Discos: “Born to play guitar”, de Buddy Guy

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“La maestría del lento tempo en ‘Back up mama’ encierra más poder, más savoire faire, que discografías enteras”

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Buddy Guy
“Born to play guitar”
RCA/SONY

 

 

Texto: JUANJO ORDÁS.

 

 

Me había olvidado de Buddy Guy hasta que los Stones le invitaron a participar en el concierto que les filmó Martin Scorsese. Hasta ese momento, el legendario bluesman había dejado de existir para mí. Por dejadez y porque siempre he tenido prejuicios contra el blues de Chicago, rompiendo lanzas a mansalva por el blues rural. Me encanta el blues eléctrico pero siempre que me acerco a él tengo que volver a saltarme todos mis prejuicios a modo de carrera de obstáculos otra vez. Pero ahí estaba de nuevo Buddy Guy, entrando al escenario de los Stones no como un toro, sino como un verdadero cabrón que no logró robarles el show porque hablamos de quienes hablamos, pero que se hizo con buena porción del protagonismo durante el puñado de minutos que tocó junto a ellos.

Hice una ruta facilona después hacia sus discos más laureados y Buddy Guy volvió a ser quien era en mi dieta musical. Ahora escucho “Born to play guitar” y estoy seguro de que con él se volverá a llevar un Grammy. Bueno, a lo mejor no, pero se lo merecería. Él y Tom Hambridge, su habitual mano derecha en los últimos años, el hombre que arma los discos para disfrute del bluesman. En cierta forma, este es un disco de productor hecho a medida para el nombre principal pero confeccionado por Hambridge. Pero qué gran disco, lleno de sabiduría y canciones. Guy es uno de los últimos supervivientes del blues de Chicago, hablamos de un tipo que se estrenó con Ottis Redding, ni más ni menos, un hombre que se ha codeado con Muddy Waters y Howling Wolf y que a su avanzada edad (casi ochenta años) aún se descuelga con lecciones sobre cómo hacer cantar a una guitarra eléctrica. Su sonido, su tono, están fuera de alcance de cualquier otro guitarrista del mundo. Y en su nuevo disco lo que hay es lo esperado: blues, blues y blues. Exquisito pero tocado con cojones. ¿Los invitados? Tienen su hueco, destaca especialmente Billy Gibbons y la armónica de Kim Wilson (la medalla de bronce se la damos a Joss Stones, que sigue buscando un camino que nunca encuentra), pero la estrella es Guy. La maestría del lento tempo en ‘Back up mama’ encierra más poder, más savoire faire, que discografías enteras, todo es carnal en este disco salvo el viaje ambiental de ‘Crazy world’, onírica, fantástica a incluso agradablemente turbadora, habiendo que mencionar también el retorno al hábitat rural con ‘Come back Muddy’.

 

 

Anterior crítica de disco: “Lokura total”, de Fito Páez y Moska.

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