Discos: “El futuro”

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“El disco sirve para reivindicar esa parte de los 80 que está olvidada, que despuntó en vanguardismos y que hoy quizás suene poco atemporal, pero que supuso un sano estallido que alió tendencias foráneas, vitalidad juvenil y fracasadas perspectivas de futuro”

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“El futuro”
LA FONOTECA

 

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

 

Hace un par de años Luis López Carrasco, miembro del colectivo Los Hijos, rodó una película –“El futuro”– que resulta excepcional por varios motivos. Se trataba de hacer un retrato de los últimos destellos de la transición, pero desde un lugar cerrado y oscuro. A la manera de “El ángel exterminador”, unos jóvenes organizan una fiesta la misma noche que Felipe González gana sus primeras elecciones; apenas se les oye porque la música lo ocupa todo, pero en los retazos de conversación se percibe ya lo banal y el desencanto. Una manera de repensar el pasado y desvincularlo de las aparentes certezas con que lo enfocamos años después, que también llega hasta la música: no fue solo la que creemos ahora.

Porque otra de las sorpresas que se disparan en la película es que no utiliza la música que ha quedado como representativa de la época, ni la convencional, aquí no ha lugar para Alaskas ni Radios Futuras, lo que esos jóvenes escuchan no son las puntas de lanza, son los secundarios, esa segunda fila que llegaba con dificultad a las tiendas, inexistente en las radios pero que la intelligentzia del pop valoraba como definitiva marca de prestigio. Excepto de Aviador Dro, aún en activo, estoy seguro de que el lector no recordará a ninguno de estos, hecho que antes que causar pereza debe impulsar su curiosidad, porque se encontrará con verdaderas maravillas.

La primera en la frente: Rodrigo de Lorenzo, la gran esperanza blanca del pop de aquellos años con Ciudad Jardín, un entramado oscuro de lo que entonces se llamaba tecnopop y un grupo que ha pasado injustamente al olvido. Las últimas, dos de los Monaguillosh –su hit ‘Voces en la jungla’ incluido–, hipnóticos y densos. El interior, un orden impoluto que quiere suponer en canciones el argumento de la película: del júbilo a la incomodidad, de la celebración al desamparo.

Se manejan curiosas casualidades. Los grupos que encauzan esta trama son madrileños y valencianos, de la zona de Levante vienen Última Emoción y Fanzine, los primeros sacando partido a los sintetizadores, volcados al baile pero pasto de iniciados en el estas músicas, y los segundos con canciones que no pasaron de ser maquetas y que en la actualidad han asombrado aun editadas fuera ya de contexto.

De la vertiente madrileña aparecen Flácidos Lunes con su hit ‘Francotirador’ y la actitud más punk con arreglos tecnológicos o Beirut, La Noche con la pegamoide ‘Ella se hizo monja’ y dos absolutas maravillas ya recuperadas recientemente, los Oviformia Sci con un ‘Hablamos de nosotros’ que por fin eleva este himno desde el vinilo al sonido perfecto –en un disco que no detaca por la pulcritud en este aspecto– y Ataque de Caspa, que aborda un cierto sonido afro con ‘Nigeria’, común en la época por otra parte.

Mención de honor para los únicos catalanes, Síndrome, quizás los más olvidados, con un impactante ‘Niñas’ que roza lo perverso. Prácticamente todos evitan ese vitalismo nonsense que se achaca a la época y desbordan ya decepción y angustia. En definitiva, el disco sirve para reivindicar esa parte de los 80 que está olvidada, que despuntó en vanguardismos y que hoy quizás suene poco atemporal, pero que supuso un sano estallido que alió tendencias foráneas, vitalidad juvenil y fracasadas perspectivas de futuro. Fueron realidades tanto como embrión y es una perfecta delicia escucharlas de nuevo.

Anterior crítica de discos: “Gitanos cataláns”, de Sabor de Gràcia.

 

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