El disco del día: David Sylvian y Richard Barbieri & Steve Hogarth

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«David Sylvian, un cantante dotado de una extraordinaria voz y un gusto exquisito, amén de una imagen de lo más cool, se ha convertido en el referente para los viejos fans de Japan»

David Sylvian
“A victim of stars, 1982-2012”
SAMADHI/VIRGIN

Richard Barbieri & Steve Hogarth
“Not the weapon but the hand”
KSCOPE/MASTERTRAX

 

 

Texto: DARÍO VICO.
 

 

Japan fueron todo un fenómeno de culto casi masivo en la Inglaterra de los 80, aunque fuera de sus límites apenas trascendieron; tras evolucionar de un intento británico y artie de emular a los New York Dolls a convertirse en lo que habrían sido los Roxy Music de “Avalon” de permanecer Eno, llegaron a colar en lo alto de las listas británicas temas como ‘Ghost’, al que ahora somos incapaces de imaginar compitiendo en una radiofórmula con los hits de Rihanna o Gaga… Eran tiempos diferentes. Pero si Japan fueron lo suficientemente chic para que Inglaterra los adorara, les faltaba algo para emular a Simple Minds, Human League, Ultravox o Psychedelic Furs, un cierto componente adolescente que les permitiera colarse como éstos en las bandas sonoras de películas «teen» y arrasar en las listas de éxitos yanquis (y de ahí, al resto del mundo). Japan era más un grupo del gusto de un chico a lo Holden Caufield que de un émulo de Ferris Bueller.

Desde entonces su líder, David Sylvian, un cantante dotado de una extraordinaria voz y un gusto exquisito, amén de una imagen de lo más «cool», se ha convertido en el referente para los viejos fans del grupo y ha desarrollado una carrera muy interesante aunque quizás, algo autocomplaciente. Sylvian, interesado por la música negra, la étnica, la electrónica, el jazz y casi todo lo que se mueva en los límites del pop blanco, ha sabido combinar todos estos elementos de una manera absolutamente personal y fascinante, amén de haberse convertido en un maestro de los tiempos lentos de alta densidad sonora. Se ha rodeado de excelentes músicos a lo largo de estos años, como Holger Czukay, Mark Isham, John Hassell, Fennesz, Sakamoto, Derek Bailey… Pero quizás se ha sentido demasiado cómodo con sí mismo y con la veneración a pequeña escala internacional que su obra despierta, y eso deja este resumen en doble CD de su obra en solitario –aparte de ‘Ghost’, el único tema que rescata del repertorio de Japan– como un resumen de todo lo que ha hecho, pero también de todo lo que no ha querido hacer.

Sylvian ha creado excelente música, tal vez un poco elitista, a lo largo de estos veinte años, pero seguramente habría podido tensar un poco la cuerda, tal como hizo en los últimos años de Japan; por ejemplo, era un excelente cantante de rock y funk blanco, terrenos en los que apenas ha pisado en estos años. Pese a ello, este recopilatorio es una excelente y baratísima manera de introducirse en la obra de un artista fascinante, o quizás habría que decir con una tremenda vocación por fascinar. Uno de los mejores vocalistas de nuestro tiempo y un explorador incansable, de etiqueta, eso sí, de los que pueden regresar de un viaje de meses por la selva con el salacot y la ropa interior impolutos. Como remate, reseñar que se incluyen sus «intentos» por volver a ejercer como miembro de un grupo, en Nine Horses y Rain Tree Crow (una reunión de Japan abortada y denominada) y un tema inédito, ‘Where’s your gravity’.

En Japan, Sylvian contaba con intrigantes compañeros de viaje; el excelente batería Steve Jansen –a la sazón, su hermano–, el tremendo bajista, Mick Karn, recientemente fallecido y para mí uno de los más imaginativos en su puesto en la historia del rock, y el teclista Richard Barbieri. Había un «quinto japonés-británico», el guitarrista Rob Dean, que fue perdiendo peso progresivamente en la banda –en beneficio de Barbieri– según esta se decantaba hacia la electrónica, y un quinto «japonés fetén» que ejerció como invitado en los últimos discos, el también guitarrista Masami Tuschiya, de la banda nipona Ippu-Do que aunque es un buen instrumentista creo que entró más que otra cosa porque tenía una pinta fantástica. De todos ellos, ha sido Barbieri quien ha desarrollado una carrera más interesante, fundamentalmente a sueldo de los neo-progresivos Porcupine Tree, pero también en sus proyectos compartidos y en solitario.

El más reciente le une a Steve Hogarth, quien en su momento sustituyó a otro cantante tan carismático y errático como Sylvian, Fish, al frente de Marillion, y ahí sigue. Juntos han grabado un excelente disco, que demuestra que ambos han tenido una carrera heterodoxa y la han sabido aprovechar –Hogarth, por ejemplo, también formó parte de The Europeans– y que son capaces de viajar por casi veinte años de música experimental-comercial sin que se noten demasiado los baches entre estilos y sus fronteras; Barbieri está acostumbrado a trabajar como músico a cuenta creativa de otros, y Hogarth, aparte de su condición de sustituto eterno de otro, no comenzó en el negocio como cantante, con lo que se ha adaptado poco a poco a la labor, y así en “Not the weapon but the hand” parece que juegan a ser otros –el propio Sylvian, Peter Gabriel, alguna de las encarnaciones king-crimsonianas…– y pese a todo el álbum goza de una tremenda coherencia, incluiso cuando pivota de lo ambiental a lo rítmico, y una alta calidad media. Un excelente disco transicional.

Anterior disco del día: Javier de Torres.

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