Diez perlas escondidas de Ennio Morricone

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Más allá de sus bandas sonoras más míticas, como El bueno, el feo y el malo, Los intocables, Cinema Paradiso o Los odiosos ocho, el compositor Ennio Morricone —premio Princesa de Asturias 2020 junto a John Williams— dejó una extensísima y brillante producción llena de momentos rescatables. Por Juan Mari Montes.

 

Selección y texto: JUAN MARI MONTES.

 

El extensísimo repertorio de música cinematográfica compuesta y orquestada por el maestro Ennio Morricone a lo largo de su carrera deja un catálogo inabarcable de obras maestras, muchas de las cuales han sido tremendamente populares. Junto a esas bandas sonoras conocidísimas, también nos deja otras muchas que, a pesar de la vocación popular con que Morricone siempre confesó enfrentarse a su trabajo de composición, han quedado sepultadas en tan monumental repertorio. Recordemos que hubo años, en su etapa más prolífica -segunda mitad de los años sesenta-, que fue capaz de entregar a los respectivos directores que se las demandaron nada menos que hasta una veintena de bandas sonoras.

Obviamente, la suerte comercial de muchas de las bandas sonoras compuestas por un compositor suele correr pareja a la suerte comercial o al interés que en el público despierten las películas, documentales, programas de radio o televisión para las que fueron compuestas. Este es un repaso por diez de esas piezas más desconocidas de Ennio Morricone, pero no por ello menos brillantes que otras obras más afortunadas que tantas veces hemos silbado despreocupadamente por aceras y pasillos.

 

1. La ragazza e il generale (1967)

Se trata de una ambiciosa película bélica estrenada en 1967, producida por Carlos Punti, dirigida por Pasquale Festa Campanile y protagonizada por Rod Steiger y Virna Lisi. Ambientada en la Primera Guerra Mundial, servirá para hacer un retrato bastante crudo de lo que puede dar de sí la naturaleza humana enredada en un conflicto de estas características. Morricone construyó una banda sonora con ciertos toques de música militar que aligeraba con conatos de instrumentación burlona y virulenta que le daba cierta apariencia sarcástica, no se sabe si como un modo de quitarle hierro al asunto o de remarcar la estupidez que preside nuestras peores batallas. Junto a estas piezas también incluía estallidos de romanticismo entre los que se colaban pasajes de profunda melancolía. Por emparentarla con alguna de sus obras más conocidas, digamos que tenía ciertas similitudes con la archiconocida banda sonora compuesta para El bueno, el feo y el malo.

2. Todo modo (1976)

Película basada en una novela del conocido escritor siciliano Leonardo Sciascia, dirigida por Elio Petri, uno de los directores de cine que con más frecuencia recurrirá a la música de Ennio Morricone. Curiosamente, en un principio la banda sonora se le había encargado a uno de los grandes iconos del jazz, el pianista y compositor Charles Mingus. Pero el trabajo que había entregado Mingus no acababa de funcionar, y cuando la película ya se encontraba en fase de preproducción, Petri acudió a su amigo Enni una vez más para que enmendase el desaguisado. Trabajando contra reloj y en solo dos semanas, el maestro entregaría finalmente la estupenda banda sonora que acompañaba una historia que narra la poco edificante vida de un primer ministro (magníficamente interpretado por Gian María Volantè) que acabaría sus días asesinado. Marcelo Mastroiani, con un curioso papel de cura a la vieja usanza, y Mariangela Melato fueron también protagonistas de un filme que terminaría gafado por la coincidencia en el tiempo con el asesinato del primer ministro Aldo Moro. Para evitar las odiosas comparaciones entre la película y la vida real, la autoridad competente terminaría prohibiendo su difusión.

3. H2S (1969)

Otra curiosa película de Roberto Faenza estrenada a finales de los años sesenta en la que se cuenta la historia de Tommaso, un extravagante y anacrónico estudiante que llega a la Universidad de Londres y de pronto se ve envuelto en las revueltas estudiantiles que esos años presidían nuestras instituciones académicas. Con muchos años de adelanto a las modas que más tarde imperarían en este tipo de trabajos, Ennio Morricone se lanza a experimentar con sonidos electrónicos rematando una banda sonora en la que destacaría el tema principal de la película, que terminará haciéndose hueco en los conciertos en directo que más tarde el músico irá presentando por distintos países, aunque sin duda la pieza más fascinante del lote sería “Luna canadese”, un tema que se ha mantenido mucho más a la sombra. Una exquisita pieza escrita para soprano, coro y orquesta rematada con un precioso clímax in crescendo.

4. Nessuno deve sapere (1971)

Mucho antes de que trabajar para televisión fuera el negocio cool, rentable y tentador que es hoy día para todo el sector cinematográfico, Ennio Morricone ya se enredaba con cierta habitualidad en proyectos series y películas televisivas como esta titulada Nessuno deve sapere, que le entretuvo emborronando partituras allá por 1971. La mafia calabresa era, en este caso, el caldo en el que chapoteaba un ingeniero de Milán enviado a supervisar la construcción de una carretera en colaboración con un geólogo local y donde la música de Morricone, rica, variada y hermosa, se impone, como en tantas otras películas en las que participó por esta época, por encima de los valores artísticos del resto de la producción.

