EL RITMO DE LA SEMANA
«También por decisión propia se marchó Ian Curtis hace cuarenta cinco años ya. Un 18 de mayo irreversible que cambió el rumbo de la historia»
“El ritmo de la semana”, la sección de los lunes en Efe Eme, llega protagonizada esta vez por el legado de Ian Curtis, de Joy Division, y Avicii, en tiempos en que todo vale, pero no tanto. Por Sara Morales.
Una sección de SARA MORALES.
Foto: SARA MORALES (tumba de Ian Curtis). Carátula oficial (disco de Avicii).
Con los años, la impronta proteccionista y autoritaria con la que veneramos a nuestros ídolos va aflojando. De creernos custodios o casi dueños de su obra, y más entendidos que nadie de su figura y legado, se pasa, con el estoicismo que aporta la edad, a asumir que nada nos pertenece, ni siquiera a aquellos que lo crearon. Y no es que decrezcan las pasiones, al contrario; a medida que uno va creciendo, el nexo de unión hacia esa banda, ese músico, ese disco o esas canciones aumenta, como aumentan las experiencias de vida que nos llevan asistir a esta de un modo más sereno, más sosegado, más conciliador. Nuestra intimidad con nuestro imaginario, con esos referentes que sustentan lo que somos, se torna más férrea, más consistente, más auténtica incluso, pero también se vuelve menos imperativa y menos impertinente en nuestra defensa de ella ante los demás y ante el rigor que nosotros mismos nos hemos impuesto.
De esta manera, se abre la puerta a un mundo de posibilidades. Un mundo en el que las aproximaciones a entornos que parecían imposibles a nosotros, por lejanos, ocurren. Un mundo en el que las antípodas se reconcilian y los clichés construidos y asumidos no tienen razón de ser. Y de repente descubrimos que todo eso a lo que estamos dando una oportunidad, y resulta que nos atrapa, también somos nosotros.
Tim Bergling, conocido y querido mundialmente como Avicii, con unos códigos claramente electrónicos en una vuelta de tuerca muy dance al rhythm and blues y al soul, es una de esas figuras catalizadoras y mediadoras de todas las partes. Sea uno —si es que esta es la expresión— del palo que sea, alcanza a reconocer su valía. Uno de los últimos grandes talentos masivos, que se fue de este mundo en 2018 por decisión propia, dejando un legado capaz de trascender edades, gustos, géneros musicales y vanidades. Esta semana, el 16 de mayo concretamente, se publica un recopilatorio de su obra, Avicii forever. Un disco que recoge diecinueve canciones de su catálogo y que verá la luz en formato doble vinilo y cedé.
También por decisión propia se marchó Ian Curtis hace cuarenta cinco años ya. Un 18 de mayo irreversible que cambió el rumbo de la historia de Joy Division para siempre, que condujo al nacimiento de New Order y que encumbró el semblante de Ian a figura de culto. Poeta atormentado de mirada gélida y voz de barítono, que cantó a la angustia, al vacío existencial, a la soledad y a la frustración con una veracidad tan imponente como sobrecogedora. Y su herencia e influencia quizá no sean tan multitudinarias como las de Avicii, pero sí representan, al igual que las del sueco, una forma de entender la vida que para muchos ya es propia.
Y mientras se asienta el nuevo Papa, y Marylin Manson agota entradas en su visita de noviembre a Madrid y Barcelona, y Miley Cyrus arrasa con su nueva canción, por aquí estaremos celebrando que, aun concediéndonos oportunidades —porque hay que seguir haciéndolo siempre—, también es vital seguir siendo fieles y leales a quienes somos y a lo que nos representa. No todo vale. O sí, pero no tanto.
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Anterior entrega de “El ritmo de la semana”: Arcade Fire y Thom Yorke, bañados por Hume y Beethoven.