Discos: “Vibraciones”, de Maronda

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“Su pericia para el detalle, para esa minuciosidad melódica y de arreglos tan mediocampista no entra en contradicción con la inédita querencia que ahora lucen por alguna transición directa al corazón del área”

maraonda-04-05-15

Maronda
“Vibraciones”
AUTOEDITADO

 

 

Texto: CARLOS PÉREZ DE ZIRIZA.

 

 

Desde que debutaran hace cuatro años, la banda que encabezan Pablo Maronda y Marc Greenwood (La Habitación Roja) es uno de los secretos a voces más prominentes de la escena valenciana. Aunque lo de secreto solo se pueda sostener si nos atenemos a la ausencia de un sello que les otorgue una cierta infraestructura, porque al crecimiento de sus canciones no cabe oponerle el menor mohín de desaprobación. Hace ya algún tiempo que funcionan como un cuarteto de pleno derecho, con la adición de Alfonso Luna y Paco Beneyto, y lo cierto es que esa condición de banda es más patente que nunca en los surcos de este “Vibraciones”, tercer capítulo de su ascendente trayecto, mezclado por Santi García en sus estudios Ultramarinos de la Costa Brava.

Su inclinación por la melodías de sesgo sixtie que no le pierden la cara a la contemporaneidad sigue primando, pero ahora lo hace desde una perspectiva más vigorosa, sin que el promedio de inspiración ni mucho menos mengüe. Porque su pericia para el detalle, para esa minuciosidad melódica y de arreglos tan mediocampista, no entra en contradicción con la inédita querencia que ahora lucen por alguna transición directa al corazón del área. ‘Improvisado’, de hecho, apunta indisimuladamente a esa apelación práctica por mayores audiencias. Aunque sea la bisagra que forman ‘Pastoral de tierras baldías’ y ‘El oráculo’ (transitando del pop prístino al rock escarpado) la prueba más patente de esa ambivalencia, que les debería permitir el acceso a la primera división del pop estatal. Y en la que tampoco debe jugar un papel menor ‘No va a quedar nadie en Madrid’, espléndida coda que notariza con acierto la modulación del desencanto que nos rodea.

Corazón y cabeza, puestas al servicio de un trabajo de notable alto.

Anterior crítica de discos: “Igloo2”, de Igloo

 

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