Diez canciones esenciales para sumergirse en La Buena Vida

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Tras repasar minuciosamente la historia de La Buena Vida en un cuidado reportaje en papel publicado en nuestro Cuadernos Efe Eme número 29, Javier Escorzo elabora una lista con diez piezas imperdibles del grupo donostiarra. El acompañamiento musical perfecto para abordar su historia.

 

Selección y texto: JAVIER ESCORZO.

 

Desgraciadamente, da la impresión de que La Buena Vida es uno de los secretos mejor guardado del pop español. Y digo desgraciadamente porque un cancionero tan emocionante como el suyo merece ser conocido y disfrutado por un mayor número de personas. Aquí seleccionamos diez gemas de su excelso repertorio.

 

1. “La historia del señor Sömmer” (La Buena Vida, Siesta, 1993)

En 1994 se publicó el primer disco de La Buena Vida. El grupo se había formado unos años antes, a finales de los ochenta, en los pasillos del colegio de los Jesuitas en San Sebastián, y ya había publicado un epé. En su debut largo, la banda facturaba un pop fresco y saltarín; no se complicaban con los desarrollos instrumentales, pero tenían un olfato muy bien desarrollado para las melodías.

2. “Cinco días en invierno” (La Buena Vida, Siesta, 1994)

Desde sus inicios, La Buena Vida tuvo inquietud por explorar nuevos caminos. Así, en su segundo álbum, que podríamos definir como continuista en cuanto a sonido, ya se incluían los primeros arreglos de cuerda, dotando a las canciones de un poso melancólico que perfeccionarían y sublimarían en futuras entregas.

3. “En bicicleta 1995” (Magnesia, Siesta, 1995)

En 1995 se publicó Magnesia, un epé en el que el grupo mostraba su afán por investigar nuevas sonoridades. En esta ocasión, algunas canciones presentaban un trasfondo electrónico, quizás por influencia de bandas como New Order o de sus paisanos de Family (Javier Aramburu, miembro del mítico dúo, fue el responsable de casi todas las portadas de La Buena Vida). Este trabajo también incluía una revisión de En bicicleta, de su primer álbum, con guitarra de otro amigo, Ibon Errazkin, de Le Mans (actualmente en Single).

4. “Desde hoy en adelante” (Soidemersol, Siesta, 1997)

El disco que marcó el verdadero punto de inflexión en la carrera de La Buena Vida fue Soidemersol. Emulando a algunas de sus grandes referencias como The Beatles o Love, los donostiarras dieron un salto en la composición y en la producción y facturaron un álbum soberbio en el que los arreglos orquestales ganaron mucho protagonismo. Para lograrlo, su discográfica, la independiente Siesta, tuvo que aliarse con una multinacional, Polydor, que aportó apoyo económico. Sin embargo, la experiencia no dejó satisfecha a ninguna de las partes, por lo que no se repetiría en el futuro. Eso sí, el resultado artístico de la entente sigue siendo incontestable.

5. “Melodrama” (Panorama, Siesta, 1999)

Incidiendo en la línea abierta con Soidemersol, La Buena Vida publicó en 1999 Panorama. En este nuevo disco, el grupo mantenía los arreglos orquestales pero los combinaba con sonidos electrónicos. Un año más tarde vería la luz Eureka, un epé en el que la electrónica seguía estando muy presente. Posteriormente, estos dos trabajos quedarían como una etapa muy bien delimitada dentro de su trayectoria, puesto que a partir de ellos, la balanza se decantó claramente hacia el pop clásico.

6. “Qué nos va a pasar” (Hallelujah!, Siesta, 2001)

En el año 2001, La Buena Vida estaba en un excelente momento creativo. Tenían tantas canciones que quisieron publicar un álbum doble, pero la discográfica les convenció para editar aquella cosecha en dos discos diferentes y separados en el tiempo: Allelujah y Harmónica. El primero de ellos incluía la que quizás sea su canción más celebrada, “Qué nos va a pasar”, auténtico himno del pop independiente de nuestro país (en realidad, no solo del independiente).

7. “Los Planetas” (Álbum, Sinnamon Records, 2003)

Tras haber grabado toda su discografía para el sello Siesta, en 2003 el grupo fichó por Sinnamon Records. El cambio les insufló nuevas ilusiones y el grupo alumbró uno de sus discos más enérgicos: sus ya clásicos arreglos orquestales se fundían aquí con las guitarras en unas composiciones que seguían rayando a un nivel altísimo. Buena muestra de ellos podrían ser, por ejemplo, “Hh:Mm:Ss”, “Un actor mejicano” o “Los Planetas”.

8. “La mitad de nuestras vidas” (Vidania, Sinnamon Records, 2006)

El último disco largo de La Buena Vida fue Vidania. Con la perspectiva que da el paso del tiempo, ahora parece claro que empezaba a vislumbrarse el final del camino; fue la primera vez que Javier Aramburu no se encargaba de la portada (de esa labor se ocupó otro experto en la materia, Cheli Lanzagorta, también miembro del grupo) y, aunque seguía siendo un magnífico álbum, ya no transmitía la misma energía que los anteriores. Quizás el cansancio había hecho mella en los miembros del grupo. En cualquier caso, canciones como “La mitad de nuestras vidas”, por citar una, estaban entre lo mejor de su repertorio.

9. “Viaje por países pequeños” (Viaje por países pequeños, El Volcán, 2009)

Al terminar la gira de Vidania, Irantzu, la voz femenina de La Buena Vida, anunció que abandonaba el grupo. Tras algunas deliberaciones, sus compañeros decidieron seguir adelante, quedando Mikel como único cantante. Así fue como publicaron Viaje por países pequeños, epé que contenía una versión de Derribos Arias y un par de temas propios. Teóricamente, iba a ser el preludio de un disco largo, pero nunca terminaron de grabarlo. El 15 de marzo, Pedro San Martín (bajista y uno de los compositores del grupo) fallecía en un accidente de tráfico, abortando así cualquier posibilidad de que La Buena Vida volviera a reunirse.

10. “Cómo pudiste hacerme esto a mí” (Sencillos, Siesta, 2006)

El caso de La Buena Vida es extraño. La suya es una de las trayectorias más brillantes de un grupo nacional, pero la mayor parte de sus canciones (las que grabaron para Siesta) no está disponible en las plataformas musicales. A la espera de que esto se solucione y, sobre todo, de que toda su discografía se reedite (hoy en día está descatalogada y es prácticamente inencontrable, salvo pagando precios prohibitivos en tiendas de coleccionismo), en 2006 se publicó una caja de rarezas que incluía epés, inéditas, versiones… Ahí estaba, por ejemplo, “Cómo pudiste hacerme esto a mí”, original de Alaska y Dinarama, grupo al que siempre admiraron. Y era mutuo: en 1998, Fangoria invitó a La Buena Vida a grabar una versión de “Más dura será la caída”, de Gabinete Caligari, y en 2001 Mikel colaboró en Impermeable, el último disco de Carlos Berlanga.

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