Cristina Lliso: El regreso de una voz inolvidable

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«Con este disco me he sentido libre de prejuicios, libre de presiones y ha sido casi lo más interesante de todo este trabajo. Tenía claro que quería un sonido natural, sencillo y lo más directo posible»

«Si alguna vez» (a la venta el 12 de junio) es el sensacional disco con el que regresa a la música Cristina Lliso, la que fuera vocalista de Esclarecidos. Han sido catorce años de ausencia, alejada de los discos y los escenarios. Esta es su primera entrevista en todo este tiempo.

 

 

Texto: JUAN PUCHADES.
Fotos: THOMAS CANET.

 

 

En los años ochenta, en tiempos de la movida, hubo en Madrid un grupo exquisito, musicalmente distinto a todos, vanguardista pero sin pasarse, con una cantante que gustaba de ponerse guantes y cantaba maravillosamente, con una sensibilidad muy especial. Era Esclarecidos, probablemente la banda más «cool» del momento. Sus componentes parecían universitarios ajenos a lo musical y, sin embargo, dieron forma a su propio sello independiente, GASA (Grabaciones Accidentales S.A.), que rápidamente se abrió a otros músicos, creció, se desarrolló, se fusionó con DRO y dio lugar al mayor pilar del rock y el pop español de los últimos treinta años. De hecho, el batería y letrista del grupo, Alfonso Pérez (que aparecerá en diversas ocasiones en esta entrevista), ahí sigue, vinculado a la compañía en calidad de A&R, ahora al frente de Warner (la «major» que absorvió a DRO, aunque fueran los gestores de esta quienes tomaran el mando de la multinacional en España). Es decir, Esclarecidos no era lo que aparentaba desde fuera, esa formación arty ajena a las cosas del mundo cotidiano.

El emblema del grupo era, desde luego, su cantante, Cristina Lliso, con su voz inconfundible, levemente sensual, entregada, pero (a la vez) algo distante, como premeditadamente inalcanzable. Ella era, para los que seguíamos al grupo, Esclarecidos, no hay duda. Pero Esclarecidos grabó por última vez en 1996, dos años después Cristina reapareció con Lliso, proyecto electrónico que dejó un único disco largo y luego vino el silencio. Catorce años han transcurrido sin saber de ella. Hasta «Si alguna vez», precioso primer álbum en solitario que verá la luz el próximo 12 de junio.

Al otro lado del teléfono, escucho la voz de Cristina Lliso en su primera entrevista tras todo este tiempo, así que lo primero que le pregunto es si está preparada para enfrentarse de nuevo a la curiosidad de los medios: «Es una de las partes más duras de este asunto, junto a las fotos y los vídeos [risas], todo lo demás me parece muy divertido. Pero la saturación absoluta de parloteo es una de las razones que me hicieron retirarme.»

En 1998 publicaste el único disco de Lliso. Hace catorce años, por tanto, que te retiraste de la música. ¿Fue algo que buscaste o cuando te diste cuenta había pasado el tiempo?
Es un poco todo. Siempre mantuve, desde que empecé a cantar, que el día que ya no tuviera nada más que contar, me retiraría tranquilamente, independientemente de la edad, que no afecta, creo que paulatinamente se produjo un cierto cansancio en lo personal y un cierto cansancio en lo creativo. Cuando Esclarecidos fue desapareciendo poco a poco, se planteó la ruptura porque la mitad del grupo no podía seguir por razones personales o profesionales, por incompatibilidad con sus trabajos. Al final, se quedó como en tierra de nadie, quedábamos algunos, pero te daba como más pereza quedar para componer, quedar para tocar. Por otro lado, mis circunstancias personales provocaron que fuera un poco empujada hacia ese camino, tenía tres hijos, eran muy pequeños, me resultaba muy complicado pasar tanto tiempo fuera de casa, llegar y ver que uno estaba enfermo, que el otro iba fatal en el cole. Las típicas cuestiones a las que, me imagino, se enfrenta cualquier mujer. Por un lado me pasó eso, además me enfrenté al proyecto de Lliso porque parecía una salida trabajar con Suso [Saiz], un músico que venía de una historia muy diferente y con unos planteamientos muy distintos, pero, al final, vuelves a envolverte en el mismo camino y piensas «¿realmente, compensa? ¿Tenemos tanta repercusión? ¿Esto tiene tanto interés para que esté prescindiendo de un momento personal que me parece que tengo que afrontar?». Entre una cosa y otra lo dejé, y luego me enrollé en cincuenta proyectos distintos que no tenían nada que ver con la música pero que me resultaban más llevaderos, más compatibles.

