Cyr, de The Smashing Pumpkins

Autor:

 DISCOS

«Hay que tener en cuenta que, si Smashing Pumpkins nunca fueron una democracia, ahora menos»

 

The Smashing Pumpkins
Cyr
SUMMERIAN, 2020

 

Texto: JUANJO ORDÁS.

 

¿A vosotros no os gusta ser libres? Dentro de un orden, digo. Sin pisar la libertad de los demás. Pero os gusta, ¿no? Está bien sentir esa libertad de ser dueño de tu destino. Igual que el libre albedrío. Que seáis vosotros quienes toméis vuestras decisiones, que seáis vosotros quienes decidáis qué música os gusta, con qué personas queréis compartir vuestras vidas. Entonces, ¿por qué no dejamos que los músicos tengan la misma libertad con su música, con su arte?

Vamos a ir poniendo las cosas en su sitio: Cyr es un disco cojonudo que va a ser machacado visceralmente. ¿Os acordáis de lo que pasó hace veintidós años con el ahora celebrado Adore (1998)? Pues exactamente eso mismo va a ocurrir con Cyr. Bueno, ya está ocurriendo. Vamos a ser justos: que Billy Corgan se reuniera con gran parte de los Smashing Pumpkins clásicos para reflotar el nombre (es decir, con James Iha y Jimmy Chamberlin) nos hizo pensar a todos en un retorno a las guitarras salvajes. La cosa pintaba muy bien, hicieron una gira de reunión de alto nivel, pero en mitad parieron Shiny and oh so bright, Vol. 1 / LP No past. No future. No sun (2018), un disco mediocre, con muy buenos momentos, pero con otros muy olvidables en los que ni Iha y Jimmy Chamberlin estaban sueltos.

Pero ahora estamos en situación de ventaja para volver a ser felices junto a Smashing Pumpkins. Ya sabíamos que no estaban interesados en regresar a su sonido clásico, estábamos avisados. Pero en esta ocasión, Corgan se ha ocupada de que las veinte canciones que forman Cyr sean estupendas. Esta vez no hay bajones, pero antes de empezar a disfrutar el disco hay que tener en cuenta que, si Smashing Pumpkins nunca fueron una democracia, ahora menos. Cyr es la obra de Billy Corgan como capitán y Jimmy Chamberlin como coronel, supeditado a las necesidades de su superior, con James Iha y Jeff Schroeder en calidad de reclutas que solo aparecen cuando se les llama. Las dinámicas en las bandas son una cosa tan delicada como extraña. Porque, con todo, Cyr no deja de sonar a disco de banda, aunque, lo dicho, las atribuciones son las que son (o al menos eso parece). Hemos llegado al momento de tomar una decisión madura si queremos disfrutrar de unos de los discos del año, y es hacernos a la idea de que las bandas, transcurridos los años, no suelen funcionar como un grupo de amigos. Tampoco debemos olvidar que Corgan es el creador más potente de su generación, a años luz de luminarias alternativas que no voy a nombrar para que nadie se cabree (¡me muerdo la lengua!) y la escucha de Cyr se empañe. Porque el mundo lo necesita, precisa escuchar su visión de la música pop con teclados al frente, baterías entre el pulso humano y la rigidez robótica, guitarras que entran y salen para simplemente colorear. Y, mientras, Corgan escribiendo canciones de las que se quedan para siempre. A lo mejor hay que esperar a que el disco se entienda como con Adore, pero el capitán que estuvo al frente de algunos de los mejores discos de los noventa ha vislumbrado el futuro y va a por él. Unámonos.

No podemos pedirle a los artistas que nos lleven a un pasado que ni siquiera nosotros podemos revisitar. Hay que exigirles que nos mantengan en el presente (que es lo único que tenemos), y si nos llevan hacia adelante, aplaudirles. Dadle una oportunidad a Cyr para ser la banda sonora de vuestros días.

Anterior crítica de discos: Daughter, de Lydia Loveless.

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