Delicias a 45 RPM: Cánovas, Rodrigo, Adolfo y Guzmán

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Delicias a 45 RPM: Cánovas, Rodrigo, Adolfo y Guzmán

Cánovas, Rodrigo, Adolfo y Guzmán
«Señora Azul» / «El vividor»
HISPAVOX, 1974

Texto: JUAN PUCHADES.


Este single es, ni más ni menos, uno de los grandes clásicos del pop español. Un imbatible 45 r.p.m. que recogía los dos temas que cerraban Señora Azul, el espectacular primer álbum de Cánovas, Rodrigo, Adolfo y Guzmán.

En la cara A se situaba «Señora Azul», canción de Rodrigo García, de letra sinuosa y ambivalente que muchos pensaron cargaba contra la censura franquista y otros contra el propio régimen fascista, cuando, en realidad, estaba dirigida hacia la crítica: «Señora Azul, que sin contemplación, / desde la cima de tu dignidad / vas a imponer tu terca voluntad / y con tu opinión medir nuestro criterio. / Señora Azul, que ciega la razón, / dejas sentir tu olímpico desdén / es sugestión tu alarde de saber, / tu realidad es sólo confusión». ¿Está claro, no? A una letra magnífica, Rodrigo le ajustó una melodía de influencia Beatle y grandes arreglos ideados por el grupo, con ese piano inicial que deja paso a las cuerdas y éstas al grupo, el desparrame de los coros prodigiosos, el despliegue de la sección de metal y un órgano, en la segunda parte (en compañía de la voz negroide de Cánovas), de lo más intencionado. Rodrigo García se queda al margen de las voces y el testigo solista se lo van pasando, en este orden, José María Guzmán, Adolfo Rodríguez y Juan Cánovas. Una canción que escuchas mil veces y nunca fatiga.

En la cara B estaba «El vividor», una música de Juan Cánovas de onda country a la que Rodrigo García le ajustó una letra sobre la típica oveja descarriada y golfa de familia bien. A destacar el punteo constante de la guitarra de Rodrigo y la sublime voz rasposa de Cánovas (aquí en una interpretación bastante dylaniana), apoyada en algunos momentos por Guzmán metiendo la segunda voz. La inspirada y magnífica letra, planteada como una narración, resulta prototípica de esa escritura de Rodrigo que gusta jugar con un lenguaje cultivado y, por ende, algo clásico. De tan espléndida, bien merece ser reproducida en su integridad:

En un hogar burgués yo vine al mundo un día
Y nadie me advirtió lo que me pasaría
Pero así es, y debe ser
En esta vida todo va al revés.

Aunque mi madre fue experta en la cocina
Mi padre se fugó con una bailarina
Y nunca más volvió otra vez
En esta vida que hasta aquí llevé.

Quedó su capital en manos de mi madre
Y así mi situación no fue desagradable,
Con mucho esmero se me educó
Pero me temo que eso no sirvió.

Solamente aprendí femenina anatomía
La doncella de mi casa me enseñó como amar
Pero en cierta ocasión sorprendieron nuestros lances
Promoviéndose un escándalo a nivel familiar.

Mi madre me alistó grumete en la Marina
No pude digerir aquella disciplina
La jerarquía me hizo expulsar
Finalizando mi historia naval.

Por un tiempo viví como un universitario
Pero tuve que dejarlo y me marché de mi hogar…

Así empecé a probar de todos los oficios
Llegando a detentar la cátedra del vicio
El naipe fue mi compañero
Jugué y perdí todo mi dinero.

Para recuperar en parte mi fortuna
Durante un año fui parásito de una,
Que se cansó de mi actitud
Tremendo golpe fue su ingratitud.

Enamoré después a una rica heredera
Aunque escapó al altar pues supo quien yo era
No le importó plantarme así
No ha habido nunca suerte para mí.

Pero el vino ayudó a olvidarla prontamente
La botella fue mi amiga hasta el día de hoy
Y de esta forma voy rodando por la vida
Mientras lo paso bien la gente se suicida

Yo sé seguir, y sé esperar
Y bien pensado, no me va tan mal.

 

 

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