El diablo que hay en mí, de Lauren Jordan & Las Malas Compañías

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DISCOS

«En este repaso a las músicas hispanas de raíz estadounidense puede convivir el rockabilly con el western, el country o el soul»

 

Lauren Jordan & Las Malas Compañias
El diablo que hay en mí
BC RECORDS, 2021

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

Lauren Jordan es, a la vez, una institución en el mundo del rock and roll español y alguien que sigue buscando. No tiene reparo en beber de todo el bagaje que hay a sus espaldas, incluso el que hay antes de que, con apenas 16 años, en 1989, fundase Inoportunos, su primer grupo. Desde entonces, se ha convertido en un activista dinámico del mundo rocker que tanto abandera iniciativas y ayuda en documentales como escribe libros sobre este movimiento musical. Una de estas iniciativas es una colección de tres discos que, con su grupo Las Malas Compañías, intentan dar voz con colaboraciones a todo el que ha significado algo en este país en el ámbito del rock norteamericano con hechuras hispanas.

Si en la primera entrega participaron, entre otros, músicos de Los Rebeldes, Más Birras o Los Despiadados, en esta segunda parte el catálogo de colaboraciones aumenta exponencialmente: cincuenta y cinco músicos que provienen de La Frontera, Trogloditas e Intocables, Bulldog o Gatos Locos. Todos ellos van a conformar, cuando la serie esté completa, un catálogo de la plana mayor del rock and roll cantado en español.

Es un proyecto más abierto en sus componentes que Inoportunos, y también más variado en su dinámica estilística. Si en su primer grupo tantea un rock and roll de hechuras hispánicas, que poco a poco se va salpicando de los Stray Cats, en este repaso a las músicas hispanas de raíz estadounidense puede convivir tranquilamente el rockabilly con el western, el country o el soul.

Y western es el instrumental que abre el disco y se recupera para cerrarlo, “Moebius” —genialidad de nombre—, también otro instrumental, “Duelo de guitarras”, plástico y digno de unas escenas de spaghetti western. Dentro de este ámbito entrarían las esencias vaqueras de “Sin ti, Madrid” o las de “Luces de neón” o “El páramo”, en las que la épica se alía con detalles más oscuros. Una oscuridad que deriva algunas veces de la que imprimieron Gabinete Caligari a su estética, como en “Balas cruzadas”, que si bien despliega una letra de ambiente mexicano, en la música sigue las enseñanzas del grupo de Jaime Urrutia, lo que sucede asímismo en la densa “Dentro de mí”.

Dentro del ámbito norteamericano también se inscribe “Louisiana blues”, con piano y unas cadencias zydeco que hacen honor a su nombre, y “Teletransportado”, una balada high school. Con todo esto, las letras siguen bebiendo constantemente del imaginario hispano. Así aparecen homenajes a Belchite —recuerden, destruida en la Guerra Civil—, la Barcelona de los ochenta o la amistad en “La gran ola”.

Se trata, evidentemente, de un proyecto faraónico, pero de momento, y a la espera del tercer volumen, podemos decir que los propósitos se están cumpliendo. Es más, cuando se complete, resultará que Lauren Jordan —con sus libros, el documental Nunca despiertes y estos tres discos— es el gran cronista del rock and roll en nuestro país.

Anterior crítica de discos: Aurora y Enrique, de Soléa Morente.

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