Diez canciones mágicas de Saint Etienne

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Hace unas semanas, la banda británica anunciaba su adiós con la publicación de un último disco, International, que verá la luz en septiembre. Aseguran que no se separan como amigos, pero sí ponen fin a una historia de más de treinta años, que hoy recorre Sendoa Bilbao a través de sus canciones más esenciales.

 

Selección y texto: SENDOA BILBAO.
Foto: ROB BAKER ASHTON.

 

El brillo seductor y la electrónica pulsante de sus canciones sintéticas, con ese eco urbano e industrial, construyeron la banda sonora perfecta para la ciudad: desde los clubs que vibraban hasta la melancolía del suburbio, pasando por el glamour de la jet set y la fantasía del celuloide. Hay bandas de usar y tirar, y luego están aquellas que construyen un universo. Un canon propio. Cuando Saint Etienne llegaron a mis oídos a principios de la década de los noventa, no fueron solo un soplo de aire fresco en mitad del ruido de guitarras; fueron la culminación de un linaje. En su ADN estaba el pop de cámara de los sesenta, la melancolía suburbana de los Kinks, la evasión del northern soul y la arquitectura sonora de Phil Spector, todo pasado por el tamiz de la cultura de club que estaba a punto de explotar. Eran modernos y, a la vez, profundamente clásicos.

Y he de confesarlo, caí con todo el equipo. Aquellos primeros discos, con sus portadas que parecían fotogramas de una nouvelle vague con aroma a vinilo, se convirtieron en la espina dorsal de mis paseos con el iPod humeando por los muelles y el asfalto gris del norte. Stanley y Wiggs no componían, ejercían de curators, de orfebres. Sus canciones eran viñetas cinematográficas, guiones para un kitchen sink drama con banda sonora de club, y la voz de Sarah Cracknell era la heroína perfecta, siempre distante y cercana a la vez, como un eco de la musa inalcanzable.

Pero el tiempo, ese juez implacable, hace su trabajo. Y si he de ser brutalmente honesto, mi idilio con ellos se fue agrietando. La fórmula, en sus últimas entregas, me pareció menos contagiosa, su pulso menos vital. Quizá, su magia se volvió más autorreferencial, como un espejo que se mira a sí mismo, o, más probablemente, mi propio canon personal viró hacia otros derroteros, buscando nuevas orillas en el proceloso mar de la música.

Por eso este decálogo. No es un solo ejercicio de nostalgia, es una autopsia en vida. Un intento de volver al kilómetro cero para desentrañar por qué su corpus sónico fue, y es, tan fundamental para entender el pop británico. Y para qué engañarnos, es una misión personal para ver si, al volver a las pruebas del delito, la llama puede reavivarse. Estos son diez argumentos incontestables. Diez himnos para rendirse a la evidencia.

1.- “Only love can break your heart” (Foxbase alpha, 1991)
Fue el primer latido, la chispa que encendió la llama. Olvídense del folk lastimero de Neil Young; aquí, Saint Etienne reconstruyó el clásico sobre una línea de bajo dub y un ritmo irresistiblemente bailable. ¿El resultado? Un himno para las pistas de baile alternativas que emergían a principios de la década de los noventa. Con la voz de Moira Lambert aún como invitada, este tema es el manifiesto de su método inicial: recontextualizar lo familiar con una sensibilidad pop moderna y un respeto reverencial por la cultura de club. Un auténtico ejercicio de arqueología sonora que se transformaba en vanguardia.

 

2.- “Nothing can stop us” (Foxbase alpha, 1991)
Con Sarah Cracknell ya asentada como la voz definitiva, “Nothing can stop us” es la declaración de intenciones más pura de Saint Etienne. Una oda optimista y etérea al amor incipiente y a ese potencial ilimitado que se siente al principio de cualquier relación. El sample de Dusty Springfield (“I can’t wait until I see my baby’s face”) no es casualidad; encapsula esa melancolía agridulce y la elegancia innata que definirían su sonido. Escucharla es sumergirse en un verano eterno en Londres, donde todo parece posible.

 

3.- “You’re in a bad way” (So tough, 1993)
Si alguna vez Saint Etienne jugó a ser un grupo de pop de la década de los sesenta, fue con esta joya. Un tema infeccioso, con un ritmo Motown que te atrapa desde el primer segundo y una letra que es un abrazo musical a una amiga que lo está pasando mal («Tienes los ojos rojos, ¿has estado llorando?»). En pleno auge del grunge y el rock alternativo, ellos osaron lanzar una canción que sonaba a grupo de chicas de la Invasión Británica. Es la quintaesencia de su faceta más luminosa, un recordatorio cristalino de que la música pop, en su esencia más pura, puede ser el mejor bálsamo.

