El consultorio del doctor Cave

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COMBUSTIONES

«Hay que reconocer el cuidado con el que responde Cave. El alto nivel literario de su escritura. La inteligencia, sensibilidad y aplomo que destilan sus juicios»


En su columna dominical, Julio Valdeón valora la iniciativa de Nick Cave de abrir un blog para comunicarse con sus seguidores y responder a sus preguntas con inteligencia, sensibilidad y aplomo.


Una sección de Julio Valdeón.

 

Nadie ignora que la vida de Nick Cave dio un giro al horror en 2016. Arthur, uno de sus dos hijos, se precipitó por un precipicio en Brighton. La trágica muerte del muchacho coincidió con la grabación de su hasta ahora último disco de estudio con los Bad Seeds, Skeleton tree. Su difícil gestación, y el proceso de duelo asociado, engendraron un documental, One more time with feeling, dirigido por Andrew Dominik. Una película que al principio resulta impúdica, por lo que tiene de pudorosa pero al mismo tiempo radical exhibición de la herida. Hasta que a fuerza de acumular capa tras capa de reflexiones a quemarropa y delicadísimos paseos por el lado oscuro, memoria en carne viva y canciones monumentales termina con el espectador sin respiración y de rodillas.

Dos años más tarde, el australiano, que prepara nueva grabación con el gran Warren Ellis y el resto de forajidos, ha decidido responder a las preguntas de los fans mediante un blog, The red hand files. En su sucinta presentación asegura que «Puedes preguntarme cualquier cosa. No habrá moderador. Esto será entre tú y yo. Veamos qué pasa». En realidad la trampa es obvia. Puedes preguntar lo que quieras, sí. Pero Nick decide qué responde y qué no. Esto le ahorra el enojoso trámite de enfrentar cuestiones incómodas. La inveterada costumbre de los periodistas por meterse dónde nadie les llama. Malditos sean. Con lo fácil y cómodo que resulta enviar una nota de prensa promocional y que los medios se limiten a reproducirla. O, en los casos más espectaculares, con los estupendos servicios que brindan los plumillas adolescentes. Esos que acostumbran a confundir cordialidad y amistad y se desviven por caer simpático al ídolo.

Con todo, hay que reconocer el cuidado con el que responde Cave. El alto nivel literario de su escritura. La inteligencia, sensibilidad y aplomo que destilan sus juicios. La valentía: por más que exista un proceso de censura previa, aquí enfrenta unas cuantas interpelaciones chungas. Desde una pregunta relativa a la muerte, y cuya contenida réplica, emocionante sin babas, merece enmarcarse, hasta otra relativa a la posibilidad de la autocensura en su escritura ante los cambios culturales relativos a «la mujer, el consentimiento y las relaciones». Entre otras cosas Cave lamenta la posible erosión de los «aspectos más brillantes de la personalidad», reconvertidos en «monótonas políticas de identidad» en cuyo altar cambiaríamos la libertad «por una protesta de talla única contra un concepto uniforme de la masculinidad que no estoy seguro de reconocer». Ni yo, querido Nick, ni yo. Por más que cambiaría monótonas, que también, por posmodernas, pueriles y reaccionarias.

Anterior entrega de Combustiones: Amaral y Loquillo, dead or alive.

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