El disco del día: Mark Knopfler

Autor:

«Un álbum poco amable que requiere de la complicidad y del tiempo del oyente, que exige atención para penetrar en sus veinte temas»

Mark Knopfler
«Privateering»
MERCURY/UNIVERSAL

 

 

Texto: JUAN PUCHADES.
 

 

Poco a poco, disco a disco, Mark Knopfler ha ido dejando atrás, pero mucho, su pasado al frente de Dire Straits. De aquel sonido característico que brotó en tiempos de new wave y que luego derivó en rock sudoroso de estadio, ya no queda nada. Si acaso apuntes de su guitarra en alguno de los temas más rítmicos (‘Corned Beef city’) de este doble álbum en el que Knopfler (de 63 años) se muestra sereno, extremadamente sobrio y reflexivo, adentrándose en su más lejano pasado musical, cuando era un chaval que escuchaba blues y folk británico y estadounidense.

Quizá a él le pase como a todos los mortales y su cabeza gire y regrese a los sonidos con los que se formó, dejando al margen los que le reportaron dinero y popularidad. Y está bien que así sea pues la música debe de nacer desde la más completa libertad, de las apetencias creativas del instante y eso es precisamente «Privateering»: un disco completamente libre. Tanto que me atrevería a decir que en absoluto resulta comercial. Es un álbum poco amable que requiere de la complicidad y del tiempo del oyente, que exige atención para penetrar en estos veinte temas en los que, esencialmente, se escuchan ecos de música celta y blues polvoriento, con la guitarra de su autor omnipresente (por momentos recordándonos a la archiconocida Fender del pasado, pues algunos punteos llevan marcado a fuego su adn) y una voz arenosa que canta a la navegación, a parajes serenos, a historias íntimas que parecieran ancladas en un pasado que, en algunos cortes, se muestra mitológico y misterioso.

Temas que en ocasiones tienen una profundidad musical que te atrapa irremediablemente (‘Redbud tree’, ‘Privateering’, la preciosa ‘Seattle’, ‘Kingdom of gold’), en otras es la solemnidad (recurriendo por momentos a la música celta) la que preside la melodía (‘Go, love’, ‘Haul away’, ‘Yon two crows’, ‘Dream of the drowned submarine’), pero el blues se lleva gran parte del minutaje: blues añejo y callejero (‘Don’t forget your hat’, ‘Got to have something’, ‘Gator blood’, ‘Today is okay’) y blues más cadencioso (‘Miss you blues’, ‘Hot or what’, ‘Bluebird’). Aunque también hay, cómo no, espacio para algo de rock and roll (la mencionada ‘Corned beef City’, en la que brota el nervio de antaño, y ‘I used to could’, aunque la base en ambas sigue siendo blues) e incluso se deja escuchar una melodía de aquellas que en los años cuarenta y cincuenta dominaban la radio antes de la eclosión del rock and roll (‘Radio City serenade’). «Privateering» es, en definitiva, un muestrario de ritmos puros presentados con sónica natural, añeja y cruda que hará las delicias de, pongamos por caso, quienes disfrutan del Dylan de la última década.

En todo caso, y aun agradeciendo la ausencia de concesiones, veinte canciones tendentes en su mayoría a lo íntimo, son demasiadas: con una selección de las diez mejores estaríamos ante un disco grandioso.

Anterior disco del día: Muse.

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