El disco del día: Loreena McKennitt

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«Trabajo intenso, de una esbelta melancolía épica que le devuelve a sus raíces más profundas y que viene a probar su altísimo conocimiento del mundo celta tradicional, tan forjado en aquellos encuentros del club de folk que frecuentaba en Winnipeg mucho antes de empezar a grabar como intérprete»

Loreena McKennitt
«The wind that shakes the barley»
QUINLAN ROAD/UNIVERSAL


Texto: GERNOT DUDDA.


Dada la ambiciosa complejidad de las obras de la canadiense, que requieren muchos años de viajes e investigación por la gran cantidad de elementos de diferentes culturas que introduce, sus ciclos de producción son necesariamente lentos. Por eso son altamente bienvenidos estos discos que ella produce entre medias, que no son ni mucho menos menores, y que puede producir con cierta flexibilidad a pesar de los compromisos personales que últimamente no le permiten salir mucho de casa. Trabajos como el navideño “A midwinter night’s dream” o el recopilatorio de canciones tradicionales irlandesas “A mummer’s dance through Ireland”, que le mantienen viva entre sus muchos seguidores y que puede que precisamente proporcionen ese material que sus fans más ortodoxos esperan de ella.

El que nos ocupa es un trabajo igualmente intenso, de una esbelta melancolía épica que le devuelve a sus raíces más profundas y que viene a probar su altísimo conocimiento del mundo celta tradicional, tan forjado en aquellos encuentros del club de folk que frecuentaba en Winnipeg mucho antes de empezar a grabar como intérprete. “The wind that shakes the barley” (el viento que agita la cebada) está íntegramente constituido por tonadas tradicionales, canciones que ella misma cantaba en familia y que ha sacado espontáneamente de su memoria, accedido a ellas por primera vez o simplemente dejándose recomendar por sus músicos, como es el caso del propio tema homónimo (con esa maravillosa letra de Robert Dwyer Joyce).

Canciones como ‘As I roved out’, la instrumental ‘Brian Boru’s march’ o ‘The star of the county down’, que dignifica aún todavía más con su bella y prístina voz. De entre el repertorio emerge una única composición nueva, la bellísima ‘The emigration tunes’, basada en la trágica hambruna irlandesa de 1840, y con la uilleann pipe (gaita irlandesa) llorando salvajemente por la sangría humana que diezmó el país. Escuchar una grabación moderna de esta latitud sonora, con buen sonido de fiddle (violín), gaita, mandolina, bouzouki, bodhran (pandero), arpa, acordeón y más de unos cuantos bordones de zanfona, es por supuesto todo un gustazo.

Anterior entrega del disco del día: «No te apures mamá, es solo música pop».

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