El disco del día: La Casa Azul

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«Quizá ha perdido la ingenuidad que en sus primeras canciones nos encandilaba porque las vestía tan bien, tan elegantes; pero ha ganado en consistencia, en detalles, en guiños, en espíritu lúdico»


La Casa Azul
La Polinesia Meridional
ELEFANT

 

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

 

Cuando ya hace más de diez años, por estas fechas de adviento, me llegó una maqueta que empezaba a circular de un grupo llamado –con nombre de canción de Parade– La Casa Azul, me sorprendió la pureza vital de sus canciones y el burbujeante espesor de sus melodías. Han pasado muchas cosas en estos diez años: cuatro discos y una recopilación de sus primeros trabajos, un Goya, casi un acceso a Eurovisión, músicas para series de televisión… Y también ha cambiado su música hasta hacerse más y más barroca, más llena de impulsos grabados en sonidos y no en pureza.

Incluso en la ambientación del disco. No solo es que el bubblegum haya dejado paso a sonidos electrónicos y espaciales, sino también que todo se ve impregnado por una desazón: el paso del tiempo, la angustia, el declive. Y un mundo que cada vez más apunta a ruina, como en ‘Europa superstar’ o ‘Sálvese quien pueda’. En lo musical, pues como siempre pero aumentado. Canciones que contienen todos los estigmas de lo que ha sido la música popular y la música de baile desde los años 60. El aire al sonido de Philadelphia en ‘La Polinesia meridional’, esa especie de funky de ojos azules que son ‘Los chicos hoy saltarán a la pista’ y ‘La fiesta universal’, el homenaje a Phil Spector de ‘La niña más hermosa’ o el recuerdo a sus ídolos en ‘Terry, Peter y yo’.

Para que te guste La Casa azul has de entrar en el juego. Quizá ha perdido la ingenuidad que en sus primeras canciones nos encandilaba porque las vestía tan bien, tan elegantes; pero ha ganado en consistencia, en detalles, en guiños, en espíritu lúdico. Sus canciones son un parque temático en que cada segundo es una atracción de ritmos populares que encajan a la perfección. De la Motown pasamos a Abba, de aquí a Helen Love, un giro y la California de los sesenta, siempre el ‘Ritmo de la noche’, a veces Robert Palmer… Solo queda una cosa, ¿Querría saber Guille Milkyway «qué se siente al ser tan joven»? Pues sólo tiene que escuchar su primera maqueta.

Anterior entrega de Rockola: Cooper.

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