusca! Santy Pérez, el muy ladino, lo sabe y se aprovecha, pues maneja la palabra con brío, con soltura.

«Charlas de ética» deja algunos grandes momentos, como la mencionada ‘Y esta noche…’, ‘Alicia’ (que es como su particular ‘Princesa’, aquí una Lolita de los tiempos modernos: «Pero hoy se encuentra aburrida / y busca una salida / del pozo sin fondo / que hay en lo hondo de su pecho; / pero no encuentra motivos, / solo puntos suspensivos / para romper con todo, / y del mismo modo / deshacer lo hecho»), ‘Canción de amor’ («Tú una niña entusiasmada / y yo un idiota despechado; / como la luz de tus ojos que no tienen color, / como el vino del demonio avinagrando el corazón»), ‘Restos de stock’ (con algunos de los mejores momentos del disco: «Quedan dos condones con añejo en tu cartera, / no me preocupa si los vas a abrir / para follarte esta noche a cualquiera / y tus gemidos me impidan dormir. / Quedan un cuaderno de reproches, / recuerdos de eternas noches / y regalos de aniversario, / quedan dos amantes endeudados / y un par de días marcados / en tu antiguo calendario»), ‘Charlas de ética’ (gran balada, con citas a Los Rodríguez y Sabina), ‘Romeo y Julieta’ (perfecta en letra y música, e interpretada a dos voces: Pérez y El Chivi, lo que provoca que tenga un tono levemente desconcertante), ‘Carpe diem’ (rock and roll por y para las noches golfas y peligrosas: «yo no le temo a la muerte, / temo más a una noche aburrida») y por supuesto ese divertidísimo hit en toda regla que es ‘En la cama soy la caña’, una canción que ya se tendría que estar coreando con entusiasmo y entrega en los bares.

Es una pena que en la producción no se haya tratado de reducir la impronta sabiniana, reconduciéndola hacia otros lugares y no aproximándose tanto al Sabina de los primeros discos (ese periodo que va de «Malas compañías» a «Juez y parte»), lo que, por momentos, te provoca cierta sensación de «déjà vu» (‘España 0 – Ecuador 3’, ‘Carpe diem’) que habría sido preferible evitar. Aunque se agradece que Santy Pérez mire más a Sabina, también a Robe Iniesta, que a Quique González, como ha sucedido en la última década con la casi totalidad de los nuevos cantautores. Porque Quique es la leche, no se puede dudar, pero si todo el mundo enfoca al mismo sitio, mal andamos, que esto acaba siendo muy aburrido. En todo caso, es un debut, y esas semejanzas no dejan de ser detalles menores (subsanables en próximas entregas), porque lo que queda y cuenta son unas canciones excitantes que te noquean con sus directos a la mandíbula, entre el descaro y la sinvergüencería más desarmante. Y todo ello mientras canta, con tremenda seguridad, cosas como «Si el diablo te pincha con su tridente, / replantéate adorarle como oficio, / no es tan malo licenciarse en vicio, / es peor ser un pobre penitente. / Si el diablo te pincha con su tridente, / no pierdas el tiempo buscando sonrisas, / un escote es mejor que un parabrisas / si la lluvia no es de agua y es caliente» (‘Si las niñas salen putas’).

No lo dudo: «Charlas de ética» es el más redondo y prometedor estreno que he escuchado en muchos años (quizá desde Fabián). Y no dejo de asombrarme al pensar que Santy Pérez tiene solo 22 años (un niño, como quien dice), porque si esto no es un espejismo, cuando la vida le cargue la mochila de experiencias, puede ir dejando un tremendo cancionero por el camino. Pero va a tener muy difícil mantener el nivel de estas canciones deslumbrantes. Ojalá lo consiga. Yo ya estoy contando, impaciente, las horas hasta el segundo asalto.

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