De la inocencia al baile, en cinco discos

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De Floridablanca a Tofòl Martínez, César Prieto recomienda otros cinco discos nacionales que van desde el sonido disco al pop pasando por las conexiones latinas.

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

floridablanca

Floridablanca
Floridablanca
MUSHROOM PILLOW

Floridablanca es lo más parecido a la disco music que se ha hecho en este país en años. Elegantes, soberbios al perpetrar funky blanco y con letras —difícil en castellano— que le sientan como un guante. Acaban de sacar disco, y todas las canciones destacan. Desde “Solo de madrugada”, la pieza que abre el cedé, no he parado de mover los pies, y el culmen llega con el falsete de “Buscando el equilibrio” y “Leyendas”, cuyo estribillo es casi el de “Night fever”. La canción que bailaría hoy Tony Manero.

Conforme avanza el disco van derivando a sonidos de más calado ochentero. “Talk talk!” —el título lo dice todo—, “Reflejo” o “Héroes derrotados”. Synth pop para levantar los brazos. Por fin ya es viernes.

 

 

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Lücky Dückes
Tiempo de espera
CLIFFORD RECORDS

Alejandro y Paco, los dos murcianos de Cieza que forman Lucky Duckes, se inscriben en la tradición de Vetusta Morla o Lori Meyers. Pop español de cualquier época, grabado en este 2018. Con este Tiempo de espera clavan el nombre del disco puesto, que si en 2011 aparece su primer epé autoproducido, es siete años después cuando llegan al álbum. “Instantes” o “Tiempo de espera”, que lo inician, tienen base de guitarras, letras sentimentales y filigranas en los arreglos. La tendencia a la sobriedad y la voz levemente impostada —a veces neutra, a veces Bunbury— consiguen un traje musical agradable al tacto. La segunda mitad del disco va creciendo en intensidad desde la pasión que ponen “Artificiales” hasta la grandiosidad de “Si te atreves”.

 

 

Alexanderplatz

Alexanderplatz
Muera usted mañana
JABALINA

De otra cuerda es Alexanderplatz, esto es, Alejandro Martínez, la mitad masculina del extinto dúo Klaus&Kinski, con un debut impresionante. Impresionante ya desde su factura: un doble vinilo en el que nada sobra: cuando la creatividad está al galope, se le ha de dar rienda suelta. Hay pequeños instrumentales para separar partes y, en medio de estos, dieciocho soberbios ejercicios que abarcan todas las texturas. Mordaces títulos que se clavan en composiciones impecables, medidas, magnéticas: “Dios aprieta aunque no ahogue”, “Si pero no” y “Sultana” son ejercicios sublimes de simple pop, y frente a ellos hay bolerazos desgarrados como “El puño en el corazón” o crescendos electrónicos como “El crimen”. No hay descanso, la que cierra el disco, “Maldición gitana” posee una intensidad casi religiosa.

 

 

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Alpaca Sports
From Paris with love
ELEFANT RECORDS

Más calmados son Alpaca Sports, pero igualmente impactantes en las sensaciones, que aquí buscan la exquisitez, un saxo siempre, instrumentos que sonríen al sol. Es esa sutil manera de hacer sueca —el “twee pop” consiguió allí grandes logros—que tiene un logro radiante en estas doce canciones. El título del single lo dice todo: “Summer days”, electrónica y bailable, con una guitarra mágica y cristalina que la abre como saludando con colores al verano.

Su mundo estético está muy marcado, “Eiffel Tower” cuenta con unas cuerdas que van creciendo al fondo y lo llenan todo de melancolía francesa, “Birds” se abre con un inicio modélico y acústico y sigue con la voz más dulce del panorama actual y “Feel like going home” se sostiene en sentimentales fondos cinematográficos de glamour juvenil. Para limpiar cualquier espíritu tóxico, el disco de Alpaca Sports es la mejor medicina.

 

 

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Tòfol Martínez
La verdad y la belleza
LA MERCÈ RECORDS

Lo que destaca en el disco del sabadellense es lo bien que abraza las conexiones latinas. Son buenas sus canciones, la animada por los vientos “Carrusel de mentiras”, las más reposadas “El tiempo separa” y “Un año después”, la rasposa “Juego”… pero resultan excepcionales cuando se deja llevar por la marca latina que ya se ha inscrito en el gen de la Península. No importa la procedencia del compositor, todo lo que se ha hecho en castellano en el siglo XX, a uno y otro lado del Atlántico, es ya glorioso lugar común. Y así surgen “Ningún reproche” o “Carta de amor” —esta con Lichis—, la primera con un desgarro sentido, la segunda abolerada. Y sobre todo “Eternos”, una preciosidad casi soul pero llena de encanto infantil. Y es que Tòfol Martínez parece a la vez jugar y poner pasión, cosas aparentemente incompatibles, pero más cercanas de lo que parece.

 

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