El Club de las BSO: Los aciertos musicales de “El bailarín del desierto”

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“La historia de ‘El bailarín del desierto’ es como un sueño hecho realidad para un compositor, y el trabajo final realizado por Benjamin Wallfisch es absolutamente espectacular y delicioso”

 

De todo como en botica: así podría definirse la música que acompaña a los estrenos de esta semana. Fernando Fernández analiza los errores de la banda sonora de “Tracers” y celebra el trabajo de los compositores de “El bailarín del desierto”, entre otras músicas de cine.

 

 

Una sección de FERNANDO FERNÁNDEZ.

 

 

Lo bueno de los veranos es que tenemos autenticas ensaladas de estilos que contagian la música que acompaña a los estrenos, con todo lo bueno y todo lo malo. El cine se llena de música para todos los gustos: electrónica, independiente, sinfónica, acción, terror y muchas emociones.

 

 

“Tracers”, música de Lucas Vidal

 

Empiezo con uno de esos ejemplos que marcan el estilo del moderno cine de acción juvenil. Daniel Benmayor es un estupendo director español que nos trajo las interesantes “Paintball” y “Bruc. El Desafio”, y que tras unos años desaparecido regresa con un proyecto americano llamado “Tracers”. Vaya por delante que soy el primer defensor del cine como trabajo e industria, no solo arte, y el primero que disfruta con películas de género que no rompen ningún tipo de molde, pero que cumplen y hacen su trabajo. Pero esperaba algo más, no tan recargado de clichés como esta película. Al menos Benmayor hace una demostración de buen trabajo técnico con unas escenas de acción físicas y parkour que no recurren a los efectos especiales, pero es una pena que el guion y los actores (con un Taylor “soy-el-lobo-de-crepúsculo” Lautner a la cabeza) no lleguen a una altura mínima. Razón probable de su estreno en estas fechas.

Otro que no llega a un mínimo y defrauda totalmente es Lucas Vidal. Con una banda sonora que, no solamente está por debajo de lo genérico, sino que parece uno de los peores elementos técnicos de la cinta. Una lástima, si comparamos con los estupendos trabajos de Xavi Capellas para sus anteriores películas. Vidal se lanza de cabeza con una partitura electrónica que parece querer servir de base rítmica a la historia. Aunque en un primer momento parece que pueda tomar un camino divertido y animado, con una electrónica más viva que la clásica ambiental, su falta de variedad y absoluta carencia de emoción favorece aun más el desapego del espectador. No es que no intente incluir elementos emocionales, lo hace en ‘Nikki’s conflict’ o ‘Cam and Nikki’, pero son ejemplos donde una típica canción de pop o rock hubiese hecho mejor trabajo. La acción en la banda sonora es, posiblemente, uno de las pocas cosas que pueda llamar la atención, pero además de que tardan en aparecer los buenos momentos, son típicos e impersonales, como pasa en ‘Warehouse job’ o ‘Final heist’. Tal vez el estilo electrónico pueda parecer que nos acerca al estilo de vida de estos ladrones amantes del riesgo y el parkour, pero esto lo digo por intentar encontrar una razón para la música… aunque sea rascando el fondo del barril de las ideas. Es un ejemplo de manual, cuando me refiero a la parte mala de la producción cinematográfica más tópica actual.

 

 

“El último cazador”, música de Matteo Zingales, Andrew Lancaster y Michael Lira

 

Es una de esas películas que se estrena ahora, cuatro años más tarde, por no saber qué hacer con ellas, y probablemente sorprenderá a más de uno. “El último cazador” es una historia que mezcla el estudio de personajes, especialmente de ese cazador encarnado por un estupendo Willem Dafoe, con elementos de thriller ecologista. Tal vez espoleados por la dura reacción del público de las redes sociales a los cazadores de especies protegidas, nos llega esta estupenda película basada en la novela de Julia Leigh. Película australiana que cuenta con un estupendo reparto, una maravillosa fotografía en localizaciones naturales reales y una entretenida historia con bastante fondo.