¿Has seguido vinculada de algún modo a la música, aunque solo haya sido como oyente?
Escuchando música, siempre, entre otras cosas porque estoy casada con un señor [Alfonso Pérez, al que citábamos más arriba] que vive por y para la música, profesionalmente pero también a nivel de hobby. Alfonso no para de comprar discos, y los fines de semana se da el acto de sentarte a escuchar música, porque tiene una colección inmensa y es, creo, de los pocos que sigue comprando discos compulsivamente. Tanto que es difícil que escuchemos uno más de una vez, pero, bueno, cuando uno me encanta, lo meto en el coche y lo escucho mientras voy de aquí para allá. Pero esa ha sido la vinculación, y la de ir a algún concierto. Poca cosa, solo como aficionada.

¿Cuándo y de qué modo empezaste a pensar en un nuevo disco?
Llevaba años sin cantar ni debajo de la ducha, y una noche quedamos, también de una forma atípica, porque llevábamos mucho tiempo sin vernos, con Suso [Saiz] y con Nacho [Lliso], de Esclarecidos, todos estábamos pasando por un momento complicado, por situaciones profesionales de poco trabajo; también había problemas de salud, no estábamos muy boyantes ninguno de los tres, pero me preguntaron tanto Nacho como Suso si no me había planteado volver a cantar o hacer un disco, y dije que sí, que claro, que me encantaría, con Esclarecidos, con Lliso, incluso un disco en solitario. Eso quedó más o menos ahí, y cuando llegamos por la noche a casa, Alfonso me dijo «te lo plantean seriamente»; y le respondí, «¿por qué no?». Además me parecía una buena manera de echar un cable a Suso, que en ese momento estaba pasando una mala época, implicarle y sacarle un poco de esa depre que tenía. Me puse en marcha y pensé que lo mejor era hacerlo en solitario, porque me parecía la manera más sencilla de encarrilar un proyecto para mí en ese momento, coger mi guitarra y mientras te das un paseo, componer aquí y allá. Cuando me quise dar cuenta tenía un montón de canciones, me las grabé como pude, cogí la guitarrita y me fui a casa de Suso, ya había pasado la vuelta de aquel verano, hace dos años de esto, y comencé a cantarle a Suso mis canciones, él puso los ojos como platos y me dijo «aquí hay algo, aquí hay disco». Llamó corriendo a Emilio [Saiz, guitarrista en el disco e hijo de Suso] que estaba componiendo su propio disco y nos pusimos a trabajar los tres.

¿Durante el tiempo que has pasado preparando el disco, has sentido miedo en algún momento, por aquello de pensar «¡en la que me he metido!»?
Muchos, muchos miedos. Ha habido veces en las que he estado a punto de arrojar la toalla, pero por el lado personal: yo nunca había escrito letras, y tenía ganas de hacerlo, pero como nunca lo había hecho, ese solo motivo ya me echaba para atrás. Pensaba hasta qué punto eso podía tener interés, porque hablo de mis sentimientos, de cosas que me gustaría compartir de una forma un poco ambigua también, sobre todo porque hacía muchos años que no tocaba la guitarra y la propia guitarra te conduce a sitios en los que no quieres estar. Entonces, sí, había momentos que me ponía enfrente de mis canciones y decía, «no sé si están bien o si son una auténtica mierda». Luego estaba el vértigo de volver a entrar en un mundo que, además, ahora es tan diferente. Pero, bueno, para algo está también la capacidad de aprender. Pero, sí, muchas veces me he planteado no seguir adelante con el disco.

¿Tuviste claro que el grueso de las letras iba a ser tuyo?
Sí, eso sí que lo tenía claro, sobre todo porque me puse a escribir, y me puse como una máquina… De hecho tengo en el ordenador unas cuantas más, porque Alfonso me decía, «oye, que te he hecho una letra, ya no metes ninguna mía», que era muy gracioso. Menos mal que Alfonso reconocía que mis letras estaban bien, que son muy diferentes a las que él escribe, o a las que canté de Corcobado en su momento, pero pasaban el listón y, al fin y al cabo, si iba a ser un disco mío, pues debía ser lo más mío posible.

Hay letras que dan la impresión de ser muy personales, muy íntimas, como si partieran de sentimientos y de vivencias que el oyente percibe como reales.
Esa siempre ha sido mi intención cuando he cantado letras de Alfonso, de Corcobado o de Pablo Guerrero. Siempre he intentado que tuvieran algo que ver con mis propios sentimientos, porque si no es difícil cantarlas: si son ajenas, no te conducen a nada. Y luego influye la manera que yo siempre me he planteado cantar, una cosa es cantar debajo de la ducha y otra cosa es cuando te pones en los oídos de los demás. Para mí no tendría ningún sentido si no cantara mis sentimientos, no para convertirlos en los tuyos, sino para compartirlos con los tuyos. Y ese es quizá el motivo de que las letras sean, conscientemente, buscadas o con ese grado de ambigüedad con el que podría estar cantando algo que me está ocurriendo a mí pero que estoy segura de hay un montón de gente que comparte.

