Discos: “Escandinavia”, de Jorge Marazu

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“Adiós’ contiene una de las mejores frases del disco: ‘Cuando el terror asoma, buscamos rocas donde encallar’. Una imagen poderosa en un disco lleno de búsquedas, huídas y paisajes, como el que da título al disco, ‘Escandinavia”

 

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Jorge Marazu
“Escandinavia”
ESCANDINAVIA RECORDS

 

 

Texto: ARANCHA MORENO

 

 

Hace algunos meses que estrenamos en EFE EME el videoclip ‘Adiós’, la carta de presentación de este “Escandinavia” que lleva algunas semanas en la calle. Aunque oficialmente sea su segundo disco, Jorge Marazu lleva muchos años cantando, escribiendo, tocando… pero sobre todo buscándose a sí mismo. Y parece que al fin se ha encontrado en estas once canciones.

Sus últimas aventuras musicales, como La Ruta de los Colmaos –compartida con Toni Brunet, que se ha convertido en un gran compañero, certera brújula y productor de este álbum–, ya mostraban que el músico se apartaba de tópicos y que iba mucho más allá del rock and roll clásico. Marazu y Brunet se atrevían con la copla, con el bolero, con el tango… pero pasados por el tamiz del 2015, modernizados y entendidos desde la óptica rock. En su planteamiento no entraban ni las modas ni los prejuicios; tenían cabida el reconocimiento de una buena canción y el respeto por estos géneros que nos han alumbrado desde hace décadas, pero que pocos se han atrevido a actualizar. Desde el rock español, y con tanto acierto, diría que ninguno.

Por eso cuando escuché ‘Adiós’ supe que “Escandinavia” iba a ser hijo de esos mismos planteamientos; que La Ruta de los Colmaos no se iba a quedar en una anécdota, porque era una forma de entender la música que respondía a una búsqueda de identidad. Y en esa búsqueda, Marazu ha abrazado las músicas con las que ha crecido sin renunciar a esas con las que ha aprendido el oficio. Pero sobre estilos, músicas e instrumentos ha dejado que brille uno por encima de los demás: su voz, el faro que guía este trabajo. Así sucede desde ‘Hiroshima’, donde levemente acompañado por una guitarra y una percusión contenida, se desnuda desde los primeros versos: “Este soy yo / preso de un impulso irracional”. Un comienzo a pecho descubierto en el que, quizá conscientemente, alude a la búsqueda de la que estamos hablando.

A ‘Hiroshima’, entendido como un concepto y no como un lugar, le sigue ‘Adiós’, con sabor a western en los primeros acordes antes de arrastrar aires de bolero y son. Autor de las letras del disco (en algunas ocasiones, junto a su buen amigo César Pop), esta canción contiene una de sus mejores frases: “Cuando el terror asoma, buscamos rocas donde encallar”. Una imagen poderosa en una obra llena de búsquedas, huídas y paisajes, como la que lo titula, “Escandinavia”.

Sin perder la contención de esas primeras canciones (que será la tónica habitual en prácticamente todo el minutaje), llega el primer coqueteo con el jazz y el bues en ‘Tocado y hundido’, donde la voz baja para acoplarse entre el teclado y el clarinete de Nacho Mastretta, inconfundible. Justo después, no es difícil imaginarse la delicada ‘Haces bien’ en la gran pantalla, acompañando a los títulos de crédito, como ocurre más adelante con ‘El misterio’. Pero justo ahí, entre una y otra, Marazu nos sorprende y rompe la escucha con ‘Las mismas cosas’, para demostrar que debajo de cuerdas, vientos y suaves pianos hay un alma rockera y eléctrica.

Cerrando los ojos, entre teclados y violines, ‘Tu tren’ suena a bolero, aunque no cante Machín. Y acercándonos al tramo final de “Escandinavia” aparece otra de las joyas, ‘Media vuelta’, con más guitarra y más garra en la voz, de esas que se adivinan in crescendo en directo, ganando intensidad sobre el escenario. Quizá lo demuestre este viernes, 25 de septiembre, en la presentación que hará en la madrileña sala Galileo.

El vals de ‘Intergaláctica’ y ‘El valiente Desperaux’ –con aires más soul– ponen la guinda a un trabajo en el que también han colaborado –además de Brunet, Mastretta y Pop– José María Rosillo (como ingeniero de sonido) y los músicos Martín Bruhn, David González, Marina Sorín, Nacho Mastretta y Luis Prado. Un equipo que ha apoyado una apuesta valiente, y no me refiero solo a la autoedición, sino a cómo Jorge se ha salido de los márgenes más convencionales en busca de su propio estilo. Desde el respeto, con tanta delicadeza como talento.

Paradójicamente, y para cerrar el círculo, no hay mejor imagen para describir la carrera de Marazu que los primeros segundos de “Escandinavia”: una aguja sobre un vinilo que da vueltas y vueltas buscando la canción para poder romper. Y ahí está, por fin la encuentra.

 

 

Anterior crítica de discos: “Wasting away and wandering”, de The School.

 

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