Una película con personajes diversos, una trama de suspense y muchas escenas con muy poco dialogo puede convertirse en una pesadilla o en un regalo para un compositor. En esta ocasión es un acierto del equipo de compositores. Una banda sonora que sabe conjugar los elementos de emoción, misterio y atmósfera de manera muy acertada y con un resultado realmente interesante. La música combina elementos electrónicos y acústicos de una manea muy homogénea, creando una partitura que, aunque carga más las tintas en sus elementos atmosféricos, sabe también desarrollar otros y servir de buen apoyo a la historia. No solo aporta un elemento muy evocador en la música, sino que ese elemento se torna muy triste y melancólico cuando se adhiere a los personajes, como en las delicadas ‘Martin David’ y ‘Lucy Armstrong’, con la melodía principal a cargo de las cuerdas y el piano. Mantiene el clásico sonido de thriller moderno, con percusión y electrónica más ominosa en ‘Redleaf’, ‘Intruder’ o ‘Burnt house’. La música busca no entrometerse en una historia donde la localización y los personajes son lo importante, reforzando con su presencia lo que no se dice.

 

 

“El señor Manglehorn”, música de Explosions in the Sky y David Wingo

 

Un proyecto totalmente diferente: un pequeño drama intimista, con toques de comedia negra, que nos devuelve al director David Gordon Green al terreno en el que realmente ha demostrado ser un valor a seguir. Abandonando de una vez una serie de comedias locas y desmadradas que diluían su personalidad, y ayudado por un maravilloso Al Pacino en uno de sus papeles más comedidos, nos llega la historia de este cerrajero que lamenta la pérdida de su gran amor y se enfrenta a la posibilidad de dar un cambio a su vida. Uno de esos proyectos pequeños que permiten desarrollar historias y personajes mucho más personales e interesantes, si se saben llevar bien.

Este tipo de películas suelen contar con partituras pequeñas y compuestas por músicos que se mueven más por el panorama independiente, como sucede en este caso. Explosions in the Sky es una banda de post-rock tejano que prácticamente ha abandonado ya su producción musical normal, centrándose más en su trabajo cinematográfico. Aquí vuelven a trabajar junto a David Wingo, amigo personal y compositor habitual en los proyectos pequeños del director Gordon Green, y músico de similar carácter y estilo a ellos. El miedo de este tipo de bandas sonoras es que la música puede terminar siendo una simple base ambiental o experimental, que sirve de puro acompañamiento a la película, pero aunque mantiene un cierto tono experimental en algún momento, la música incluye melodías que le proporcionan un aire entre melancólico y con cierto corazón que se agradece. A pesar de que la música mantenga ese cierto tono ambiental en las piezas iniciales ‘Manglehorn lock and key’ y ‘Lightning in a bottle’, se incluyen motivos electrónicos y con cierto aire inspiracional que la hacen mucho más entretenida e interesante de lo que sería habitual. La inclusión de efectos electrónicos y de ambiente en ocasiones son excesivos, no sé si buscaban que la música tuviera una mayor conexión realista o algo así, pero en ocasiones te saca de la atmósfera que está creando. Afortunadamente el tono, más cálido y animado del habitual, la hace más interesante de lo que podía esperar.

 

 

“Extinction”, música de Sergio Moure de Oteyza

Otro director español que se lanza a la aventura americana, pero con mucha mejor mano y resultado. Miguel Ángel Vivas, el responsable de interesantes películas como “Reflejos” y “Secuestrados”, se sumerge en el género fantástico apocalíptico con “Extinction”. Un nuevo giro de tuerca sobre la Tercera Guerra Mundial y un futuro plagado de bestias basado en la novela “Y pese a todo” de Juan de Dios Garduño. Y una nueva demostración de que en nuestro país tenemos muy buena mano con el género de terror y fantástico, como demuestra este filme, con un reparto internacional y una historia muy claustrofóbica y entretenida.