¿Nacieron primero las letras y luego las músicas o ibas dándole forma a ambas a la vez?
Te diría que las dos cosas a la vez, tengo una forma –siempre me ha pasado así– de componer melodías muy mentales, el sonido lo escucho en mi cerebro. Ahora es más complicado porque mis cuerdas vocales están igual de desentrenadas que el resto de mis músculos con el paso de los años, pero es curioso, porque sí que me ha pasado al hacer yo las letras que todo sucedía al mismo tiempo, se me ocurría una frase y veía que me podía conducir por aquí o por allá e, inmediatamente, estaba melodiando esa frase y por ahí ya encontraba el camino para escribir el resto de la melodía.

Hay dos letras de Alfonso, además preciosas, ¿están escritas expresamente para ti o eran textos que tenía él en el cajón?
No, no, están hechas para mí. Pero creo que Alfonso siempre ha escrito para que yo cantara, pero en este caso me llenó de ilusión el que fueran dos letras que me había dedicado, de alguna manera, no solo para que las cantara. Son letras con dedicatoria. Y son fantásticas. Luego hay otra que tenemos medio en el tintero, pero no la hemos grabado porque íbamos mal de tiempo.

El sonido del disco, y más por contraste con lo último que te habíamos escuchado, que fue Lliso, una experiencia electrónica, es muy natural, muy tranquilo. ¿Buscabas eso?
Sí, es premeditado. En esta ocasión tenía clarísimo que quería alejarme lo más posible de un perro verde, precisamente porque lo que quería era moverme en el mundo del sentimiento sin más. Toda la vida he sentido una presión terrible, imagino que en Esclarecidos nos pasaba a todos un poco: la presión de tener que hacer algo que fuera nuevo, que fuera no sé… diferente. Siempre fue así, y en esta ocasión me he sentido libre de prejuicios, libre de presiones y ha sido casi lo más interesante de todo este trabajo. Y tenía claro que quería un sonido natural, sencillo y lo más directo posible.

Suso Saiz fue productor de Esclarecidos y componente de Lliso, y en «Si alguna vez» es el productor. ¿Es tu hombre de confianza en lo musical?
Casi el de más de confianza, por no decir el de más confianza. Nos conocemos muchísimo, somos amigos desde hace muchos años y hemos trabajado muchísimas veces juntos y creo que tenemos una forma de entendernos muy sencilla. Trabajar con Emilio ha sido curioso, porque es mucho más joven y yo le decía, «lo mejor de ti, Emilio, es la cantidad de prejuicios que tienes» [risas]. Se llevaba a las manos a la cabeza y nos decía, «¡Pero qué estáis haciendo!». Ha sido muy divertido porque en el proceso hemos discutido muchísimo, el cambio de generación se notaba una barbaridad.

Me gusta mucho el cierre del disco, el final de la semana, con ese ‘Viernes’ que tiene algo de gospel y que es como un canto a los días tranquilos, casi como lo ha sido el disco…. Es una gran letra de Alfonso.
La primera y la última canción del disco han sido las que he tenido más claro que fueran donde están, porque la primera me parece extraordinariamente natural, ‘No viajas sola’, y ‘Viernes’ es una canción llena de optimismo, llena de futuro, llena de realidad, pero de la parte bonita de la realidad, porque en el resto del disco hay momentos más oscuros, más reflexivos sobre cuestiones que no son tan agradables y sin embargo ‘Viernes’ es tan sencilla y tan optimista que parecía claro que tenía que cerrar el disco.

Está muy bien eso de «A ti te toca Brunetti / yo peleo con Bumarzo».
Bueno, ¡es que no sabes lo que me costó ese maldito libro! [risas]. Era de risa. Y Alfonso es un fan de la novela negra, y de Donna Leon. Pero sí, esa frase es muy graciosa.

«Suscribo y me siento muy orgullosa de todos los discos que hicimos Esclarecidos, sonaran como sonaran y llegáramos adonde llegáramos, muy orgullosa. Creo que son canciones bonitas y que aguantan bastante bien el paso del tiempo»

¿Reivindicas el legado de Esclarecidos? ¿Cómo recuerdas aquellos tiempos?
Absolutamente, lo volvería a vivir al cien por cien siempre, y como les dije aquella noche a Suso y a Nacho, volvería a hacer algo con Esclarecidos si se produjeran las circunstancias, si realmente hubiera un interés creativo, porque en lo personal nos llevamos fenomenal.

