Dreamers are waiting, de Crowded House

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DISCOS

«Todo suena como un disco del grupo sin desmerecer lo conseguido en Woodface o Together alone, abriéndoles nuevas puertas»

 

Crowded House
Dreamers are waiting
LESTER-EMI, 2021

Texto: XAVIER VALIÑO.

 

Un —estupendo— caso de endogamia familiar. Neil Finn se ha pasado los últimos meses —antes de la pandemia— enrolado como miembro de pleno derecho de Fleetwood Mac. Mientras —o después, nunca se sabe— maquinaba el regreso de Crowded House con su séptimo disco en treinta años. La cuestión es que tenía que reconstituir la banda y no ha encontrado nada mejor que Mitchell Froom al teclado —sí, el productor de los discos más aventurados de Suzzane Vega— y sus propios hijos, Lim y Elroy.

El segundo se descuelga con una rotunda rodaja pop, “Love isn’t hard at all”, de lo mejor de su historia, y el primero firma dos cortes con armonías muy de la Costa Oeste de los años sesenta: “Goodnight everyone” y “Show me the way”. Incluso el hermano de Neil, Tim, coescribe “Too good for this world”, aunque no signifique su retorno al grupo. Por supuesto, detrás de todo está Neil, con el mejor olfato pop de las Antípodas (excelsas “Playing with fire” o “Start of something”), dando unidad y sentido al conjunto. Todo suena como un disco del grupo sin desmerecer lo conseguido en Woodface o Together alone, abriéndoles nuevas puertas, y sin que sea necesario conocer sus antecedentes para degustarlo serenamente una y otra vez.

Anterior crítica de discos: Exit wounds, de The Wallflowers.

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