Discos: “Trogloditas”, de Trogloditas

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«Ningún seguidor de los Trogloditas de Loquillo se va a sentir decepcionado con este álbum, y eso es mucho decir»

trogloditas-19-02-14

Trogloditas
“Trogloditas”
LEMURIA MÚSICA

 

 

Texto: JUANJO ORDÁS.

 

 

Trogloditas tenían que demostrar que son una banda con identidad propia, ardua tarea teniendo en cuenta que su nombre siempre había ido asociado al de Loquillo y que de la formación original solo queda su base rítmica, formada por Josep Simón Ramírez y el incombustible Jordi Vila. Junto a tres miembros nuevos, hace dos años pusieron de nuevo en marcha la marca para tocar en directo el repertorio que firmó Sabino Méndez desde los primeros ochenta y durante su consolidación plena a lo largo de la década. Eran así una banda de versiones que si quería legitimarse debía demostrar que aún podían editar nueva música de calidad, algo complejo si tenemos en cuenta que las aportaciones de Ramírez y Vila habían sido prácticamente nulas a lo largo de la carrera de Loquillo y Trogloditas en lo que se refiere a escritura de canciones. Pero lo han hecho, y este homónimo “Trogloditas” es un muy buen trabajo con momentos inspirados y excitantes.

Vila estampa su firma en canciones muy logradas –la amarga belleza de ‘Mariposa’, el punk juvenil traducido en madurez de ‘Desconectado’ (cantada por él mismo) y su faceta más sucia en la fenomenal ‘Enterraré mi corazón’– y las nuevas incorporaciones al seno del grupo acaban por ser fundamentales, con el guitarrista Diego García y el vocalista Andreu “Lobo” Muntaner participando en momentos muy importantes del disco en los que también interviene gente ajena a la formación como Adrián García (de La Naranja Blossom) y el hasta ahora desconocido Manuel Ramundo (que aparte de coescribir letras se hace cargo del bonito diseño gráfico del álbum). Ahí están esas bárbaras y épicas ‘La espuma de los días’ y ‘Ráscale’ (esta un homenaje al desaparecido Guillermo Martín), además de la potente ‘El cuarto de la fiera’, en la que el sonido de los Trogloditas clásicos es sazonado por arreglos distintos a lo que fue típico en ese pasado lejano. Se aprecia que esto ha sido un juego de equipo (la romántica y decadente ‘Llora Norma Jean’ y la reafirmación de ‘Ya vale’ vienen firmadas por Ramudo y Adrían García que, ya hemos dicho, no son miembros del grupo) en el que todo el que deseaba intervenir de corazón se ha encontrado con los brazos abiertos, incluso excomponentes como el guitarra Ricard Puigdomenech y el teclista Sergio Fecé, que colaboran en algunos temas.

Centrándonos en los nuevos miembros, la voz de Lobo es memorable, gruesa, varonil, con buena técnica y también real, auténtica. Sin duda, ahora llega a más público que con sus proyectos anteriores y lo hace de la mejor manera, cantando rock and roll clásico, de grasa y cuero. Vila sigue siendo un batería nervioso, contundente e inteligente dentro de su sequedad, el firme bajo de Ramírez en su sitio, poderoso, y las guitarras de Diego García y Antonio “Tony Pick” Retamosa guardando el equilibrio entre el sonido clásico de Trogloditas y una visión quizá más abierta en cuanto a puntos cardinales. Son un tándem distinto al que formaron Sabino Méndez y Ricard Puigdomenech en la etapa clásica, o al siempre fenomenal Igor Paskual al lado del enorme Xavi Tacker, el «feeling» puro de Guillermo Martín o el saber hacer de Jaime Stinus, manteniendo las maneras y dirección de todos estos pero aglutinando también las aperturas de miras combinadas de todos ellos. Retamosa y García aportan un punto  diferencial respecto al pasado, como debe esperarse de ellos. Son una pareja de puro rock and roll, con técnica pero con el instinto como guía en muchas ocasiones, lo que hace que las vibraciones de las canciones sean vivas, presentes.

Ningún seguidor de los Trogloditas de Loquillo se va a sentir decepcionado con este álbum, y eso es mucho decir. Además, ahora mismo Loquillo se encuentra proyectando su música hacia distintos puntos en el que es uno de los momentos álgidos de su carrera, así que no está mal que los Trogloditas se centren en una sonoridad más básica. Hay sitio para ambos.


Anterior crítica de discos: “Strong feelings”, de Doug Paisley.

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