 

4.- “Hobart paving” (So tough, 1993)
La otra cara de la moneda de So tough. Mientras “You’re in a bad way” brillaba con luz propia, “Hobart paving” se sumerge en las profundidades de la melancolía. Una de sus baladas más desoladoras y bellas, con una letra que rezuma tristeza muy británica, de esas que te recuerdan a un kitchen-sink drama. Habla de un amor que se desmorona, de la resignación ante la pérdida. La producción, brumosa y cinematográfica, captura a la perfección la sensación de un domingo gris y lluvioso. Una prueba irrefutable de que, más allá de los ritmos bailables, Saint Etienne poseía una profunda capacidad para la melancolía y la narración de historias cotidianas.

 

5.- “He’s on the phone” (single, 1995)
Pura euforia dance pop embotellada. Lo que comenzó como una balada del francés Étienne Daho (“Week-end à Rome”) se transformó, en las manos de Stanley y Wiggs, en un auténtico monstruo para la pista de baile. La letra, cantada a dúo por Sarah y Étienne, es una oda a la llamada anhelada de un amante ausente. Se convirtió en uno de sus mayores éxitos y en un clásico imperecedero de la escena pop de la década de los noventa. Un testimonio rotundo de su talento como curators y de su habilidad para confeccionar himnos que desbordan alegría.

 

6.- “Sylvie” (Good humor, 1998)
Después de años construyendo su sonido a base de samples, la banda viajó a Suecia para grabar Good humor con un enfoque más cercano al de una banda en directo. “Sylvie” es el glorioso resultado. Una canción de pop orquestal, expansiva y triunfante, que nos habla de perseguir los sueños sin importar las advertencias ajenas. La letra («Dicen que te arrepentirás, pero eres demasiado joven para preocuparte») es un canto a la ambición juvenil. Una de sus canciones más robustas y un fijo en sus conciertos, que demuestra la versatilidad de su paleta sonora.

 

7.- “Heart failed (in the back of a taxi)” (Finisterre, 2002)
Una auténtica obra maestra de la narración y la melancolía urbana. Esta canción es un cortometraje en sí misma. La letra relata la trágica historia de una estrella del pop venida a menos, que muere de un ataque al corazón en un taxi después de una noche fallida, aferrándose a los recuerdos de sus días de gloria. La música, electrónica y sombría, envuelve la escena en una atmósfera de decadencia y soledad en la noche londinense. Para este cronista, “Heart failed” es la cumbre de Saint Etienne, una joya descubierta en un cedé que regalaba una famosa revista musical y que, desde entonces, me acompaña. Es el reflejo de un recuerdo que no es mío pero que se siente como tal, un viaje por una ciudad inventada en la mente y un paseo etéreo por las calles del pasado. Es el ejemplo perfecto de cómo Saint Etienne utiliza la música para explorar la mitología de la cultura pop y, a menudo, a sus víctimas. Una canción devastadora y hermosamente cruda.

 

8.- “A good thing” (Tales from turnpike house, 2005)
Extraída de su álbum conceptual sobre la vida de los residentes de un bloque de apartamentos en Londres, “A good thing” es una joya de pop optimista y doméstico. La letra celebra esas pequeñas victorias y los placeres sencillos de la vida cotidiana. Con un sonido que fusiona el pop de los sesenta con la electrónica más suave, la canción emana una calidez especial. Ganó notoriedad al aparecer en anuncios y se convirtió en un éxito modestos, demostrando que la banda seguía poseyendo un don innato para la melodía perfecta y la observación de lo cotidiano.

 

9.- “Tonight” (Words and music by Saint Etienne, 2012)
Este álbum es una carta de amor a la música pop y al poder transformador que tiene en nuestras vidas. “Tonight” es su corazón. La canción describe con una precisión emocionante la anticipación y la magia de prepararse para ir a un concierto de tu banda favorita: desde la elección de la ropa, el viaje en tren, hasta la sensación de unidad en la multitud. Es una canción profundamente meta, donde Saint Etienne celebra ese mismo ritual del que ellos mismos forman parte para sus propios fans. Para mí, “Tonight” no es solo una canción, es el eco de todas las veces que me he perdido en la música, ese instante de comunión absoluta con el sonido. Es el recordatorio de que, a veces, la verdadera vida está en esos pequeños grandes momentos. Un tributo al fervor pop.

10.- “Dive” (Home counties, 2017)
De su álbum conceptual sobre la vida en los suburbios que rodean las grandes ciudades, “Dive” emerge como una de las canciones más destacadas. Una pieza de dream pop atmosférica y nostálgica que captura la sensación de querer escapar de la monotonía. La letra evoca recuerdos de juventud y amores de verano, con una producción que se siente como un cálido y borroso recuerdo. Representa a la perfección la fase más madura de la banda: reflexiva, elegante y todavía capaz de crear paisajes sonoros increíblemente evocadores.

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