Doctor Divago Las canciones del año que viene, canción a canción

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Doctor DivagoLas canciones del año que viene, canción a canción

Doctor Divago contempla sus cerca de 20 años de trayectoria mirando al presente con un disco mayúsculo y rotundo: Las canciones del año que viene (Molusco Records). Tan encantados estamos con él que invitamos a Manolo Bertrán –compositor, vocalista, guitarrista de la banda y uno de los más cuidadosos letristas del rock español–, a desgranar para nosotros el contenido de Las canciones del año que viene, canción a canción.


Texto: MANOLO BERTRÁN.
Fotos: LIBERTO PEIRÓ.


“¿CUÁNDO PERDIMOS EL RUMBO?”

“Pasamos a ser estadísticas
cuando dejó de sonar la música
Y escuchamos a la voz interior
reconociendo su error,
suplicando perdón.”

Una historia de desorientación vital que podría aplicarse tanto a lo personal como en un sentido más general, más sociológico.
Una canción urgente y efectiva que vimos clara para abrir el disco. La fugaz intro con batería y órgano subiendo juntos fue un pequeño hallazgo. Empieza como un tiro, directamente con el estribillo. Es bastante simétrica, con un final desquiciado. Contrapunto de guitarra solemne y épico para los estribillos dobles (que empiezan y acaban la canción) y más desahogado para los centrales simples.

«LA HABITACIÓN DE CHARO”

“Si la miras a los ojos
me verás pidiéndote socorro.
Y si crees que estoy mintiendo
en su respiración se escucha mi lamento.”

La estructura y el desarrollo de la canción están muy logrados. Tiene una intro que te aboca, con un efecto de aceleración (un gran momento dirigido por Wally), a la primera estrofa. Estoy muy satisfecho del estribillo en cuanto a letra y música, incluso me gusta su dosificación y el hecho de que aparezca tarde en la canción. El arreglo de todo el grupo es inspirado. Destacaría el bajo de Edu en las estrofas, pariente lejano del de “My girl” de Smokey Robinson.
Chumi toca un güiro, un instrumento de percusión que me trajo Vicen de Panamá.
Parte de la letra la escribí en Portlligat, en la casa-museo Dalí: el pasaje del grillo y las flores (aunque lo que hay allí no es exactamente manzanilla). También quise hacer un pequeño homenaje a la canción “Norwegian Wood” de John Lennon (“She show me her room…”), ésa que empieza con el magnífico verso “Una vez tuve una chica ¿o debería decir que ella me tuvo a mí?”.
El verso del orujo de hierbas es un pequeño homenaje personal a un fin de semana etílico por aquella época en tierras murcianas.
Al órgano del estribillo, Paco Tamarit, de Serpentina, ex Doctor Divago, colaborador habitual en nuestros discos.

“LOS DIOSES Y LOS HOMBRES”

“Hemos de vernos las caras
los dioses y los hombres de nuevo.
Para alcanzar su morada
hemos de juntar esfuerzos
los ignorantes y los genios.
Y ver arder el nuevo fuego”.

La letra surgió de unas lecturas de Hesíodo, supongo que mal digeridas. El mito de las edades de los griegos y la idea de recuperar una Edad de Oro perdida, una primavera constante en la que la humanidad, pura e inmortal, convivía con los dioses, exenta de sufrimiento y de preocupaciones, justificaría mucho más que una canción.
También anduve cerca del mar ese verano y qué menos que dedicarle un verso…
Gustó mucho cuando la llevé al ensayo y allí entre todos la vestimos de rabia y energía. El ritmo es trepidante, Wally y Edu echan el resto. En cuanto a la interpretación de la voz hay un contraste buscado entre las distintas partes, bastante punk en las estrofas y más relajado en el resto. Queda curioso. Me gusta mucho también la guitarra que sacó David para subrayar el estribillo.
Esta canción sirvió también para rematar la idea de portada que tenía Chumi.
Se quedó fuera un verso, que al final no pudo entrar: “hemos de juntar esfuerzos los debutantes y los viejos”. Por eso quiero que aparezca aquí.

“EL VIEJO CAMPEÓN”

“El viejo campeón saltó desde el décimo
con el recuerdo hundido en sus noches de éxito.
Hemos pagado por verlo ganar,
luego pagamos por verlo perder.
Más dinero cada vez
pero menos para él”

