El alma voraz de Steve Van Zandt

Autor:

COMBUSTIONES

 

«Van Zandt es un formidable escritor de canciones. Un estupendo guitarrista rítmico. Un vocalista personalísimo y emocionante»

 

Julio Valdeón se detiene esta semana en el libro de memorias de Steve Van Zandt, Unrequited infatuations, que saldrá a la luz a través de Hacette Books el próximo martes, 28 de septiembre. Ese mismo día, el autor conversará con Bruce Springsteen en una charla que podrá verse online a las ocho de la tarde.

 

Una sección de JULIO VALDEÓN.

 

El más verborreico de los guitarristas, el más concienciado de los músicos, el más capaz de sostener varias empresas a la vez y no acabar zumbado, tiene autobiografía. Cómo no iba a subirse a la ola de los músicos con libro donde contar su rollo Steve Van Zandt, febril meteoro de Nueva Jersey, conseglieri de mitos, culo de mal asiento y arrolladora dinamo.

De Van Zandt, que nunca disfrutó el centro de los grandes escenarios, que no alcanzó la fama o los honores de un Bruce Springsteen o un James Gandolfini, fascina su capacidad de trabajo. Su hiperactividad. El guitarrista de la E Street Band, que abandonó a principios de los ochenta y a la que regresó en 1999, mantiene una disquera, un espacio en Sirius Radio, un programa escolar sobre la historia del rock and roll y una notable carrera como actor, que arranca por toda la escuadra con Los Soprano. Solo por esa serie ya merecería su puesto de honor en el panteón de cualquier enamorado al mejor cine. Pero es que encima, además, sobre todo, firmó arreglos de vientos en un disco tan icónico como Born to run, que contribuyó a desatascar; es corresponsable del sonido de Darkness on the edge of town, The river y Born in the USA, y un puntal clave en el sonido y actitud de una de las mejores formaciones de rock de la historia.

También merece muchísimo la pena buscar sus discos en solitario. Van Zandt es un formidable escritor de canciones. Un estupendo guitarrista rítmico. Un vocalista personalísimo y emocionante. La reciente edición de un goloso cofre con sus discos y unos cuantos directos debiera de servir para coagular el desconocimiento de una obra proteica y de un artista formidable en su papel de secundario de gigantes y protagonista cuando la ocasión y el proyecto lo merecen. Ah, Van Zandt siempre estuvo con los que sufren, con los de abajo, con los malditos y el underdog, así en los Estados Unidos de los disturbios raciales como en el reaganismo a bandera quitada, en la reconversión industrial y durante los aciagos años del reciente trumpismo. A todos ellos los ha combatido con el mismo fervor que reivindica a Gary U.S. Bond, Ronnie Spector y Darlene Love. Tampoco olviden su lucha frente al monstruoso Apartheid, con el disco Sin city. Van Zandt, ya sin el Miami, volvió del sueño del underground para reivindicar sus bien ganados galones, pirata valiente y bueno al que resulta fácil querer.

Anterior entrega de Combustiones: El tesoro perdido de Bob Dylan.

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