Para la música ha vuelto a contar con la colaboración de Sergio Moure de Oteyza, pero con mejores posibilidades de lucimiento que con “Secuestrados”. En esta ocasión Moure aprovecha para pintar un paisaje desolado para esa tierra en invierno eterno en el que las cuerdas, esos metales desgarrados y algún elemento de electrónica nos introduce, con una música tremendamente atmosférica, en ‘Welcome to harmony’. Ese tono atmosférico se mantiene como base de la banda sonora y la historia, y siempre con una sensación de tristeza y desolación en la música que sirve para crear la ambientación adecuada. Puntualmente, la música crea expectación y gana presencia y fuerza, apremiando a los personajes con momentos de acción como en ‘Defending my baby’ o ‘Chase’. En otros momentos el piano hace presencia, aportando ese tono melancólico que vale para reforzar ese antiguo enfrentamiento entre los protagonistas, como sucede en ‘Old grudges’ o ‘The portrait’. Este tono podía parecer excesivamente oscuro o dramático para la música, pero en su escucha aislada funciona bien, sobre todo cuando se equilibra con momentos más brillantes en la partitura, que dan ese punto de esperanza y emoción que representa el personaje de Lu. Es la verdadera razón de la lucha por sobrevivir de los protagonistas, que brilla en sus apariciones en momentos como ‘In the morning’, ‘Lu’s birthday’, ‘Encounter’ o la conclusiva ‘A new home’. Ese equilibrio entre los momentos de acción y los emocionales es lo que más favorece el disfrute de una banda sonora que mantiene la atmósfera y la ambientación al mínimo necesario (algo que se agradece) sin esconder las emociones.

 

 

“El bailarín del desierto”, música de Benjamin Wallfisch

 

Finalmente se estrena en nuestro país otra de esa películas complicadas de clasificar, que se antoja tremendamente interesante en el plano artístico. Basada en hechos reales, nos cuenta la historia de Afshin Ghaffarian, un Iraní apasionado del baile y la música, que en el difícil clima político del año 2009 decide reunir a un grupo de jóvenes dispuestos a arriesgar sus vidas para conseguir su sueño siguiendo los pasos de mitos como Gene Kelly y Michael Jackson. Juntos deciden crear un grupo de baile clandestino con un solo objetivo: bailar delante del público. Lo mejor de la película es su mensaje de que la música es capaz de traspasar fronteras a través de la historia de este grupo de estudiantes, que logra con las espectaculares coreografías de Akram Khan, uno de los nombres más destacados de la danza contemporánea.

Musicalmente, esta historia es como un sueño hecho realidad para un compositor, y el trabajo final realizado por Benjamin Wallfisch es absolutamente espectacular y delicioso. Con una partitura tremendamente emocional y moderna, convierte a la música también en protagonista. Wallfisch crea un tema principal para su protagonista que consigue evocar los orígenes del Medio Oeste, sin ser excesivamente étnico. Proporciona un tono de melancolía y tristeza que inunda de emoción el resto de la partitura, pero para acercarse a las sensaciones que más podríamos asociar con la danza, también le aporta una sensación de delicadeza y ligereza en su desarrollo que convierte a la música en una auténtica delicia. Solo escuchar ese tono en ‘Elaheh’s audition’, el tema construido para la protagonista femenina de la historia, hace que uno caiga rendido ante esta banda sonora. Esto no significa que la música de una impresión excesivamente frágil, porque no es ese su objetivo, sino reflejar las emociones que los protagonistas de la historia van sintiendo, dentro de un concepto que es pura pasión y sentimiento como la danza. Por ello la música también muestra esa fuerza y esa pasión, especialmente cuando desarrolla de manera definitiva los temas principales en las impresionantes ‘Desert dancer’ (imposible controlar la piel de gallina durante los nueve minutos de la pieza) o ‘Dance is my weapon’. Toda una declaración de intenciones, de amor a la música y lo que es capaz de conseguir y a una expresión como la danza.

Aunque estemos disfrutando de vacaciones, playa, montaña, o de algo de tranquilidad en el trabajo al menos, sigue habiendo ocasión de hablar de música y cine, y de bandas sonoras recomendables y destacadas, aunque alguna no sea precisamente por su brillantez. Esa es la idea de El Club de las BSO: conocer esa música que nos llega, y que sepáis lo atractiva e interesante que puede ser. O no.

 

 

Anterior entrega de El Club de las BSO: El acierto musical de “Misión imposible”.

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