Discos: «Days of abandon», de The Pains of Being Pure at Heart

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«Apuntan a un pop más clásico, con referencias más abiertas y europeas, un disco sensible pero luminoso»

Pains-of-Being-Pure-at-Heart-30-05-14

The Pains of Being Pure at Heart
«Days of abandon»
YEBO MUSIC

 

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

 

Repasando la trayectoria del grupo de Brooklyn parece evidente que su primer disco deslumbró por esos impulsos juveniles de los veinte años que bien canalizados dan música efervescente y chispeante en los anhelos –aunque en su caso y en el tono hubiese crudeza y tensión—, su segundo álbum no llegó a calar, su evolución parecía poco inteligente, y ahora en este tercero –cinco años después– ha dejado descolocados a los que no imaginaban por dónde iban a salir. Apuntan a un pop más clásico, con referencias más abiertas y europeas, un disco sensible pero luminoso que ha dejado absortos a los que estaban acostumbrados a zonas más oscuras. Quizás sea fácil de resolver, “Days of abandon” no es un disco para los amantes de novedades, para los fans del grupo o para los que atienden a peculiares elitismos; es para los amantes del pop, del pop de toda la vida, de las canciones que explotan la pureza en sus aires y la precisión contenida en sus detalles, con personalidad, pero con encaje en la tradición.

El grupo, renovado en prácticamente todos sus miembros, ha hecho florecer unas canciones que conectan con tradiciones británicas, los referentes que vienen a la mente al escucharlos foman parte de la gran tradición de las islas. Pase el lector a oyente y tome por ejemplo ‘Masokissed’; esos juegos de guitarra le recordarán inevitablemente a Johnny Marr, una canción acrisolada en las estructuras sonoras más delicadas de los ochenta, de Style Council a Weekend o The Pastels. No es la única canción que recuerda a The Smiths, también ‘Until the Sun Explodes’ y sobre todo ‘Kelly’, con la voz de Jen Goma cercana a esas perlas que los mancunianos escribían para voces de mujer.

Una especial naturalidad destila también en el disco, arquitecturas campestres, canciones como pequeños refugios, en ocasiones cercanas a Sarah Records o el C86. La que abre el disco, ‘Art smock’, es una delicia de folk pop, extraño en ellos ese comienzo calmo desde el que se despliega un crescendo común a todas las estructuras. También ‘Beautiful you’ atesora un estribillo grandioso, pura épica de cámara, con magnéticas modulaciones de voz que parecen despertar mientras se cantan.

Hay lugar también para el pop más clásico, ‘Simple and sure’ y ese riff lleno de elegancia, pero el regusto final es el de las trompetas de ‘Life after life’ y ‘The asp in my chest’, que acompañan trazados limpios, gloriosos ensueños que hacen volar las canciones. No sé si es el disco que querrían los seguidores de los americanos, pero desde luego es el disco para los que, sin más condiciones, se enamoran simple y fácilmente de las canciones.

Anterior crítica de discos: “Intime”, de Elliott Murphy.

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