Discos: «Lazaretto», de Jack White

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«Once canciones. Once trozos de una personalidad apabullante. Quizá la última verdadera estrella del rock que nos queda»

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Jack White
«Lazaretto»
THIRD MAN/COLUMBIA

 

 

Texto: EDUARDO IZQUIERDO.

 

 

Aunque la fecha oficial de salida del nuevo trabajo de Jack White era el pasado 10 de junio, días antes, y como suele ser habitual últimamente ya podía adquirirse en algunas tiendas. La expectación no llegaba a la del lanzamiento de su debut, el espléndido «Blunderbuss», pero éramos muchos los que esperábamos esta segunda entrega para responder un montón de preguntas ¿Sería White capaz de mantener el nivel de aquel primer disco en solitario? ¿Se resentiría de su hiperactividad sin remedio que le ha llevado a meterse desde la reedición de discos de blues legendarios a la grabación del disco de versiones lo-fi de Neil Young? ¿Le influiría el haberse enzarzado en una pelea que no llevaba a ningún lugar con gente como The Black Keys? ¿Se verían sus canciones afectadas por una vida personal cuanto menos turbulenta? El músico que antes se parapetaba tras colores rojos, blancos y negros convertidos definitivamente en unas tonalidades más “blues” ha dado su respuesta a esas y a todas las preguntas que queramos hacernos con un estratosférico disco que responde al nombre de «Lazaretto».

Y no. No piensen que Jack White ha decidido recurrir a la misma fórmula que ya le funcionó en los extintos y añorados White Stripes ni en el inicio de su carrera en solitario. Porque si bien es cierto que «Lazaretto» se hace reconocible en sus primeras canciones, que parecen apuntar una línea de continuidad, el disco da un giro hacia la mitad del recorrido para dejar que la mente inquieta de White investigue en terrenos hasta ahora poco explorados en su carrera, al menos como intérprete.

‘Three women’ es el punto de partida. Casi la continuidad de su anterior trabajo en un tema poderoso con una energía explosiva y que parece anunciar que nada ha cambiado en el universo White. ‘Lazaretto’, en cambio, y aunque es el primer single extraído del álbum, ya se deja llevar por un sonido zeppeliano y una experimentación controlada que, a pesar de estar hablando de White, se nos hace poco habitual. ‘Temporary ground’ empieza seriamente a cambiar las tornas. White parece haberse empapado de bandas como los Fleet Foxes y su folk pastoral, y recurre a la voz de Ruby Amarfu y a unos excelentes arreglos de cuerdas para construir un tema magnífico. ¿Está Jack White haciendo country folk? Sí, definitivamente, sí. Con ‘Would you fight for my love?’ vuelve la oscuridad en un tema estremecedor marcado por unos cambios de ritmo intensos. ‘High ball stepper’ parece ese tema instrumental que el gran Juan de Pablos utiliza en su programa “para separar fases”. White disfruta riff tras riff como si quisiera anunciarnos que lo que se nos viene encima es verdaderamente el núcleo de Lazaretto, la parte que menos gustará a los talibanes de su sonido. ‘Just one drink’ es puro country rock, la canción que los Stones perdieron en «Exile on main St.» y que White parece haber encontrado en un cajón. Le sigue ‘Alone in my home’, una de las joyas del disco con el bluesman de la oscuridad convertido en una alegre estrella pop para dar forma a una canción perfecta. ‘Entitlement’ parece confirmar que Nashville está cada vez más cerca de los sonidos country y que este podría haber pasado por ser su disco de Americana Music, pero ‘That black bat licorice’ está dispuesta a demostrarnos que no, que Jackie solo sigue jugando, aunque a un nivel muy alto. Sus riffs nos devuelven a lares conocidos. ‘I think I found the culprit’ mantiene la oscuridad para cerrar con ‘Want to be able’, una preciosa nana que rubrica el trabajo de manera perfecta.

Y entonces miras hacia atrás y analizas lo escuchado. Once canciones. Once trozos de una personalidad apabullante. Quizá la última verdadera estrella del rock que nos queda. Once experimentos de rock and roll, country, folk y blues. Once genialidades a la alcance de muy poca, muy poca gente. Ni más ni menos.

Anterior crítica de discos: “Trapece”, de Trapece.

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