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5. I due evasi di Sing Sing (1964)

Los primos Franco y Ciccio Bacalone están a punto de ser ejecutados en la famosa prisión Sing Sing de Nueva York. Así comienza esta película de pandilleros, boxeadores, criminales y mafiosillos estrenada a mediados de los años setenta y en la que también estuvo trabajando Ennio Morricone algunos años antes de que su nombre estuviera en boca de todos los aficionados al buen cine y las bandas sonoras. Otra de esas score semiperdidas en el arca de las piezas menos conocidas del maestro en la que, curiosamente, entrelaza sus propias composiciones con armonizaciones de piezas clásicas (desde el himno nacional estadounidense a clásicos del jazz como “Speed King”) estilo de la casa.

6. L’orca assassina (1977)

Otra de sus bandas sonoras más desconocidas es la que acompaña a L’orca assassina, con la que el compositor italiano iniciaba su trabajo para el cine norteamericano allá por 1977. Se trata de una película dirigida por el británico Michael Anderson que pasaría bastante desapercibida en las carteleras y que parecía diseñada a rebufo del éxito de Tiburón, la famosísima película de Spielberg. Richard Harris y Charlotte Rampling fueron los protagonistas de un rodaje al que asoman paisajes de Malta, California o la Península del Labrador en Canadá. De la música, una vez más, infinitamente más interesante que la propia historia, destacaría muy especialmente el hermosísimo tema central, lleno de belleza y melancolía tan lejano al que por esas fechas compondría el estadounidense John Williams para filmes de parecida factura.

7. Ventimila leghe sotto i mari (1961)

En la radio también sonó la música de Morricone a principios de los años sesenta, cuando el maestro andaba en busca de la creación de su propio estilo. Es el caso de esta curiosa versión que hizo para la radio italiana de la obra clásica de la literatura universal Veinte mil leguas de viaje submarino de Julio Verne, un trabajo dirigido y adaptado para las ondas por Franceso Ghedini allá por 1961. La apertura, Nautilus, la embarcación del Capitán Nemo o el final son algunas de las piezas rescatables compuestas por un joven Morricone sobre las que, en algunos casos, se escucha incluso la propia narración literaria.

8. Roma como Chicago (1968)

Aunque a la postre sería el western el género que más celebridad le daría a Ennio Morricone, también en el cine de gánsters desarrollaría una buena parte de su trabajo a finales de los sesenta. Por ejemplo, él sería el responsable de la banda sonora de Roma como Chicago, una película dirigida por Alberto Martino que cuenta la historia de un atracador profesional que tiene a su cuenta a un joven socio y ambicioso que desea a su mujer y que acabará desatando toda su vocación hacia el crimen, una vez enchironado. Las escenas románticas, que aligeran este lúgubre ambiente gansteril donde los escrúpulos brillan por su ausencia, presentan las mejores partituras de Morricone, que se reservará para los títulos de crédito una melodía de pop romántica que un año anterior había estrenado con cierto éxito la cantante italiana Iva Zanicchi, “Se non ci fosse una storia”.

9. Queimada (1969)

Dirigida por el prestigioso Gillo Pontecorvo, la película Queimada contó con la música de Ennio Morricone y la interpretación de un Marlon Brando en su máximo esplendor. La cinta giraba en torno a la riqueza creada en la Isla de Queimada explotando la producción de caña de azúcar y la llegada de un agente secreto británico que intenta acabar con el monopolio hasta entonces controlado por los portugueses. El tema más conocido de la banda sonora será la canción “Abolicao” por su majestuoso coro, pero contiene otras piezas interesantísimas y mucho menos conocidas como la conmovedora “Pattuglia”, en la que el maestro combina con habilidad las percusiones latinoamericanas con el dramatismo que por momentos inspira el argumento de la película.

10. Giotto (1969)

Además de música para películas, televisión o radio, Ennio Morricone también compuso música para algunos documentales como Giotto, con el que terminamos este repaso de joyas escondidas de su repertorio. Se trata de un documental dirigido por Luciano Emmer sobre la figura del pintor, muralista, escultor y arquitecto florentino, considerado el fundador del movimiento renacentista italiano y en el que Ennio Morricone ya no solo incluirá fantásticas piezas originales, sino que reelaborará otras melodías ya utilizadas en anteriores trabajos presentándolas con nuevos arreglos en los que destaca su trabajo con las guitarras. Algunas incluso serán reutilizadas más tarde en otros trabajos de los años setenta. Seguir la evolución de estas piezas en sus distintos formatos puede ser otro buen entretenimiento para cualquier fan de Morricone. A ello le envitamos.

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