En estos últimos años, con el regreso de tantos grupos, ¿nunca hubo tentaciones de una vuelta de Esclarecidos?
Bueno, solamente uno, pero más con una voluntad altruista que otra cosa: enfermó y murió uno de nuestros compañeros de Esclarecidos, estaban pasando por una situación difícil y pensamos que podíamos echar un cable, pero inmediatamente nos dimos cuenta de que había otras muchísimas mejores formas de ayudar que no pasaban por recomponer un grupo de una manera tan artificial.

¿Y si tuvieras que recomendarme un solo elepé de esclarecidos, cuál me dirías?
Mal que me pese, te recomendaría «Dragón negro» (1994), me parece un disco que para nosotros fue muy especial, una manera de hacer como más grande lo que llevábamos haciendo muchos años. Pero como te decía antes, suscribo y me siento muy orgullosa de todos los discos que hemos hecho, sonaran como sonaran y llegáramos adonde llegáramos, muy orgullosa. Creo que son canciones bonitas y que aguantan bastante bien el paso del tiempo.

¿Y el disco de Lliso, cómo lo ves?
Me parece un proyecto suicida, pero desde el primer momento, pero es que necesitaba salir un poco de lo que para mí era sencillo de hacer. El sonido, todo, me parece un proyecto –porque fue un elepé y varios epés–  que lo escucho y creo que ha aguantado el tiempo de forma impresionante, incluso veo que hoy esos discos cuentan cosas que cubren un hueco que no existe. Pero ese es mi punto de vista, y otro es el real, que fue un proyecto que no tuvo repercusión alguna y hubo muy poca gente que lo entendiera o que le gustará, sencillamente, porque no es solo cosa de entender, sino de que te guste o no te guste.

Quizá te veíamos cantando con menos electrónica…
No lo sé, la gente más allegada a mí me decía que me había vuelto loca. Probablemente tuvieran razón, pero lo suscribo y estoy muy orgullosa de haberlo intentado, de haber pasado aquellos dos años en Lliso, porque fue muy interesante.

¿Has tenido algún tipo de vocalista, a lo largo de los años, que fuera tu cantante favorita, tu modelo?
Hay una cosa muy graciosa, cuando empezábamos, íbamos a programas de radio y era habitual aquello de «elige tus diez discos favoritos», y los míos eran todos muy variopintos, pero había uno que Alfonso siempre me decía, «¡Ni se te ocurra decirlo!». Y es que me gustaba muchísimo Patti Smith, me encantaba, pero en aquella época estaba prohibido decir que te gustaba y, curiosamente, mira dónde está ahora esta señora, ¡y mira lo que sigue haciendo! Sin ser una de mis cantantes favoritas, siento una admiración enorme por ella, me parece que tiene una fuerza y una dosis de realidad en la voz que me encantan. Me gustan las voces reales, más que esas voces, que envidio por otro lado, privilegiadas y fabulosas. Las voces reales me gustan mucho.

No esperaba que dijeras a Patti Smith…
¡No me choca nada! [risas]. Pero es la primera que me ha venido a la cabeza, hay mujeres estupendas que cantan maravillosamente, de ahora Norah Jones me parece una pasada. Me gustan muchísimas mujeres que cantan, pero como te digo, las que tienen voces más reales.

¿Vas a presentar el disco en directo?
Me encantaría. De hecho el otro día comentábamos Suso y yo que vamos a ver cómo se desarrolla un poco todo, pero nuestra intención sí es preparar un directo, en el que, con seguridad, estaremos Suso, Emilio y yo. Y según se den las circunstancias, quizá podríamos montarlo un poco más grande, pero tampoco pretendemos hacer nada muy especial, sino un poco en la línea del disco, algo muy sencillo.

¿Habrá más discos de Cristina Lliso o tendremos que esperar otros catorce años?
Dios no quiera que esperemos tanto, porque imagino que en catorce años no podría ni articular, con la velocidad a la que voy y la cantidad de tabaco que llevo encima [risas]. Pero sí que es mi intención, tengo letras preparadas y se me siguen ocurriendo más. Sí, espero que esto tenga una mínima aceptación o un mínimo interés para alguien y si es así, desde luego, seguiré. Aunque tal y como están las cosas, es complicado.

También está el hacer discos por placer, ¿no?
Bueno, este es un disco hecho por placer, pero la realidad hace que te des cuenta que cuentas con la participación completamente altruista y generosa de gente que a mí me produce mucha inquietud no poder pagarle, gente que vive de esto, y tampoco puedes estar en ello por amor al arte, las cosas tienen un coste y no puedes estar pidiéndole un favor a este o al otro. Todavía no puedo entender la suerte que he tenido con este disco, porque la gente que ha participado ha sido formidable.

 

 

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