“El diablo suele estar entre bastidores”, artículo de Diego A. Manrique

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Mediante la figura de Ahmet Ertegun, fundador de Atlantic Records, Diego A. Manrique, en “El País”, nos explica en qué consiste ser disquero. Ertegun –que murió por una lesión cerebral causada por una caída al visitar a los Rolling Stones en los camerinos en un concierto en Nueva York poco después de la famosa caída del cocotero de Keith Richards– “Hijo del embajador de Turquía ante EEUU, se movía entre la jet set pero conocía los tugurios de Harlem: un bon vivant que compartía mil anécdotas sabrosas de la industria músical. Le gustaban las mujeres hermosas y se intoxicaba como el que más. Además, era un disquero”.

Manrique nos explica en qué consiste ser disquero: “Esencialmente, en intuir el gusto del posible comprador y ser capaz de convencer al artista para modificar la mezcla o sacar tal tema como single. Aparte, el deleite en la jugada comercial”.

Ertegun consiguió mutilar el primer estudio riguroso sobre Atlantic, el de Charlie Gillett, pero “Con todo, Ertegun exhibía cierto sentido moral. Como tantas indies, Atlantic practicaba la contabilidad creativa: sus artistas negros estaban en números rojos cuando iban a exigir sus ganancias. Eso cambió en los ochenta. Para bien: cuando murió Big Joe Turner, Atlantic pagó el entierro y liquidó la hipoteca que asfixiaba a su viuda. La apurada situación de Ruth Brown hizo que la compañía estableciera royalties retrospectivos. Atlantic también financió inicialmente la Rhythm & Blues Foundation, que atendía a las necesidades más urgentes de aquellos músicos esquilmados”.

“Ahmet sonreía cuando explicaba su acuerdo de distribución con el sello Stax. Se supone que era un contrato tipo pero colaron una clausula que —abracadabra— transfería a Atlantic la propiedad de los masters de esos discos”.

Desde aquí puedes acceder al artículo de Diego A. Manrique “El diablo suele estar entre bastidores”.

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