Discos: “El futuro”, Les Rauchen Verboten

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«Sus miembros proceden del entorno de Javier Corcobado. Con sede en Almería, Les Rauchen Verboten es una de las rarezas más excitantes del rock español»

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Les Rauchen Verboten
“El futuro”
CLIFFORD RECORDS

 

 

Texto: EDUARDO TÉBAR.

 

 

Su nombre tiene resonancia francogermana y sus miembros proceden del entorno de Javier Corcobado. Con sede en Almería, Les Rauchen Verboten es una de las rarezas más excitantes del rock español. Un aquelarre instrumental: ácrata, ruidista, turbador. El baterista Jesús Alonso y el saxofonista Pelayo Arrizabalaga —que sustituye al “chatarrero” Justo Bagüeste— unen sus fuerzas al guitarrista A.L. Guillén, militante a su vez en dos marcas de prestigio en cuestiones experimentales como Sefronia y Alondra Satori. Aditivos suficientes para asegurar el festín, una jam de estridencias. No wave, asonancias de free-jazz, cabaret posmoderno.

“El futuro” mantiene la tensión del álbum de debut de Les Rauchen Verboten, publicado en 2011, y supone a la vez un giro hacia el «spoken word». La voz y los textos de Corcobado se amalgaman con naturalidad al fárrago eléctrico del trío andaluz. Un Corcobado más próximo a la literatura descreída del ser humano de ‘François de vacaciones’ que de aquellas imágenes retorcidas de ‘Quemaba Roma Nerón’. “Somos la metástasis de La Tierra”, declama el madrileño en su lanzadera asertiva. Reflexiones de escritor de mediana edad sobre la fealdad de nuestra especie. El siglo XXI no ha resultado como nos lo contaron en las novelas de ciencia ficción. O tal vez sí. Mientras debatimos a diario acerca de soluciones utópicas para una realidad distópica, Corcobado habla de clases sociales, hambre y del grosero enriquecimiento de las compañías telefónicas. Y conclusiones de una deriva siniestra: “Como todo se puede consultar en Internet, no hay que aprender tanto como antes”.

Dios los cría y ellos se juntan. Jesús Alonso toca una batería mínima, pero furibunda y matizada. Aquí lleva al extremo el potencial que ha exhibido durante años en la banda de Corcobado. El saxo tenor de Arrizabalaga subraya convulsiones en un delirio neandertal. A.L. Guillen azota la guitarra como el Marques de Sade sobre los traseros de ocho mujeres desnudas. Ecos de William S. Burroughs, James Chance and The Contortions, Suicide, Van Der Graaf Generator… Magia y perplejidad en bucle. Les Rauchen Verboten deconstruyen el rock para recrearse en las labores de cocina.

Su primer disco, instrumental, se vendió con aceptación en Iglaterra, Alemania y México. Ahora abren su laboratorio a voces afines. La cara A (‘Madrurez: el futuro que imaginábamos en la niñez’) formará parte de “Canción de amor de un día”, megaproyecto en el que Corcobado anda sumergido con el apoyo de Fundación Autor. La cara B está dividida en tres actos (‘Ocaso: la belleza ya desgastada’, ‘Acromatopsia’ y ‘Plegaria: la muerte del hombre’) y en ella se desata Corcobado con su mítica guitarra Tormenta en una improvisación con Arrizabalaga (exmiembro de Clónicos). Son bestias pardas.

Anterior crítica de discos: “The phoenix and the turtle”, de Beverley Martyn.

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