Discos: «Camino ácido», de Ángel Stanich

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«Un debut para no olvidar, y en vivo, mucho mejor, para comprobar en primera persona que hay asuntos mejores que la realidad»

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Ángel Stanich
«Camino ácido»
OCTUBRE/SONY

 

 

Texto: CHEMA DOMÍNGUEZ.

 

 

De momento, no concede entrevistas ni nada que se le parezca, «es un freak recluso centrado en su bohemia y sus canciones», así le ampara la antibiografía entregada por su discográfica. Por lo que también es justo pensar que ni es de Santander, ni estudió en Valladolid, ni es ermitaño, ni es quien dice ser. Pero sí es cierto que «Camino ácido» (2014), su primer disco, capta rápidamente la atención en muy poco tiempo, requisito indispensable ante el abusivo caudal sonoro que nos persigue.

Ángel Stanich y su banda elevan la media del rock actual (a él le han metido en la cajita del indie) con ingredientes sencillos pero, déjenme que sea cursi, de corazón, plenos de energía y ganas: con veneno. Ellos son Guille Aragón, batería y otras percusiones; Álex Izquierdo, bajo y alaridos; y Javier ‘Arizona Baby’ Vielba, guitarras eléctricas, mellotrón y coros, además del mejor productor que Stanich podía tener para andar este «Camino ácido», ya que lo defiende como propio. Ángel abre paso con su voz, armónica, guitarras acústicas y triplicando la media barbuda de sus compañeros, para mostrarnos un repertorio preparado para explotar en directo, tal es el caso de ‘Metralleta Joe’.

Cuenta Stanich con una voz carismática, en la cuerda fantástica de Josele «Enemigo» cuando «Tras el último no va nadie» y sobre todo «Gas». También cercana a las intenciones de Fernando Alfaro cuando los Surfin’Bichos buscaban «La luz en tus entrañas» o celebraban la ocasión con «Family álbum I». Aunque todo esto son suposiciones, y en directo supera las expectativas. ‘Mezcalito’, ‘Amanecer caníbal’, ‘El outsider’, ‘Miss Trueno ’89’ o ‘La noche del coyote’ se defienden solas y se contagian rápido.

Pero Stanich diferencia entre inmediatez y profundidad, ambas formas conviven bajo mil referencias más o menos escondidas como en las buenas películas y libros. En el propio tema que titula el disco, ‘Camino ácido’, anda Sabina: «Después del fracaso del caso de la rubia platino», canta. Otra suposición: Stanich tiene la voz que Sabina necesita si el rock hubiese sido su primera opción musical. Y en directo amplía homenajes al adaptar a Neil Young o Mark Lanegan con muy buen resultado. Aunque la palma de oro está en el disco: ‘El río’ de Miguel Ríos sorprende y en directo logra una perfecta unión entre público y banda.

«Camino ácido» es un debut para no olvidar, y en vivo, mucho mejor, para comprobar en primera persona que hay asuntos mejores que la realidad. Además, un tipo que se menosprecia en público para dar dar las gracias por pisar el mismo suelo que Faemino y Cansado merece al menos ser escuchado. Esto sucedió el pasado abril en la madrileña sala Galileo Galilei. Una noche sin pena ni gloria y, de repente, Ángel Stanich.

Anterior crítica de discos: “The black fall”, de The Original Northern Island.

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