José Manuel Ibar “Urtain”, el boxeador español más carismático, taquillero y controvertido, se suicidó en 1992, arrojándose desde el décimo piso de su domicilio en Madrid. A partir de este hecho relacionado con un personaje que me fascinó desde pequeño, surgió la canción. La letra no se ciñe a la historia de Urtain, habla en genérico de un boxeador acabado. Emula un poco la trama de una esas soberbias películas boxísticas de cine negro, tipo Más dura será la caída o Réquiem por un campeón. Me apoyé también en la lectura de la novela Doce cuerdas, de Fernando Vadillo, el maestro de la crítica pugilística de la posguerra. Por otro lado, remite ligeramente a la letra de la canción de Dylan “Who killed Davey Moore?” (que me dio a conocer mi buen amigo dylanita Cisco Fran, de La Gran Esperanza Blanca), sobre todo en el planteamiento coral. Salvando las distancias, porque la letra de Dylan es una obra maestra.
Había escuchado una canción del grupo sixtie de San Francisco The Beau Brummels, en la que hay un juego de armonía entre la voz solista y la armónica y quise hacer algo parecido en las estrofas. Para el posterior desarrollo buscamos una entrada poderosa, un toque fuerte de batería para dar paso a las guitarras y a la voz con un efecto bien escogido.
No conozco nada mejor que el boxeo como analogía de la vida, eso de caerse y levantarse, de luchar utilizando una estrategia, de volver a por todas tras el minuto de descanso… Por eso, suelo pagar el tributo boxístico, al menos con una canción en casi todos nuestros álbumes.

“FRUNCIENDO EL CEÑO”

“No sé si he dicho ya
que estoy frunciendo el ceño
porque alguien me está confundiendo
cuando estoy negociando la eternidad.”

Seguimos en tromba enérgica. Uno de los momentos más fuertes del disco, con un riff de guitarra cercano al rock duro. Evidente el gran Unamuno y su Del sentimiento trágico de la vida, con ese aullar la angustia a dios. Un arrebato rabioso que reclama de forma violenta la eternidad. Se ha capturado la energía que buscábamos con las bases registradas en directo, como en el resto del disco. Brutal el solo de armónica. Será una de las grandes bazas en los conciertos de esta temporada.

“HORAS Y HORAS”

“Si todavía queda alguien escuchando esta canción
debe saber que ya no canto con mi propia voz.
Que ahora escribo al dictado de una fuerza superior,
que vuelvo a ser el médium del lápiz sin control.”

Fue la primera canción en la que trabajamos para este álbum. La escribí, sin necesidad de que fuera una historia concreta ni de que tuviera ningún sentido, asqueado por la basura musical que escupen mayoritariamente los medios y por el mal gusto general imperante, ¿estamos peor que nunca? A la vez que hacía la letra, un poema de Bertold Brecht me sugirió el arranque del estribillo. Clásico solo del Doctor, que se lleva la canción a otra parte, esta vez aportado por Edu. Muy logrado el ambiente final, en el giro rockanrolero bajo el texto de referencias surrealistas, con esa producción de Dani Cardona y las palmas, que también grabó él.

“MADRUGADAS”

“Tú bebías más tequila cada vez.
La música caía del cielo y mojaba hasta tus pies.”

Otra de la primera tanda, junto a las dos anteriores y “La habitación de Charo”. Hubo una época llena madrugadas de insomnio pesadas, pasados de rosca, dando vueltas y vueltas inútilmente al mismo tema. En la canción se enmarca dentro de una relación tormentosa y se resuelve con el objetivo de encontrar el amor dentro de nosotros mismos.
Es una canción con una atmósfera muy marcada, con esos fraseos de armónica fronterizos y esa salida del solo casi torera. En algunos pasajes David utiliza mi Danelectro 12 cuerdas; también se marca un momento muy sydbarretiano que me hizo un poco más feliz. Al final hay otro instrumento exótico, para dar ambiente: una especie de xilófono que me trajeron de Bali. La letra incluye un homenaje a una canción del compositor mexicano José Alfredo Jiménez y otro a nuestra propia obra, pero eso lo dejo para que lo descubran nuestros seguidores. Es para nota.

“MURCIÉLAGOS”

“Muy lejos,
donde ya no se puede viajar
fabricaban tiempo,
exclusivamente para perderlo,
con opción para detenerlo.
Nada que ver con nuestro tiempo muerto.”

La última canción que grabamos. Tiene un toque swing. La primera estrofa se inspira en un cuento de Oscar Wilde. En la letra hay algún guiño a la película El bosque animado, de José Luis Cuerda, y en la música un homenaje instrumental solapado al “Bein for the benefit of Mr. Kite!” del Sgt. Peppers. El desenlace del estribillo me vino en la sala de los murciélagos, en el río subterráneo de la gruta de San José, en La Vall d’Uixó.

“EZEQUIEL”

“Ezequiel
qué será de ti, muchacho, si pareces un tarado.
Toda la tarde con Blay en la máquina de marcianos.
Hemos crecido jugando debajo de la palmera,
ensayando a cámara lenta nuestra próxima pelea.”

