Corriente alterna: Pxxr Gvng y Tote King, provocando la reflexión

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“Aquí no hay nada planificado, solo azar, rimas y lentas bases que, pese a ello, suenan poderosas y densas”

 

 

Después de abordar un clásico como Lou Reed en su anterior entrega, esta semana Juanjo Ordás da un giro de 180 grados para defender el buen momento que atraviesa el rap a través de dos artistas del género, Pxxr Gvng y Tote King.

 

 

Una sección de JUANJO ORDÁS.

 

 

 

Los rockeros no se lo tomarán bien, pero hace tiempo que el rap ocupó el lugar del rock and roll a la hora de hablar sin pelos en la lengua, de provocar excitación con las letras, de mandar mensajes sobreexcitantes al cerebro. Para los que no somos expertos, el rap puede ser una jungla en la que perderse. No es necesario afinar mucho el paladar, pero sí leer mucho. A este respecto, tanto Tote King como Pxxr Gvng han editado dos de los discos más estimulantes del año.

Pxxr Gvng llaman la atención por si solos, hasta con una foto, y merece la pena seguirles la pista porque uno siempre necesita revulsivos, y ahora mismo en España están pasando cosas muy pero que muy interesantes a nivel musical en distintos géneros. Son muy pocas las veces en que un artista es capaz de obtener el reconocimiento a través de canales alternativos. Se me ocurren Vetusta Morla y poquitos más. En ese aspecto, su debut discográfico, “Pxxr Gvng” (Sony) es también algo espontáneo que está encontrando a su público con naturalidad. Si tuviera que hacer un símil, diría que son la reencarnación del realismo brutal de La Banda Trapera del Río. Usan todo lo que está a su alcance para dar forma a su visión, todo vale, es la guerra por concretar canciones. Cantan a la calle porque viven en la calle y no les importa nada más, quieren ganar pasta. Pero hay una necesidad de expresión para compartir su visión, como si esta les corroyera por dentro. No es que les salgan sapos y culebras de la boca, es que según salen, los mastican y los trituran, y luego siguen adelante en su recorrido nihilista hacia dios sabe dónde. No parece que quieran escapar de su vida, una con la que algunos se identificarán felizmente y otros entenderán exótica o rara, pero la verdad con mayúsculas está de su lado. O al menos la forma en que ellos ven las cosas. Lo directo tiene un punto catártico importante que todo el mundo necesita, y ahí es donde Pxxp Gvng se montan el altar y el sacrificio. Cuatro tipos afincados en Barcelona listos para narrar el día a día del barrio en el que viven que, como todos los barrios, es un universo. Aunque el suyo es uno en el que el milagro y la sordidez conviven. Habrá a quienes les parecerá un safari exótico, pero habrá otros que sabrán muy bien de qué hablan Pxxr Gvng en cada uno de los temas que dan forma a este primer disco.

No hay anarquía en el imaginario de Pxxr Gvng, sino más bien un orden y unos códigos que hay que saber leer, al menos de lejos. Haciendo del lumpen su suelo, lo que ofertan es un bocado de realidad, de lo que pasa cuando los números de los portales se alejan del centro de la ciudad para tomar derroteros urbanos muy distintos a los del turismo comercial. Uno puede creer en ellos a fondo, en su sinceridad y en sus salidas de tono. Aquí no hay nada planificado, solo azar, rimas y lentas bases que, pese a ello, suenan poderosas y densas. Debemos aceptar que de la “generación-escucho-la-música-en-el-móvil-sin-cascos” pueden salir buenas cosas. Pxxr Gvng son ejemplo de ello, porque no son unos cualquiera. Entre sus filas hay un buen productor y tres tipos que controlan la rima y el fraseo, que escriben letras revulsivas sobre una realidad revulsiva. A lo mejor nos estábamos haciendo viejos y estos tipos nos han hecho un lifting, incluso cuando no estés de acuerdo con lo que prediquen.

Lo de Tote King es distinto, porque es una figurada asentada, además de tener la ventaja de ser uno de los artistas de rap con los que el ciudadano medio tiene más facilidad para identificarse. Se quiera o no, este género musical proviene de un trasfondo barrial y suburbial que no tiene nada de masivo, incluso por su propia idiosincrasia recae sobre los textos una importante parte de las canciones. Como no te identifiques con ellos lo vas a tener imposible para encontrar otro clavo al que agarrarte. Precisamente, Tote King es accesible porque parece un tipo muy humano. A cara descubierta ha mostrado sus vergüenzas y sus orgullos a lo largo de su carrera, le puedes creer porque cuando toca techo suena a verdad, y cuando muerde el polvo también. Pero sobre todo porque es capaz de hablar de ello. Uno puede estar más o menos de acuerdo con lo que predica, pero te lo crees. Se juega la boca, la lengua y la dentadura. Además, se mueve, rechaza la repetición e incita a la reflexión, que es la parte más importante del actual rap español. No tienes que estar de acuerdo con todo su discurso, y se aprecia un interés por ejercitar las neuronas de los demás. Ya tiene un nombre desde hace tiempo, pero sus grandes trabajos están llegando ahora. “78” (Sony), su nuevo disco, tiene mucho de madurez, con espontaneidad, inteligencia y nervio. A lo largo del disco se mezclan en el mismo mensaje Eddie Vedder, Nirvana, Alfonso Díez, Black Sabbath y Lobezno. Ahí es nada. Todo ello rodeado de dentelladas mordaces y salvajes en una crónica social despierta, avispada y actual. Este tipo lee, se informa, se trata de un artista culto, algo no demasiado común en cualquier género musical popular.

Las bases están cuidadosamente arregladas y producidas por un equipo de colaboradores entregados al trabajo, destacando en ese aspecto un sampleo de Las Grecas a manos de DJ Rune que queda de fábula en ‘Robocordones’, uno de los momentos álgidos de “78” junto a ‘Ranciofacts’ y ‘No me rayes’, con un saxo muy potente de David Carrasco que se inserta a la perfección en el tema. Con Tote King uno puede encontrarse de pronto con sentencias tan firmes que chocan, o con las que directamente ni se conecta, pero su seguridad provoca entendimiento, cree en lo que hace y eso es mucho, además de contar con un “78” que es un verdadero bocado sin avisar, un disco muy bien trazado y producido que golpea duro.

 

 

 

Anterior entrega de Corriente alterna: Un chute de Lou Reed.

 

 

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