La gente que ha escuchado esta canción siente curiosidad por saber si el personaje es real. Ezequiel es un personaje de mi infancia, que se perdía por esas calles que Chumi ha retratado en la portada del disco para no llegar nunca a clase, un compañero de colegio en constante absentismo escolar. Hay muchas referencias al barrio donde transcurrió mi infancia, a los recreativos, a amigos…. No sé qué fue de Ezequiel, quizás hoy sea un alto ejecutivo de una discográfica. La última parte del correccional de menores es ficticia, le perdí la pista antes de que eso pudiera llegar. Musicalmente, la batería sujeta la canción de forma cojonuda (sin Wally estaríamos perdidos) y llaman la atención los coros, sugeridos por Dani e interpretados por Edu, en la línea de unos Who psicodélicos.
El solo de armónica es demencial. Lo mismo que el tramo final de la canción.

“MIRAR POR DENTRO”

“Persigo al asesino en serie y al suicida,
al desequilibrado y vengativo demonio familiar.
Llamo a las musas que me susurraban mentiras
con el disfraz perfecto de verdad
porque intuyo que
Antes de peinar la zona va a ser mejor mirar por dentro.”

La compuse de un tirón. Una canción de la escuela emocional, tomando la expresión prestada, una vez más, al maestro Antonio Vega. En la canción buceo dentro de mí mismo, enfrentado a mis demonios familiares, supongo. Muchas veces, echamos la culpa de lo que nos ocurre a nuestro entorno cuando mirar por dentro debería ser el primer paso… Mi acústica suena muy caliente, igual que en “Murciélagos”: el sonido está tomado a la vez con la guitarra enchufada a mi VOX AC50 (situado en otra sala) y directamente con micro a la caja de la acústica. Gran ambiente de percusión creado por Dani y brillantes coros de Edu. Arpegio y colorido de armónicos “made in pedales Vie”.


“EL DÍA DE AUTOS”

“Quizás esté despierto ya
dentro de un sueño que no puedo controlar.
Hagan sus apuestas
mientras me someto a un test de realidad.
Tengo que darme cuenta,
porque esto puede ser un falso despertar.
Sólo una prueba más.”

Una historia de sueños dentro de sueños y falsos despertares. La mezcla final nos convenció, pero sobre todo para Chumi y para mí la canción admitía otra lectura que permitiera explotarla en una vertiente más acústica y más cercana a un Donovan en su etapa psicodélica, por ejemplo. Supongo que no conseguimos ese objetivo pero lo intentamos. Por eso, hicimos otra versión menos power y más ambiental para el EP promocional, con preponderancia de acústicas, en la que Dani se sentó a la batería y volvió a aparecer la Danelectro twelve strings.

«EL ANIMAL PROTECTOR»

“Yo voy buscando mi animal,
mi alter ego animal
y su conocimiento.
Voy buscando mi animal
y el lenguaje original
que compartimos en otro tiempo.
Y acceder a esa realidad
que ni siquiera puedo imaginar.
Yo solo no…
El lagarto del licor me ayudará.”

Un tema sugerido por Maise, mi pareja, que suele enviarme cosas atractivas que encuentra por la Red por si me inspiran. Es una suerte contar con ella para esto. En esta ocasión me mandó unos artículos que hablaban de animales de poder, chamanes y del olvido que la civilización moderna ha hecho de un lenguaje original que alguna vez compartimos con los animales. Un tema profundo con el que me apetecía jugar; quizá me haya quedado un poco en lo superficial pero sólo es una canción y “yo sólo soy un hombre”… Volvemos a ese mito de la Edad de Oro, presente en muchas culturas, en la que las distintas especies compartían un lenguaje común. La escribí en la playa Corinto, de Sagunto. Le hicimos un arreglo enérgico y guitarrero.


«LAS CANCIONES DEL AÑO QUE VIENE»

“Beber líquido de frenos
convirtió mi cerebro en un colador
y el anticongelante dejó en mi mirada
un imposible color,
amarillento pero no…”
Fue la más difícil de cantar, las estrofas me llevaron de cabeza. El susurro se lo tomé prestado al “Riders on the Storm” de The Doors, con el beneplácito de Dani. Es una especie de suite con diferentes partes y una estructura un poco extraña. Llegó con la fantasía de que en un estado alterado de la conciencia pudieran llegar a tu mente las canciones del año que viene hasta el punto de enloquecerte «sin intérprete, sin autor, sin título, ni duración»… como dice la canción. Y “sin referencias a dios”, un pequeño ajuste de cuentas conmigo mismo. Tenía la melodía que sirve de puente psicodélico entre el primer estribillo y la segunda estrofa, pero hablé con Paco Tamarit (Serpentina) para que la grabara él y la enriqueciera con su “surtido de fantasías”. Magistral su aportación. Junto a Dani la cosa creció y disfrutamos como tontos fabricando esos 10 segundos de canción que nos llevaron horas. El mano a mano final con Chumi lo ensuciamos con un efecto de vinilo gastado que se incluyó en la fase de masterización.

Las canciones del año que viene ya está a la venta.

Puedes visitar la web de Doctor Divago desde aquí.

Puedes descargarte gratis un EP con cuatro temas del disco, desde aquí.